Los 12 discos de pop y rock que hay que escuchar hoy (agosto 2024)

¿Quiénes son? Los hermanos McDonald, Jeff y Steve, desde 1980 profesando su amor por el rock, tomándose las cosas con calma (ocho discos en 45 años) y dejándose la piel en conciertos casi siempre desarrollados en clubes pequeños, donde mejor se les disfruta.

¿Es tan bueno Redd Kross? El grupo californiano siempre llevó por bandera su pasión por The Beatles, a la que le añadieron un recio sonido de guitarras. De esa combinación (melodías pop ...

- Redd Kross, ‘Redd Kross’

¿Quiénes son? Los hermanos McDonald, Jeff y Steve, desde 1980 profesando su amor por el rock, tomándose las cosas con calma (ocho discos en 45 años) y dejándose la piel en conciertos casi siempre desarrollados en clubes pequeños, donde mejor se les disfruta.

¿Es tan bueno Redd Kross? El grupo californiano siempre llevó por bandera su pasión por The Beatles, a la que le añadieron un recio sonido de guitarras. De esa combinación (melodías pop y fiereza rock) ha surgido su música, que este disco representa perfectamente. Un zambombazo de energía con algo de psicodelia. Son 58 minutos y no se hace largo.

- Mark Ward, ‘Let’er Rip’

¿Quién es? Un estadounidense que formaba parte de una banda llamada Last Train y que ahora prefiere un proyecto más personal.

¿Es tan bueno Let’er Rip? Un disco de power pop desde lo más clásico del término: asoman influencias de Dwight Twilley, Dom Mariani o los Raspberries. Rock and roll desenfadado con querencia hacia los coros “ooooo”. Y un temón titulado Zip It Up, que habrían compuesto R.E.M. si no se hubiesen ido en busca del lado oscuro.

- Crowded House, ‘Gravity Stairs’

¿Quiénes son? Un grupo en permanente búsqueda de la canción pop perfecta. Y lo ha conseguido varias veces en su larga carrera.

¿Es tan bueno Gravity Stairs? Neil Finn no se ha ido muy lejos para rejuvenecer a su banda: dos de sus hijos le apoyan en este excelso Gravity Stairs. Están las señas de identidad: voces cuidadas, elegancia, Paul McCartney siempre como inspiración… y esa cualidad de sonar actual, aunque las referencias sean del pasado, y de modelar armonías felices desde cierta aflicción. Son once canciones, ni una que baje el nivel. Cuarenta minutos de música para escuchar en cualquier momento, porque a la belleza siempre hay que dejarla entrada libre.

- Beabadoobee, ‘This Is How Tomorrow Moves’

¿Quién es? Su nombre de nacimiento es Beatrice Kristi Ilejay. Vino al mundo en Filipinas, aunque se trasladó a los tres años a Londres con sus padres. Suma solo 24 años y este es ya su tercer disco. Hay que practicar un poco para decir su nombre artístico sin trabarse: Bebadubi. Vaya, tampoco es tan difícil.

¿Es tan bueno This Is How Tomorrow Moves? Un álbum que parece indie-rock, y lo es, pero mucho más: la inglesa propone también música tropical, baladas folk y hasta singulares valses, como This Is How It Went, que cierra el álbum. Atención a un tema como Beaches, que podría haber formado parte de Definitely Maybe, de Oasis. Funciona como hilo conductor de esta gratificante mezcla de estilos la voz de Beabadoobee, robustamente dulce y con un timbre repleto de matices. Un disco estupendo donde apenas se nota la producción del a veces invasivo Rick Rubin.

- Jack White, ‘No Name’

¿Quién es? Un músico con una misión: preservar los principios primitivos del rock. También fundó White Stripes y compuso una canción que si frecuenta estadios de fútbol estará harto de escucharla.

¿Es tan bueno No Name? La discografía en solitario de Jack White (este es su sexto disco) tiende en demasiadas ocasiones a la filigrana guitarrera, perdiendo por el camino lo que hemos venido a escuchar: rock primario. No Name prescinde del virtuosismo para centrarse en la esencia: rock en los huesos, áspero, guitarras sacadas del cuarto adolescente donde empezaron Angus y Malcolm Young. White estrangula el blues de Elmore James, se mete en la piel de un veinteañero Jimmy Page y canta como si Robert Plant imitara a Bon Scott. Un gran álbum de rock crujiente con un tema que en sus conciertos se convertirá en himno, That’s How I’m Feeling.

- Dabeull, ‘Analog Love’

¿Quién es? Dabeull es un productor francés especializado en funk que si le ven anunciado en algún club de su ciudad no se pierdan sus febriles sesiones de baile.

¿Es tan bueno Analog Love? Rodeado de sintetizadores, mesas de grabación de finales de los setenta, sensacionales voces masculinas y femeninas y un espíritu hedonista, Dabeull dispensa 40 minutos de funk refinado, mullido y sensual. Imposible no bailar con esta lección de aquella música que llenaba las pistas de baile a principios de los ochenta. La cara b de los discos de Dua Lipa.

- Varios Artistas, ‘Jem Records Celebrates Jagger/Richards’

¿Quiénes son? Jem Records es una discográfica de Nueva Jersey nacida nada menos que en 1970. Ha tenido una vida fluctuante, pero se ha mantenido fiel hasta hoy a su estilo powerpopero.

