Proezas para un ballet de acróbatas
El Circa Ensemble le imprime una dimensión coreográfica al lenguaje circense en un espectáculo que es un canto al desempeño colectivo, al tejido conectivo y a todo lo humano en tiempos deshumanizados
Así en el circo como en la danza el espectador siente un placer vicario. La ejercitación intensa produce endorfinas entre los artistas, pero también entre el público, por simpatía. Humans 2.0, del Circa Ensemble, es un ballet acrobático donde se produce una sincronía notoria entre la mirada de los espectadores y el desempeño de los artistas. Aunque es el virt...
Así en el circo como en la danza el espectador siente un placer vicario. La ejercitación intensa produce endorfinas entre los artistas, pero también entre el público, por simpatía. Humans 2.0, del Circa Ensemble, es un ballet acrobático donde se produce una sincronía notoria entre la mirada de los espectadores y el desempeño de los artistas. Aunque es el virtuosismo de estos lo que mueve la curiosidad de aquellos, también la curiosidad del público motiva en última instancia las proezas de la troupe australiana. Yaron Lifschitz, su director, se caracteriza por imprimirle al lenguaje acrobático una dimensión coreográfica, pero también por darle la vuelta a alguno de los números clásicos circenses.
Como ejemplo de esto último, en alguna de las torres humanas que avanzan con precisión militar durante los primeros compases del espectáculo, es una chica quien lleva de pie sobre sus hombros a un chico, en una inversión de roles que le imprime a esta acción un color y una pulsión diferentes. Una de tales jóvenes, Georgia Webb, lleva luego a un varón de pie sobre su cabeza.
También producen un impacto sobresaliente los saltos que Malte Gerhardt, joven y menudo, va dando sobre el puente que forman los torsos de sus compañeros tendidos en el suelo, sin que estos acusen daño alguno. Pero lo que más impacta emocionalmente es el salto de Malte sobre la espalda de Georgia (tendida boca abajo), que se gira sobre sí misma 180 grados mientras él salta de nuevo para posar sus pies ahora uno sobre el vientre de ella y otro sobre su pecho. Sin solución de continuidad la joven hace el puente con su compañero encima, pisándole el estómago a ella, para luego girarse sobre sí misma y ponerse en pie mientras él escala sin manos hasta poner sus plantas sobre los hombros de Georgia.
El comienzo de Humans 2.0, con su música entrecortada y distorsionada y con la ejecución matemática de sus diez acróbatas, tiene un algo bélico inquietante. A pesar de la singularidad de cada miembro de la troupe, también en cuanto a su complexión física, aquí no hay solistas como tales ni hay solipsismo que valga: la compañía se mueve como un organismo vivo, siempre al unísono. De ahí el título de esta secuela de Humans, que viene a ser un canto al desempeño colectivo y al tejido conectivo. Un elogio de lo humano en tiempos deshumanizados.
En Circa los cuerpos son reversibles como un guante, retráctiles como cuernos de caracol, ingrávidos como un astronauta durante un paseo espacial… y telescópicos, como la mira del rifle de una francotiradora. Humans 2.0 nos remite desde la tensión bélica inicial a la pulsión de un club nocturno, pasando por sendos números donde se crean quimeras y donde sus intérpretes son deliciosos autómatas desacompasados, siempre dentro de una puesta en escena ilusionista, de caja mágica iluminada con filigrana por Paul Jackson. La fluida horizontalidad de la acción escénica coral queda seccionada por números aéreos breves pero elocuentes.
‘Humans 2.0′. Circa Ensemble. Teatros del Canal, Madrid. Hasta el 7 de enero. Auditorium de Palma. 12 y 13 de enero. Teatre Coliseum, Barcelona. Del 17 al 27 de enero.
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