Kevin Shields: “Llevamos el volumen hasta un nivel cósmico”
El líder de My Bloody Valentine pasa revista a la historia de una de las bandas que definieron los noventa, coincidiendo con la reedición del grueso de su obra, disponible también en ‘streaming’
Kevin Shields es una leyenda. No solo porque con su grupo, My Bloody Valentine, este irlandés de 58 años publicó uno de los álbumes que definieron los noventa, Loveless; también por ser un minucioso mago del estudio con el que no van detalles como presupuestos o plazos. Desde aquel disco mítico de 1991, que enseñó a las futuras generaciones cómo hacer texturas perfectas, su grupo solo ha editado otro álbum, m b v, en 2013. En teoría hay uno nuevo en camino, pero podría llegar mañana, dentro de 10 años ...
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Kevin Shields es una leyenda. No solo porque con su grupo, My Bloody Valentine, este irlandés de 58 años publicó uno de los álbumes que definieron los noventa, Loveless; también por ser un minucioso mago del estudio con el que no van detalles como presupuestos o plazos. Desde aquel disco mítico de 1991, que enseñó a las futuras generaciones cómo hacer texturas perfectas, su grupo solo ha editado otro álbum, m b v, en 2013. En teoría hay uno nuevo en camino, pero podría llegar mañana, dentro de 10 años o nunca.
Si Shields está aquí es porque las reediciones remasterizadas de los discos que grabó para Creation (Isn’t Anything y Loveless) más la de m b v y los EP que publicaron entre 1988 y 1991 se reeditan por fin en su nueva discográfica, Domino. Antes de su llegada a las tiendas ya estaban agotadas y en una sola semana algunas han alcanzado precios escandalosos en el mercado de segunda mano. La buena noticia es que también están por fin en los servicios de streaming. Shields ha decidido dar un puñado de entrevistas por videollamada para promocionar estos lanzamientos desde su casa de Irlanda.
Pregunta. ¿Qué tal ha llevado la pandemia?
Respuesta. Vivo en el campo, a dos horas de Dublín. He estado aquí aislado y ha sido raro. Normalmente voy a Londres todos los meses. Creativamente ha sido bueno. Pero desde el punto de vista humano…
P. ¿Se puede decir que My Bloody Valentine empieza cuando se mudan a Londres?
R. En Dublín pasamos dos años, pero hacíamos rock de garaje. Cuando en 1985 llegamos a Londres de okupas, mucha gente se había mudado a los suburbios, había miles de casas vacías y era todo muy loco. Uno de los que vivían con nosotros intentó volar la casa. En 1987 cambiamos de rumbo. Un día hicimos un concierto con Biff Bang Pow, el grupo de Alan McGee, el dueño de Creation, y nuestro nuevo rumbo le gustó.
P. McGee contaba que su grupo era telonero de My Bloody Valentine y pensó: “¿Quiénes son estos niñatos?”. Pero que después del concierto les ofreció un contrato…
R. Fue así y grabamos un EP, You Made Me Realise. Fue la primera vez que tuvimos buenas críticas. Luego nos ofreció grabar un álbum, era la primera vez que teníamos tiempo para estar en un estudio, seis semanas. Con Isn’t Anything todo cobró sentido y nos convertimos en quienes somos.
P. En 1991 llega Loveless. Tardaron tres años en grabarlo y la leyenda dice que arruinaron a Creation.
R. La verdad es que, cuando empezamos, Creation no tenía ni mil libras. Durante la grabación, todas las cintas fueron requisadas cinco veces porque no pagaban el estudio. Pero cuando acabamos eran una compañía multimillonaria con artistas que daban mucho dinero. No nos pasamos del presupuesto porque Creation nunca nos dio uno. No fue más de lo que gastó Primal Scream haciendo Screamadelica. Los problemas llegaron porque no dejé que intervinieran: no les dejé entrar en el estudio, no tenían ni idea de lo que hacíamos y no cumplíamos los plazos.
