La pasión experimental y ocultista de Kenneth Anger
La Cineteca de Madrid proyecta tres de los mejores trabajos del director, tan conocido por su cine psicodélico como por su libro ‘Hollywood Babilonia’
Antes que la web TMZ existió Kenneth Anger. Y antes de que Gaspar Noé descubriera las luces estroboscópicas, estaban las películas psicodélicas de creadores como el mismo Anger, mucho más al margen de la industria y del cine autor que cualquier enfant terrible actual. Anger, que ya ha cumplido 94 años, se ha reinventado con el paso de las décadas, y ha sabido navegar entre las turbias aguas del cotilleo literario (es el autor de los dos volúmenes de Hollywood Babilonia) y a la marginalidad del cine experimenta...
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Antes que la web TMZ existió Kenneth Anger. Y antes de que Gaspar Noé descubriera las luces estroboscópicas, estaban las películas psicodélicas de creadores como el mismo Anger, mucho más al margen de la industria y del cine autor que cualquier enfant terrible actual. Anger, que ya ha cumplido 94 años, se ha reinventado con el paso de las décadas, y ha sabido navegar entre las turbias aguas del cotilleo literario (es el autor de los dos volúmenes de Hollywood Babilonia) y a la marginalidad del cine experimental. El próximo sábado 20 la Cineteca de Madrid proyectará Invocation Of My Demon Brother (1969), Lucifer Rising (1972) y The Man We Want To Hang (2002), tres de los mediometrajes de Anger en copias en 16 mm procedentes de París. Será un buen momento para transportarse a otro tiempo y a otro lugar, a un mundo marcado por el ocultismo, la pasión por Aleister Crowley y la música rock, y recordar a un cineasta que ha influido en generaciones posteriores de realizadores de vídeos musicales y de artistas arietes del cine guerrilla.
Anger nació como Kenneth Wilbur Anglemyer en Santa Mónica (California) en 1927, y su vida ha sido pura pulsión por el cine en todas sus vertientes. Hijo de actores, nieto de una reputada diseñadora de vestuario del cine mudo, él mismo fue intérprete infantil: a los cinco años ya hizo de príncipe en Sueño de una noche de verano (1935), de Max Reinhardt. No llegó a más en la interpretación, que no en el cine: su instituto estaba pegado pared con pared a los estudios de la Twentieth Century Fox, y desde sus ventanas espiaba los rodajes. Ya entonces Anger dirigía películas caseras como Ferdinand the Bull (1937) o Who Has Been Rocking My Dreamboat (1941), que él definió como su primer trabajo decente. En un pase de películas experimentales conoció a Curtis Harrington, uno de los pioneros del Queer Cinema estadounidense, y con él Anger dio dos pasos que cambiaron su vida: juntos fundaron una productora para sus películas, Creative Film Associates, y Harrington le descubrió la figura del británico Aleister Crowley y su teoría filosófica Thelema. Crowley fue uno de los primeros pensadores occidentales en importar filosofías orientales, en un cóctel de mística budista, yoga y alucinógenos, al que felices se apuntaron años después los músicos rockeros (Crowley sale en la portada del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles). Sin embargo, debido a que Crowley invocaba demonios que requerían sacrificios de sangre -y aunque se burlaba y despreciaba la magia negra-, la leyenda y sus sucesivas generaciones de seguidores han alterado sus textos y sus enseñanzas tras su muerte, en 1947, convirtiéndole en el gran satanista. Toda la obra fílmica de Anger quedó marcada por Thelema, especialmente por el lado de la imaginería cosmogónica egipcia.
Esos años de instituto y de estudios en la universidad de Southern California sirvieron para que descubriera su homosexualidad, y para que la plasmara en Fireworks (1948), filme con pinceladas eróticas por el que fue detenido: en aquel tiempo en EE UU la homosexualidad todavía era un delito. Huyendo de un país cuyo ambiente se iba enrareciendo por la caza de brujas, Anger –que ya se había cambiado de nombre- se mudó a París, y allí se hizo amigo de Jean Cocteau y trabajó en la Cinemateca francesa bajo las órdenes de su mítico director, Henry Langlois. Siguió filmando, creando (él recuerda esa temporada, que incluyó una estancia en Roma, como de las más felices de su vida) y solo volvió a EE UU obligado por la muerte de su madre en 1953: tenía que estar físicamente presente para recibir la herencia. Al año siguiente filma Inauguration of the Pleasure Dome, otro mediometraje thelemita, que le sirvió para que le invitaran a diversos festivales europeos: aprovechó para quedarse en este continente junto a su amigo –la figura paternal que siempre echó en falta- el sexólogo Alfred Kinsey.
Esa burbuja de felicidad en la que vivía Anger estalló con la muerte de Kinsey. Apesadumbrado, volvió a París, pero allí tampoco halló el Shangri-la que había disfrutado años antes. Y su depresión aumentó con sus problemas económicos, por lo que decidió reunir –y hay que decirlo, ficcionar- los rumores que había escuchado y recopilado a lo largo de sus vivencias en la meca del cine: en 1959 se publicó en Francia Hollywood Babilonia, un compendio de carnaza, sexo, asesinatos, ídolos caídos y regodeo en el barrizal de las cloacas de lo que él mismo llamaba el bulevar de los sueños truncados. Hay que reconocer que el libro, que no se editó en EE UU hasta 1974, fascina tanto por su material como por su estilo ampuloso y su habilidad para subrayar el detalle escabroso. En 1999, con motivo de un homenaje en el festival de Gijón, Anger se definió en EL PAÍS como “un poeta del cine y detective de archivos”.
Las siguientes décadas, Anger vivió de las rentas del libro, de becas de fundaciones para realizar cine experimental y de amigos como Mick Jagger, Jimmy Page o Keith Richards. Las dos primeras piezas que se proyectan en la Cineteca, Invocation of My Demon Brother (1969) y Lucifer Rising (1972), son un batiburrillo de sus pasiones. En la primera Mick Jagger se hizo cargo de la banda sonora, un bucle de sonido repetitivo que poco a poco altera su cadencia, y el mismo stone aparece en imágenes de conciertos. La segunda, que logró rodar en Egipto con becas, ahonda en la idea del eón de Horus, el advenimiento de una época de autoconocimiento según Crowley. Aunque finalizada en 1972, Anger llevaba con ella desde 1968, y su banda sonora actual la remató en 1981. Actúan Anger, Chris Jagger (hermano de Mick), Marianne Faithfull, Jimmy Page (que iba a componer la banda sonora y que acabó enemistado con Anger)… Psicodelia y desnudos masculinos a tope.
De 1982 a 1999 Anger se retiró del cine, que no del cotorreo: en 1984 publicó Hollywood Babilonia II. Recuperó la cámara para The Man We Want to Hang, la tercera pieza de la Cineteca, en la que filma pinturas de Crowley expuestas en una galería en Londres. Más que una película, es el canto de amor a la obra de su maestro.
Anger vive hoy retirado. En un cajón guarda Hollywood Babilonia III: “Hay un apartado entero dedicado a Frank Sinatra y sus problemas con las drogas. No pude publicarlo en la segunda parte porque Sinatra estaba vivo y era violento y vengativo. Si todavía no ha salido el libro es porque un capítulo está dedicado a la Iglesia de la Cienciología, un culto que considero peligroso”, contaba en 1999. Hubiera disfrutado de la sesión en la Cineteca: “Me gusta montar, remontar, mezclar vídeo y animación, y que la gente se siente a verlo”.