Entre sueños y pesadillas

Creadoras y naturaleza son un común denominador en las exposiciones que se pueden ver en Madrid al margen de Arco

'Abrí una caja y me pregunté: ¿por qué estoy tan feliz? Sin respuesta abrí muchas más #2', de Alejandro Leonhardt.

“Pesadilla hecha realidad”, grita uno de los dibujos de Ida Applebroog en Marginalias. La letra es muy pequeña, no está en mayúscula que es lo que hoy entenderíamos por escribir chillando. Pero es el grito con el que comienza la obra de esta artista. Dibujos que realizó en 1969 en el Mercy Hospital (San Diego, EE UU), donde estuvo ingresada para recuperarse de una depresión. Este es el embrión de una carrera que recorre los intereses y preocupaciones de esta artista multidisciplinar: la violencia, el poder, las pol...

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“Pesadilla hecha realidad”, grita uno de los dibujos de Ida Applebroog en Marginalias. La letra es muy pequeña, no está en mayúscula que es lo que hoy entenderíamos por escribir chillando. Pero es el grito con el que comienza la obra de esta artista. Dibujos que realizó en 1969 en el Mercy Hospital (San Diego, EE UU), donde estuvo ingresada para recuperarse de una depresión. Este es el embrión de una carrera que recorre los intereses y preocupaciones de esta artista multidisciplinar: la violencia, el poder, las políticas de género o la sexualidad femenina. Temas, que a sus 91 años, siguen en plena actualidad. Necesaria retrospectiva en el Reina Sofía, tan terapéutica como desgarradora.

“Pesadilla hecha realidad” es también un sentimiento global después de año y medio de pandemia. Pocos lo aventuraron aquella lluviosa tarde del domingo 1 de marzo de 2020 en Madrid, cuando la pasada edición de Arco echaba el cierre. Todavía parecía que se le podían poner puertas al virus (qué naif), como quien le quiere poner puertas al campo. Aunque la naturaleza se rebela y lanza señales de aviso. Aliadas con ella están la artista suiza Claudia Comte y la comisaria Chus Martínez, cuya colaboración ha llevado al Thyssen parte de los arrecifes de coral jamaicanos en Claudia Comte. After Nature, una instalación donde conviven la madera tallada y última tecnología, donde Comte saca la forma del centro de los grandes árboles caribeños como lo hacían los clásicos (Brancusi o Miguel Ángel con el mármol) y crea animaciones digitales. Todo forma parte de todo, como la noche forma parte del día ―los dos momentos se representan en la obra―, como los corales son animal y vegetal a la vez, tienen órganos sexuales masculinos y femeninos, les afecta lo que pase en la tierra y en el agua. No son ni una cosa ni la otra, son las dos. “Auténticamente no binario”, se define el coral que, en un vídeo, explica al espectador la muestra. Con un lenguaje y un personaje que lleva a territorios infantiles ―sello de la comisaria― se narra el fondo de un proyecto complejo en el que han trabajado más de dos años.

'After Nature', de Claudia Comte en el Museo Thyssen de Madrid.

“Pesadilla hecha realidad”, otra vez. En el caso de Latinoamérica las pesadillas se solapan. Pero hasta en las madrugadas más oscuras hay quien cumple sus sueños. Esto es Prelibros, el seguimiento del sueño de esos artistas para los que Arco marcó un hito en sus carreras. El comisario de la muestra, Mariano Mayer, ha seleccionado a ocho creadores latinoamericanos que han participado en alguna de las 10 ediciones anteriores de Opening, el espacio de la feria dedicado al descubrimiento de nuevas propuestas. Estos artistas plasman en la exposición circunstancias de un territorio que aún sufre los peores estragos de la crisis sanitaria por lo que estará poco representado en la feria. Prelibros, en Casa de América, pretende paliar ese efecto colateral de la covid. “La dificultad para viajar y para transportar obra la hemos transformado en una manera de trabajar y en un concepto. Hemos construido alrededor de la idea de envío”, explica Mayer. Por ejemplo, la pieza del chileno Alejandro Leonhardt, Abrí una caja y me pregunté: ¿por qué estoy tan feliz? Sin respuesta abrí muchas más #2, conformada por el comisario siguiendo las instrucciones del artista sobre cómo distribuir solapas de cajas en la base de cartón. Todos los materiales eran embalajes de lo que Leonhardt había pedido durante la pandemia: medicamentos, ropa, comida, material para trabajar…

