“¡Van a hacerla picadillo!”: el día en que la familia de Letizia Ortiz supo de su compromiso con el futuro rey de España
‘Letizia en Vetusta’, de Martín Bianchi, recrea la llegada de la asturiana —periodista, divorciada y plebeya—, a la familia real, un desembarco que levantó no pocas suspicacias entre los círculos más ortodoxos que rodean a la monarquía. ‘Babelia’ adelanta un extracto del libro, que se publica el 22 de mayo en Lengua de Trapo
Henar Ortiz Álvarez cerró más temprano que de costumbre su tienda de decoración en Cangas de Onís para ir a visitar a una amiga que estaba ingresada en el Hospital Universitario Central de Asturias, en Oviedo. Era viernes, vísperas de Todos los Santos, un día tranquilo en la parroquia asturiana. “Puto cáncer”, pensó mientras recorría en su coche los setenta kilómetros que separan el pueblo de la capital del principado. Su hermana, Cristina, que había trabajado como gobernanta en el Par...
La familia
Henar Ortiz Álvarez cerró más temprano que de costumbre su tienda de decoración en Cangas de Onís para ir a visitar a una amiga que estaba ingresada en el Hospital Universitario Central de Asturias, en Oviedo. Era viernes, vísperas de Todos los Santos, un día tranquilo en la parroquia asturiana. “Puto cáncer”, pensó mientras recorría en su coche los setenta kilómetros que separan el pueblo de la capital del principado. Su hermana, Cristina, que había trabajado como gobernanta en el Parador de Cangas, había muerto con 42 años de esa misma enfermedad. Solo habían pasado un par de años de esa pérdida, pero no había un solo día en que Henar no pensara en lo injusta que había sido la vida con su hermana pequeña.
Ya en el hospital, recibió una llamada de móvil que le hizo olvidar sus inquietudes por unos minutos.
-Hija, estoy muy preocupada, me han llamado de Madrid. Me han dicho que Terelu Campos acaba de anunciar en la televisión que el príncipe se va a casar con una chica con apellido de magdalena: Ortiz.
La voz al otro lado del teléfono, temblorosa pero potente, era inconfundible. Era la de María del Carmen Álvarez del Valle, madre de Henar. Era la misma voz que los asturianos habían escuchado durante más de cuarenta años en populares programas de radio como Coser y cantar y Rumbo a la gloria. Menchu, como la llamaban, llevaba ya unos trece años jubilada, pero conservaba intacta la perfecta dicción que la había hecho famosa en su tierra. Su hermana, Marisol Álvarez del Valle, también locutora y maestra de periodistas, era quien la había puesto sobre aviso.
-Mamá, ¿pero de quién hablan?
-¡De Letizia! Pobre Letizia, pobre. ¡Van a hacerla picadillo!
-¿Qué dices? No, hombre, no. No puede ser. No te preocupes. La habrán visto hablar con el príncipe en la gala de los Premios Príncipe de Asturias y ya sabes… Tienen ganas de casarlo, pues ya está.
Cuando escuchamos un rumor sobre la relación entre dos personas, es difícil no pensar en los momentos en los que hemos visto juntos a ambos para recordar cualquier gesto diferente: una mirada cómplice, una sonrisa, un trato más cercano de lo habitual. Una semana antes de aquella conversación, el 24 de octubre, la sobrina de Henar había coincidido con Felipe de Borbón en el hotel Reconquista de Oviedo. El heredero al trono se había acercado a saludar los periodistas de TVE y se había detenido especialmente en la presentadora del Telediario. El encuentro, frente a muchas cámaras y reporteros, no había pasado del todo inadvertido.
-No, no. Te digo yo que van a hacerla picadillo -insistió Menchu.
-Pero mamá, ¿por qué dices eso? Ya verás como todo esto se disipa y es una tontería. Se habrán montado una película. Mañana nos vemos.
Tras cortar, Henar se quedó un buen rato pensando en las palabras de su madre. Lo de la “magdalena Ortiz” le sonó bastante familiar. Era la típica burla que había escuchado de niña en la escuela. Pero que su sobrina Letizia se fuera a casar con el futuro rey de España le pareció una idea bastante sorprendente. Ella, que siempre se había definido como laicista, “roja” y republicana, no creía en la institución del matrimonio y nunca se había casado. Mucho menos creía en la monarquía.
Aquella tarde, mientras Henar volvía a su casa en la aldea de Isongo, su sobrina se preparaba para presentar el telediario por última vez. Letizia había pasado el día contestando las llamadas de amigos y periodistas que querían saber si mantenía una relación sentimental con el príncipe. Lo negó repetidas veces. “No creas todo lo que se dice por ahí”, le dijo a un viejo compañero de CNN+. En ese momento, tan solo la cúpula de Televisión Española y Alfredo Urdaci, director de los Servicios Informativos, sabían que ese sería su último día de trabajo en la cadena. El personal de palacio y un reducido grupo de familiares y confidentes de la presentadora guardaban el secreto.
Letizia podría haber abierto el informativo de la noche anunciado su propio compromiso, pero lo hizo con la decisión del Ejecutivo de José María Aznar de llevar el Plan Ibarretxe al Tribunal Constitucional. Continuó con la detención de unos de los asesinos del joven colombiano Ronny Tapias a la salida de un instituto de Barcelona y con la llegada del crucero británico Aurora al puerto de Gibraltar con más de 400 pasajeros infectados por un virus estomacal conocido como “Norwalk”. Luego llegó el espacio dedicado al tiempo y la despedida. “Que pasen un feliz fin de semana”, dijo la futura princesa a los telespectadores minutos antes de la diez de la noche. No se despidió hasta el lunes. Ya sabía que al día siguiente ella iba a ser la noticia.
‘Letizia en Vetusta’, Martín Bianchi. Lengua de Trapo. 120 páginas, 16,90 euros. A la venta el 22 de mayo.