‘If I Were a Boy’

El último poemario de Luna Miguel reescribe el himno popularizado por Beyoncé hace más de una década. Así, las composiciones adoptan el enfoque de un yo masculino que examina las dinámicas del deseo, la vivencia de la sexualidad, las relaciones de pareja y el inconsciente heteropatriarcal que aún prevalece en nuestros días. Aunque en la coctelera discursiva se agitan los principales trending topics de la generación milenial (el nomadismo laboral, el poliamor o las expectativas de una juventud golpeada por las ...

El último poemario de Luna Miguel reescribe el himno popularizado por Beyoncé hace más de una década. Así, las composiciones adoptan el enfoque de un yo masculino que examina las dinámicas del deseo, la vivencia de la sexualidad, las relaciones de pareja y el inconsciente heteropatriarcal que aún prevalece en nuestros días. Aunque en la coctelera discursiva se agitan los principales trending topics de la generación milenial (el nomadismo laboral, el poliamor o las expectativas de una juventud golpeada por las recidivas de diversas crisis económicas), a menudo la artificiosidad del dispositivo retórico se impone a la crudeza de la realidad descrita.

En lugar de escuchar una voz masculina integrada en el texto, en ocasiones nos parece oír el eco de una mujer que trata de pensar como si fuera un hombre (de nuevo, Beyoncé como banda sonora). En consecuencia, los mejores poemas del conjunto no son los que pretenden ilustrar el manspreading ético o denunciar los micromachismos aceptados de manera acrítica. Por el contrario, la capacidad de conmoción se intensifica en aquellas piezas que muestran las aristas de una convivencia basada en hechos reales. En este sentido, si en El arrecife de las sirenas la geografía de Japón se erigía en el lugar del encuentro (con la propia identidad y con la del otro), Poesía masculina nos transporta a París para asistir a la autopsia de una ruptura sentimental multiplicada especularmente a través de los filtros de las redes sociales y las lecturas compartidas (aquí destacan dos Annes: Sexton y Carson). Pese a sus altibajos tonales, que mezclan el lirismo descarnado y la genitalidad prosaica, el libro alza el vuelo en el momento en que irrumpen en la estrofa los nombres de “luna” (la mujer) o “uli” (el hijo), transcritos en mi­núscu­la. Al cabo, la deconstrucción de la imagen tradicional de la maternidad o la imposible transferencia entre lo masculino y lo femenino resultan más revolucionarias cuando se ciñen a los pequeños detalles, como unos calcetines de La Patrulla Canina, que cuando se ajustan a una tesis preestablecida sobre los roles de género: “Yo solo quiero ser un hombre bueno / (incluso si soy hombre al fin y al cabo)”.

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