P. ¿Por qué tarda tanto en terminar un disco?
R. Porque quiero estar al cien por cien seguro de que estoy contento con cómo suena. Y me da igual si tardo cinco días o 50. La grabación puede tomar solo 15 minutos, pero cómo sacar de eso el sonido que quiero, eso es más largo. Ahí es donde se va el tiempo.
P. Hoy Loveless es considerado una obra maestra.
R. Entonces las reseñas dijeron que estaba bien, pero nada más. Eran críticas con un “pero”: que habíamos llegado a un callejón sin salida, que no era lo bastante experimental… A finales de los noventa empezó a ser visto de otra forma. Según pasaba el tiempo, cada vez gustaba más. Y en los años dos mil fue cuando más y más grupos empezaron a reivindicarlo. Si Loveless ha llegado al estatus que tiene es por la gente, nunca hubo una gran campaña.
P. Después hacen una gira y desaparecen…
R. En 1993 nos metimos en el estudio con cierta actitud mainstream, pero la mesa que habíamos comprado fallaba todo el rato, y eso duró hasta febrero de 1994. En 1995, Colm, el batería, se fue y me tomó hasta 1996 rehacer el grupo. Entonces empecé a grabar m b v.
Fumo marihuana, pero nunca en el estudio. Quiero expresar una parte de mí que no está influenciada por las sustancias
P. ¿Empezó en 1996 un disco que se editó en 2013?
R. Sí, en septiembre o así. Trabajé hasta la primavera de 1997. La compañía dejó de darme dinero y en ese punto lo dejé y me fui con Primal Scream.
P. ¿Fueron esos años tan locos como se dice?
R. Fue una locura, pero muy positiva. Como son grandes fans de la música, estar con ellos fue un disfrute. A veces se les iba de las manos y la fiesta empezaba por la mañana y duraba todo el día, pero la mayor parte del tiempo la cosa iba de trabajar y luego divertirse. Tomaban muchas drogas, pero para hacer música y divertirse. Nada de heroína: cocaína, éxtasis, dexedrina, speed, esas sí. Estuve hasta 2002. En un parón de dos meses hice la banda sonora de Lost in Translation. Ellos ni se enteraron hasta que me nominaron para un Bafta.
P. ¿Qué importancia tienen las drogas en su música?
R. Fumo un montón de marihuana, pero nunca en el estudio. Quiero que se exprese esa parte de mí que no está influenciada por ninguna sustancia. Sí experimentábamos con la privación del sueño. Teníamos una edad en la que no dormir no significaba estar exhausto, sino en un estado psicodélico. Aunque tras Loveless me interesó más la meditación como método para lograr experiencias psicodélicas.
P. El grupo vuelve a aparecer en 2007.
R. En 2006 nos ofrecieron tocar en Coachella por mucho dinero. Les dije que gracias, pero no. En 2007 nos volvimos a juntar y nos dimos cuenta de que el mundo había cambiado. Si hacíamos directos, podíamos pagar el disco. No necesitábamos a nadie.
P. Esa fue la gira de 2007 y 2008. El volumen de aquellos directos era brutal, físicamente doloroso. Era como estar metido en la turbina de un avión. ¿Por qué tocaban tan alto?
R. Experimentamos llevando el volumen hasta un nivel cósmico. Empezó porque una vez estábamos ensayando y decidimos usar todos nuestros amplificadores y un pedal llamado Octavio que suena como un volcán en erupción. Lo hicimos una hora: la habitación vibraba, todo se caía y nuestro estado mental cambió, entramos en otro nivel de conciencia. El dueño del edificio oyó el ruido a un kilómetro de distancia.
P. En 2013 por fin llega m b v.
R. Empecé en 2006, con aquellas cintas que nunca habían dejado de sonar en mi cabeza. En 2009 tenía por fin dinero y me puse con ello. Y me llevó un tiempo.
P. ¿Y habrá algún otro?
R. Espero que sí, pero mi capacidad para ver el futuro es literalmente cero.
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