Entre Narnia y la Costa Brava
Edgar Cantero triunfa en Estados Unidos, y escribiendo en inglés, con historias inspiradas en referentes pop de los ochenta y noventa. Ahora publica en castellano su segunda novela
Vive en West Hollywood, como Johnny Depp y Katy Perry. Pero no es una estrella de cine ni una cantante de éxito. Es escritor. Creció fascinado con la idea de la América de cartón piedra, la América pop del cine de Steven Spielberg y Robert Zemeckis. Vio infinidad de sitcoms de risas enlatadas en las que había chicos llamados Zach y chicas llamadas Kelly. Y se dijo que el mundo en el que vivía, una Barcelona sin casas con jardín trasero ni crema de cacahuete, sin bicicletas con cesta para el walkie-talkie ni más o menos terroríficos bailes de fin de curso, no tenía nada que ver co...
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Vive en West Hollywood, como Johnny Depp y Katy Perry. Pero no es una estrella de cine ni una cantante de éxito. Es escritor. Creció fascinado con la idea de la América de cartón piedra, la América pop del cine de Steven Spielberg y Robert Zemeckis. Vio infinidad de sitcoms de risas enlatadas en las que había chicos llamados Zach y chicas llamadas Kelly. Y se dijo que el mundo en el que vivía, una Barcelona sin casas con jardín trasero ni crema de cacahuete, sin bicicletas con cesta para el walkie-talkie ni más o menos terroríficos bailes de fin de curso, no tenía nada que ver con aquello, pero ¿aquello existía realmente? “No, es solo una idea romántica. Pero a los americanos les encanta ver cómo la reproducimos. Les genera incluso cierta nostalgia”, contesta.
Su nombre es Edgar Cantero (Barcelona, 39 años) y tiene una historia: la de un escritor que triunfa en su lengua materna, el catalán, a los 25 años. Y que luego desaparece. O no del todo. Lo siguiente que se sabe de él es que sus libros pasan semanas y a veces meses en las listas de los más vendidos de The New York Times. No son libros que puedan encontrarse en su lengua porque están escritos en inglés. El caso es que son tan absolutamente devorables que sus giras por Estados Unidos pueden llegar a ser tan largas que un día su agente le dice que todo iría mejor si se mudara a Los Ángeles. Y eso es lo que hace. Y para entonces ya es un autor de éxito y recibe unos anticipos que convierten en algo portentosamente ridículo lo que había recibido hasta ese momento aquí.
Dormir amb Winona Ryder puso a Cantero en el mapa de lo literario catalán en 2007. Ocurrió con aquella novela algo parecido a lo que ocurriría años más tarde con Permagel, de Eva Baltasar. Que consiguió gustar tanto a la crítica como al público, y se convirtió en un pequeño fenómeno. Cantero publicó otra novela. No pasó nada extraordinario con ella. “No estaba cómodo de todas formas. Recuerdo fieras peleas con mis editores catalanes para que me dejasen escribir diálogos que no sonasen a algo normativo. Yo solo pensaba en expandir la lengua, pero es muy difícil cuando tienes encima al Institut de les Lletres y toda esa cultura tan normativa”, recuerda. Le encanta que el inglés “anime a crear palabras nuevas constantemente”, añade.
¿Por eso dio el saltó a ese idioma? “No. En realidad lo di porque me obsesioné con las novelas de casas encantadas y leí montones en inglés, y cuando me puse a escribir me di cuenta de que estaba todo el rato traduciéndome mentalmente y me dije: ‘¿Y si pruebo a hacerlo directamente en inglés?”. Fue así como surgió The Supernatural Enhancements (2014). ¿Y qué hizo cuando la terminó? “Busqué agente en Estados Unidos. Me metí en Internet y contacté con 78 agentes. Solo me contestaron tres, pero a los tres les encantaba. Una de ellas me dijo que era la clase de novela con la que podía conseguir un muy buen contrato. Y lo hizo”, contesta. El éxito fue considerable. Minotauro la publicó en España un año después. La tituló El factor sobrenatural.
Con Meddling Kids, su segunda novela, que acaba de publicar Insólita Editorial en español —con el guiño en portada a lo extravagante de que se trate de un “best seller de The New York Times”—, ocurrió algo distinto. “Cuando vivía en Gràcia tenía una pizarra en la que apuntaba ideas. Normalmente mis novelas surgen de la combinación de dos ideas. En el caso de Meddling Kids las ideas fueron Cthulhu y El Club de los Cinco”, cuenta. Es decir, imaginó una historia en la que el tentacular y monstruoso universo lovecraftiano se topaba con los chavales que investigaban misterios en las novelas de Enid Blyton. Pero ¿se puso a escribirla enseguida? No, esperó a ver qué opinaba su editor en Doubleday. “Les gustó la idea, pero no sabían quién era Blyton”, dice.
Cambió a Blyton por Scooby-Doo. En realidad, no lo hizo del todo porque mezcla referentes. Es decir, Andy “es la lesbiana butch que podría haber sido George —la protagonista de El Club de los Cinco— de mayor”, y Kerri, “la pelirroja guapísima de Scooby, pero siendo a la vez Vilma, la lista”. De los chicos, uno, Peter, está muerto, se suicidó porque no podía con lo que la fama le había hecho —llegó a ser un actor infantil famosísimo—, y el otro, Nate, acaba de salir del manicomio, porque todos son, sí, mayores y van a volver al lago Sleepy, a Blyton Hills, a acabar con el verdadero monstruo del lugar que no era un tipo disfrazado, como el que atraparon cuando eran críos, sino uno real y salido de nada menos que, cómo no, el Necronomicón.
La novela se publicó en 2017 y tuvo un éxito aún mayor que la primera. Fue entonces cuando su agente le recomendó instalarse en Estados Unidos y tratar incluso de meterse en el mundo del cine. Ya ha escrito el piloto de una serie —basada en una de sus novelas— con otro guionista, y ha terminado y publicado una tercera novela, This Body’s Not Big Enough For Both Of Us. Hace poco recibió un correo de una actriz de GLOW interesándose por los derechos de Meddling Kids. Parece que alguno de esos proyectos despega, pero Cantero sigue con los pies en la tierra. Aunque sea la tierra con la que soñaba de niño. “Para mí, estar en Los Ángeles es un sueño”, dice.
Lleva años, adelanta, escribiendo una especie de great Catalan novel fantástica, y en inglés, claro. “Es una cosa larguísima y superpersonal. Para ellos, aquí, los nombres de los pueblos catalanes parecen salidos de las novelas de Tolkien. Hablo de la Costa Brava como si hablara de Narnia. Hay algo de realismo mágico que en catalán sonaría distinto”, dice. A vueltas con la lengua y los editores de uno y otro lado del charco, añade: “Los catalanes no vemos nuestra lengua como algo poderoso y resistente, sino como algo raro y frágil, y a nuestros artistas y editores, como guardianes de ese tesoro. En Estados Unidos, los editores no se deben a causas tan abstractas; la mayoría están conformes con la idea de ser parte de la industria del entretenimiento”. La novela, por cierto, ya tiene contrato. Va a llamarse Heaven Park.
Meddling Kids. Edgar Cantero. Traducción de Christian Rodríguez. Insólita, 2021. 416 páginas. 22,95 euros.