Apertura Madrid Gallery Weekend: la fragilidad que mueve el mundo
Con 56 inauguraciones simultáneas, resulta posible detectar entre las exposiciones del Apertura Madrid Gallery Weekend corrientes temáticas que interpretan algunos de los debates sociales del momento
Superado el letargo estival, el pasado jueves despertó en Madrid la nueva temporada de las galerías de arte contemporáneo. Con 56 inauguraciones simultáneas, el Apertura Madrid Gallery Weekend (del 14 al 17 de septiembre), un evento impulsado por la asociación Arte Madrid, proporciona una descarga eléctrica al pulso de la rentrée cultural de la capital con propuestas variadas que aspiran a cautivar el interés de un público general —y, especialmente, el joven— que sigue sin animarse a frecuentar estos espacios. No se trata solo ...
Superado el letargo estival, el pasado jueves despertó en Madrid la nueva temporada de las galerías de arte contemporáneo. Con 56 inauguraciones simultáneas, el Apertura Madrid Gallery Weekend (del 14 al 17 de septiembre), un evento impulsado por la asociación Arte Madrid, proporciona una descarga eléctrica al pulso de la rentrée cultural de la capital con propuestas variadas que aspiran a cautivar el interés de un público general —y, especialmente, el joven— que sigue sin animarse a frecuentar estos espacios. No se trata solo de llenar las salas de potenciales compradores a lo largo de estas jornadas, sino de incentivar las visitas ahora y a lo largo de todo el año.
Con exposiciones de artistas versados en todas las disciplinas, muchas de ellas individuales y otras colectivas, posiblemente el único elemento verdaderamente vertebrador entre tal cantidad de propuestas sea el de tratar de ofrecer un reclamo atractivo. Vestirse con las mejores galas y esperar a que los espectadores respondan. De cualquier modo, un recorrido libre por estos espacios permite detectar algunas temáticas comunes, corrientes subterráneas generadoras de lecturas que quizá sirvan de demostración de la capacidad del arte para interpretar e incluso adelantarse a los debates sociales. Entre otras miradas posibles, destacamos aquí varias muestras que reflexionan sobre la contestada noción de fragilidad, sobre cuerpos e identidades, y algunas más sobre el deseo y el papel de los medios de comunicación de masas en esta turbulenta fase del capitalismo tardío.
En la galería Nieves Fernández, el mexicano Moris congela en La cárcel a cielo abierto una imagen fija del estado de su país. No se trata tanto de denunciar sino de contar, de ofrecer un par de ojos a aquellos que no pueden (o no quieren) ver. En collages realizados con materiales desechables —muchos de ellos, como zapatos o jirones de tela, encontrados en la calle, además de camisetas intercambiadas con decenas de extranjeros en México que los espectadores podrán llevarse a casa a cambio de dejar las suyas—, el artista refleja la reciente posición de su país como espacio de tránsito. De emigrar en dirección al norte, se ha convertido en el lugar de acogida de otros migrantes que tratan, no pocas veces sin éxito, de atravesar sus fronteras para alcanzar EE UU. A través de la reapropiación de recortes de la prensa sensacionalista, cuyas portadas combinan obscenos titulares de ultraviolencia con imágenes de cuerpos femeninos sexualizados, el artista compone un ensayo visual que otorga nuevos sentidos a los relatos construidos por los medios. De ese método expresivo se vale también otro mexicano, Jonathan Hernández, que despliega en Andando, dislocados y fuera de lugar, en La Caja Negra, una colección de imágenes de prensa resignificadas por medio de yuxtaposiciones y contraposiciones que dejan a la vista la quebradiza estructura sobre la que se sustentan los sistemas políticos y económicos.
Varias propuestas se reapropian de recortes de prensa para generar relatos alternativos de la realidad
En paralelo a la observación de la debilidad de las sociedades contemporáneas, Elo Vega plantea una crítica sobre esa misma cualidad tradicionalmente atribuida a los cuerpos de las mujeres. Con la idea del arte como legitimador de los cánones de belleza como eje de su propuesta, la creadora andaluza recurre de nuevo a imágenes extraídas de los medios de comunicación para enfrentarlas a una serie de esculturas clásicas en La forma ideal (Juana de Aizpuru). En ese choque, y en su interactuación con otros objetos como bordados y vitrinas, que aluden a la vulnerabilidad, quedan patentes las cuestiones que John Berger planteó hace ya más de cinco décadas en su célebre Modos de ver: representados como objetos —y no sujetos— en la pintura y la escultura, los desnudos femeninos pueden explicarse como una proyección de la lujuria de los hombres. En La voz a ti debida, desplegada en el espacio de 1 Mira Madrid, la sevillana Inmaculada Salinas presenta una propuesta articulada alrededor de dos conceptos: la fragmentación como medio para abordar las identidades femeninas y la existencia de una edad intermedia en la que las mujeres, ni niñas ni adultas, se perciben como una figura social incómoda. El malestar que provocan las imágenes de violencia se halla precisamente en el núcleo de la obra de la pionera del arte feminista Nancy Spero, fallecida en 2009, de quien se exhiben obras sobre papel (material que devuelve, nuevamente, al concepto de fragilidad) realizadas en los últimos 30 años de su vida y reunidas en NoguerasBlanchard bajo el título de A Sense of Possibility.
Deslizándose por la pendiente que conduce a lo colectivo desde lo personal, Vicente Blanco propone en la galería Silvestre un ejercicio paralelo —e inverso— de deconstrucción de la identidad. Como hombre homosexual y forastero residente en un pueblo de Galicia, sus dibujos sobre papel y lienzo reunidos en Los cuerpos inesperados remiten a la destrucción provocada de los ecosistemas y descubren una versión antirromántica de la neorruralización. De voracidad y de fricción con la naturaleza versan también las esculturas de plástico impresas en 3D del colombiano Nadín Ospina en La persistencia del deseo (Fernando Pradilla). A partir de obras sobre papel combinadas con autorretratos fotográficos, el alemán Jürgen Klauke, uno de los artistas clásicos de Helga de Alvear, explora en Kreuz & Queer los límites impuestos por las construcciones sociales relativas al género, delimitando una visión cargada de erotismo y atravesada por la dualidad del blanco y negro, lo visible y lo oculto, lo recto y lo curvilíneo. Con el placer como leitmotiv, Ariel Cabrera recurre también al diálogo entre opuestos en sus pinturas de Zonas húmedas (Álvaro Alcázar), obras realizadas a lo largo de toda su carrera en las que prevalece el trasfondo de la historia de su Cuba natal.
Como contrapunto a las inmersiones en lo carnal y lo telúrico de las anteriores propuestas, las obras de Koo Jeong A en an + bn = cn (Albarrán Bourdais) viajan a los confines del universo para invocar energías. La artista coreana, que representará a su país en la próxima Bienal de Venecia, en 2024, con un proyecto centrado en los olores, ofrece aquí un experimento híbrido de arte y ciencia en el que los astros y las abstracciones matemáticas se conjugan con objetos escultóricos que, bajados de las alturas del arte y el pensamiento, adquieren usos mundanos como mobiliario.
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