¿Es la adolescencia un monstruo cargado de terrores y violencia?

Alberto San Juan y Andrés Lima abordan la rabia juvenil en un espectáculo poéticamente eficaz pero estereotipado en su narrativa

Lucía Juárez, en primer plano, con Jesús Barranco al fondo, en una escena de 'Asesinato y adolescencia'.Esmeralda Martín

Adolescencia: ese momento de la vida que la mayoría de las personas prefieren olvidar. Como si fuera una enfermedad que se cura con el tiempo. Quizá por eso resulta tan difícil observarla sin condescendencia desde la edad adulta. Alberto San Juan y Andrés Lima, viejos cómplices desde los noventa con el grupo Animalario, vuelven a unir sus talentos en una nueva obra teatral titulada Asesinato y adolescencia...

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Adolescencia: ese momento de la vida que la mayoría de las personas prefieren olvidar. Como si fuera una enfermedad que se cura con el tiempo. Quizá por eso resulta tan difícil observarla sin condescendencia desde la edad adulta. Alberto San Juan y Andrés Lima, viejos cómplices desde los noventa con el grupo Animalario, vuelven a unir sus talentos en una nueva obra teatral titulada Asesinato y adolescencia —esta vez San Juan como dramaturgo y Lima como director— justo con el objetivo de acercarse a ese periodo sin prejuicios ni clichés preconcebidos, sino con mirada poética. Se centran para ello en un punto fijo: la violencia. La que los jóvenes reciben de la sociedad y la que devuelven. Y con una película de referencia: M, el vampiro de Düsseldorf, antiguo pero todavía escalofriante filme de Fritz Lang sobre un asesino de niñas en el Berlín de los años treinta, con su turbadora estética expresionista. En ese sentido, Asesinato y adolescencia es un espectáculo cautivador que logra convertir los miedos, las frustraciones y las ilusiones de la adolescencia en vivencia poética. Como si todo ello conformara un estado de ánimo que se respira en el escenario en todo momento. Con un perturbador juego de luces y sombras a la manera del cine expresionista. Una magnífica banda sonora que potencia los efectos visuales. Y sobre todo, un imponente muro que constituye el único elemento escenográfico, pero que funciona y se transforma como un ser vivo y que además parece la personificación de ese estado de ánimo que la obra asocia con la adolescencia. Un monstruo cargado de terrores y violencia.

Lo que no funciona tan bien es la narrativa documental que se intercala con el plano metafórico. Es resultado de talleres previos que Lima y San Juan hicieron con adolescentes reales, algunos de cuyos testimonios son proyectados en vídeo sobre el muro. A lo que hay que sumar el argumento que sustenta la acción: una serie de asesinatos de chicas a modo de thriller. La mezcla rebaja la eficacia poética. Tampoco se ensamblan las escenas de los dos protagonistas: una adolescente rabiosa y el supuesto asesino, interpretados por dos buenos actores, Lucía Juárez y Jesús Barranco, pero que se presentan demasiado difusos, esquemáticos y en algunos momentos hasta exagerados y cargados de clichés. Justo lo contrario de lo que se pretende. Tal vez porque la adolescencia no es un bloque tan compacto y oscuro como la aborda este espectáculo.

Asesinato y adolescencia

Texto: Alberto San Juan. Dirección: Andrés Lima. Reparto: Jesús Barranco y Lucía Juárez. Naves del Español en Matadero. Madrid. Hasta el 5 de noviembre.

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