¿Es tan bueno Jem Records Celebrates Jagger/Richards? Recordemos que Mick Jagger y Keith Richards demostraron hace menos de un año que todavía son capaces de componer canciones con filo, como algunas de las contenidas en su disco de 2023, Hackney Diamonds. Aquí se actualizan canciones de su largo repertorio. No son obvias, y las recurrentes (como Jumpin’ Jack Flash o You Can’t Always Get What You Want) reciben un tratamiento distinto al original. La mayoría de las bandas que participan no le sonaran a los no especialistas en power pop. Es posible que conozcan a Paul Colling (gran versión de Tell Me) y quizá The Grip Weeds, con una excelente revisión de Dandelion o un We Love You que parece sacado del primer disco de The Stone Roses. Todos los grupos dan la vuelta a las composiciones originales y las dotan de un plus de energía. Se han realizado abundantes discos de homenajes a los Stones… Este es de los mejores.

- Blur, ‘Live at Wembley Stadium’

¿Quiénes son? Las únicas estrellas del brit-pop noventero que todavía son capaces de editar discos estimulantes en los tiempos actuales.

¿Es tan bueno Live at Wembley Stadium? ¿Quién necesita un disco en directo en 2024 y además con una duración de más de dos horas? Quizá ni siquiera los seguidores más tenaces de los ingleses. Pero aquí estamos, escuchando a unos tipos en la cincuentena esforzarse por dar una capa nueva a temas de hace décadas como Girls & Boys, Song 2, Parklife o Country House. Y lo consiguen: baja la velocidad de las canciones, pero son más penetrantes. Y las nuevas (de 2023, del dignísimo The Ballad of Darren) las afrontan con la excitación de unos muchachos. A ver, dos horas y 15 minutos puede ser mucho tiempo en un mundo que camina a estímulos, pero solo por dar la réplica a los ignorantes que despreciaron a los británicos en el último Coachella ya merece la pena invertir ese tiempo.

- Johnny Blue Skies, ‘Passage Du Desir’

¿Quién es? Johnny Blue Skies es el seudónimo que ha adoptado Sturgill Simpson, el músico más interesante salido del entorno de Nashville desde el comienzo de los 2000.

¿Es tan bueno Passage Du Desir? Después de cinco discos firmados con su nombre y dos trabajos dedicados al bluegrass, Sturgill Simpson se refugia en otra personalidad para elaborar un disco que en realidad es una continuación de sus anteriores trabajos. Y eso son buenas noticias. Quizá su cambio de personalidad haya que buscarla en la letra de Who I Am, donde canta: “He perdido amigos y he perdido héroes. / Perdí todo lo que soy, incluso mi nombre. / He estado transitando por diferentes cambios y he encontrado la claridad”. La voz genuinamente country de Sturgill sirve de guía para ofrecer soul, rock and roll, balada desesperada, country-rock o incluso indie-pop (Right Kind of Dream). Todo el conjunto ofrece un resultado notable. Y hubiese quedado más recortando el último tema, cuyos desarrollos instrumentales lo llevan a los nueve minutos. Una pega, sin más.

- Bill Wyman, ‘Drive My Car’

¿Quién es? Todos firmaríamos frisar los 90 en el estado de forma de este señor. Bill Wyman cumplirá en octubre 88 años y entre sus proezas musicales está la de tener el valor de abandonar a los Rolling Stones, en 1993, con los que hinchaba su cuenta corriente con el mínimo esfuerzo: en un discretísimo rincón pulsando su rítmico bajo. Ni componía (o casi) ni ofrecía entrevistas ni decidía sobre la logística. Pero se hartó de tanta gira y lleva tres décadas de relajada vida.

¿Es tan bueno Drive My Car? Todos sabíamos que Wyman no posee el don de los grandes cantantes, pero a cambio la edad le ha ofrecido una tonalidad terruna que le va bien a los gráciles boogies de este disco. Influido por J.J. Cale o los Dire Straits de So Far Away, Wyman ofrece rocanroletes suaves y blues acústicos de autoría propia o de Taj Mahal o Bob Dylan. Todo entra de maravilla y se escucha con acompasados golpecitos de pie.

- Sparkle*Jets U.K., ‘Box Of Letters’

¿Quiénes son? A pesar del UK del nombre hablamos de una banda de Los Ángeles. Nació a finales de los 90 y atesora cierto predicamento en el ambiente power-pop de allá.

¿Es tan bueno Box Of Letters? Solo por la canción Princess Needy ya merece la pena este disco, un tema que podía haber compuesto Burt Bacharach para los Raspberries. Por ejemplo. Existen más puntos de interés en Box Of Letters. Se alternan las voces masculina y femenina como principales vocalistas y eso ofrece variedad y riqueza a un conjunto que lleva al aficionado por los mundos de Brian Wilson, Badfinger o Manic Street Preaches. Muy recomendable.

JOYA RESCATADA DEL MES...

Todos los meses recomendamos un disco que quizá quedó fuera del radar.

- Brian Wilson, ‘Brian Wilson’ (1988)

¿Quién es? Decir a estas alturas que Brian Wilson es (todavía habita este mundo: 82 años) un genio es caer en un lugar común, así que vamos a señalar que es un puñetero genio. Eso sí, desaprovechado por sus desequilibrios.

¿Es tan bueno Brian Wilson? Su primer disco en solitario, que llegó muy tarde por la explotación a la que le tenía sometida la maquinaria de los Beach Boys y por su confusa percepción de la realidad. Algunas de las canciones de este trabajo estaban firmadas junto a Eugene Landy, un perverso psicólogo que tomó el mando de la vida de Wilson durante un puñado de años. Cuando Brian consiguió zafarse de él comenzó a vivir y procedió a quitarle de los créditos del disco. Las once canciones del álbum mantienen las señas de identidad del autor: juegos de voces celestiales, melodías primorosas e instrumentación barroca. Brian siempre tuvo pasión por las imponentes producciones de Phil Spector y se nota en este trabajo que se cierra con una sinfonía de ocho minutos llamada Río Grande. No muy valorado por la crítica en el año de su edición (1988), tiempo después muchos se retractaron. Hoy suena grandilocuente, sublime, conmovedor.

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