El concepto de esta exposición se repite en Remitente, una nueva sección de Arco ―también comisariada por Mayer― con la misma finalidad. Esta muestra en pleno centro de Madrid es la única que se puede encontrar en la ciudad vinculada directamente con la feria. También esto es diferente este año. El cambio de fechas y la situación sanitaria han hecho que de las ferias que tradicionalmente orbitan en torno a Arco en febrero, solo una haya mantenido los mismos días de julio, Justmad. Semíramis González, su directora artística, sostiene que Arco mueve a coleccionistas internacionales como ninguna otra feria en España, por eso se mantuvieron en las mismas fechas, para que el tirón de la feria de Ifema les llegase. En estas circunstancias también se encuentran todas las exposiciones de PHotoEspaña. “Siempre beneficia que haya actividades profesionales de ámbitos cercanos. Será especialmente positivo para el festival Off. El público que viene específicamente a Arco está acostumbrado a visitar galerías”, asegura Claude Bussac, directora del festival. Los galeristas coinciden en que no puede ser negativo que distintos agentes del mundo del arte visiten la ciudad, pero también señalan la cercanía con el próximo Arco: “En poco más de medio año”, dice Daniel Cuevas. Pedro Gallego de Lerma, de La Gran, reconoce que no hay tensión ferial. En esta pandemia que no aparecía ni en los peores sueños, Arco funciona como cierre de temporada, mientras que la rentrée está a la vuelta de la esquina, de la sombrilla, por las fechas: Apertura en Madrid se celebrará los días 9, 10, 11 y 12 de septiembre.

Las pesadillas/reivindicaciones de las mujeres y de la naturaleza son un común denominador en las exposiciones de la ciudad. Ahí están, en el Centro Cultural Conde Duque, Amparo Sard y su Rompiendo el Mar, junto a Gabriela Bettini en la muestra colectiva El crimen perfecto, donde reitera uno de sus motivos habituales: la naturaleza como territorio colonizado. O en La Casa Encendida, Un encuentro vegetal bajo la premisa: las plantas dan sustento a todos los organismos vivos. Otra tónica son las exposiciones colectivas, bien puede ser para reunir los proyectos más destacados de entre los programados por las galerías madrileñas esta particular temporada: Panorama Madrid 01 en CentroCentro, la primera de un ciclo que pretende ser anual. O bien, Inéditos 2021, la ya clásica de La Casa Encendida, donde durante 20 ediciones ya se han dado oportunidades a comisarios menores de 35 años. Y mientras coleccionistas, curiosos, galeristas y demás fauna y flora relacionada con el arte contemporáneo recorran los pabellones de Ifema, en este centro, el día 9, se inaugurará Aún aprendo, de Jonathan Baldock, que pretende alertar sobre la necesidad de escuchar la naturaleza y que el ser humano vuelva a conectarse con el planeta.

A la izquierda, 'Benidorm' (1997), de Martin Parr y, a la derecha, 'Marbella', (1974). de la serie 'La Playa', de Pérez Siquier.PHE

Y en esta recurrente llamada de atención o conexión de los creadores con la naturaleza está el uso de las flores que hace Marina Núñez en Vanitas (Museo Thyssen), donde reinterpreta de manera ecologista y feminista los tradicionales bodegones florales, género al que tradicionalmente se relegaba a las pintoras. Hay una conexión entre esta artista palentina y la obra de la fotógrafa Lydia Anoz. Hortus conclusus se puede ver en La Real Sociedad Fotográfica: conceptuales imágenes cuidadísimas de estudio, naturalezas muertas...

Una exposición coqueta, un bombón para endulzar las pesadillas: Línea Dolca. Sí, como la marca de chocolate de la tableta que aparece en la primera de las 182 fotografías que se muestran en la galería 1 Mira Madrid. Imágenes salidas de la cámara de Juan Uslé, un estudioso de la luz, un pintor a una cámara pegado que inmortaliza instantes, fragmentos, que ayudan a quien los contempla a imaginar sus rutinas y a mirar a través de los ojos de este artista. Y después del chocolate, el marrón impregna la muestra, una siesta en La playa de la mano de Martin Parr y Carlos Pérez Siquier, donde las imágenes del cabo de Gata del segundo y de Benidorm del primero se hacen indistinguibles, parecen sacadas de la misma mirada, del mismo sueño veraniego y recuerdan la estación en la que se celebra Arco, una rareza que ojalá marcara el fin de la pesadilla.-

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