Guía de viajes sin desplazamiento
‘Medicina sagrada’, de Cody Johnson, es un manual divulgativo para entender la historia y la actualidad de las sustancias psicodélicas tras años de estigma
Cody Johnson (Boston, 34 años) probó el éxtasis y decidió consagrar su vida a experimentar y dar a conocer el poder transformador de los psicodélicos. Su misión divulgadora empezó a concretarse en 2013 cuando abrió un blog sobre la actualidad científica y cultural de estas sustancias que, tras años de estigma, viven un renovado interés por sus virtudes terapéuticas en el tratamiento del dolor, la depresión, el estrés postraumático, las adicciones o la angustia existencial.
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Cody Johnson (Boston, 34 años) probó el éxtasis y decidió consagrar su vida a experimentar y dar a conocer el poder transformador de los psicodélicos. Su misión divulgadora empezó a concretarse en 2013 cuando abrió un blog sobre la actualidad científica y cultural de estas sustancias que, tras años de estigma, viven un renovado interés por sus virtudes terapéuticas en el tratamiento del dolor, la depresión, el estrés postraumático, las adicciones o la angustia existencial.
Medicina sagrada, su primer libro, es un ensayo organizado como un manual que aborda la historia y el uso tanto de compuestos químicos de reciente aparición como de plantas que han acompañado al ser humano desde hace milenios. No incluye posología, pero describe la variedad de estados alterados de conciencia que provocan psicodélicos clásicos como el LSD, el peyote, la ayahuasca o los hongos psilocibios; empatógenos como el MDMA (vulgarmente llamado éxtasis); disociativos como la ketamina; y sustancias que el autor cataloga como únicas, entre las que incluye la Amanita muscaria, la iboga o unas especies concretas de peces y esponjas de mar con alcaloides apenas estudiados.
Sin renunciar al apunte erudito ni al sentido del humor, este ensayo tiene en la síntesis su mejor baza. Con epígrafes pensados para la consulta puntual, su lectura completa constituye una buena introducción a este proceso en marcha que se ha dado en llamar renacimiento psicodélico, lleno de personajes singulares y debates que cuestionan la visión compartimentada de la realidad, difuminando las fronteras entre la religión, la ciencia, el arte o la política.
Fuera del armario psicoactivo
La fascinación con la que la psiquiatría recibió la llegada del LSD y su posterior popularidad en la generación de los sesenta quedaron interrumpidas con la prohibición; su uso se mantuvo en cenáculos de psiconautas, pero la investigación científica se paró por completo y la mala prensa y las campañas gubernamentales terminaron por arrinconar los psicodélicos a un lugar siniestro en el imaginario colectivo.
Con el nuevo siglo, sin embargo, los psicodélicos se encuentran en un proceso de reconocimiento gracias a una segunda ola de investigación científica y al activismo de autores como Cody Johnson, que se dirige al gran público sin enredarse demasiado en desmentir las falsedades del discurso prohibicionista, centrándose en las sustancias en sí, sin soslayar los efectos adversos, pero poniendo de relieve su utilidad en la salud y en la enfermedad, aquello que las hace interesantes y explica que no hayan caído en el olvido.
Hace unos años, cuando las soluciones punitivas se cargaban de razones morales y las drogas representaban la encarnación del mal, habría sido impensable la naturalidad con la que Cody Johnson aborda este “viaje por la historia y las tradiciones de las plantas maestras y las sustancias psicodélicas”; su entretenida pedagogía se habría confundido con una provocación y su presentación en un volumen de elegante diseño se habría tomado como un reclamo peligroso. Medicina sagrada, en su fondo y en su forma, está en sintonía con el movimiento internacional que invita a salir del armario psicoactivo, lo que no quiere decir que su autor haga apología del consumo, sino que opta por informar dando por supuesto que es posible un uso razonable de estas drogas.
Nuevas contradicciones
En los márgenes de la industria editorial nunca han dejado de publicarse revistas y libros sobre el tema —con hitos como la Historia general de las drogas (1989), de Antonio Escohotado—, y, desde el inicio de Internet, no han faltado foros como Erowid en los que encontrar información de primera mano. Este ensayo, sin embargo, forma parte del cambio de paradigma que se está dando en Estados Unidos, con títulos lanzados por grandes editoriales, como Qué día más bueno, de Ayelet Waldman, y Cómo cambiar tu mente, de Michael Pollan.
De la contracultura al mainstream, el interés popular en torno a los alucinógenos trae nuevas contradicciones que también están presentes en estos libros. A saber, la obsesión con la medicalización del fenómeno, el abuso de lo místico como explicación o la visión chovinista que olvida la labor pionera de algunos investigadores fuera de Estados Unidos, en Suiza, Alemania o la misma España, donde ya desde los noventa se venía contribuyendo al actual renacimiento.
El pretexto medicinal responde aquí a una estrategia posibilista que sigue el ejemplo de la marihuana, cuya promoción terapéutica ha cambiado su imagen social propiciando su regulación en Canadá, Uruguay y gran parte de Estados Unidos. La aprobación medicinal se entiende como el paso obligado para acabar con la prohibición general de los psicodélicos y permitir así su uso por parte de adultos que quieran beneficiarse de ellos. Podemos pensar que el concepto de medicina se amplía y abarca tanto la cura y el alivio de los enfermos como el bienestar de los sanos, pero, a veces, tanto hablar de lo terapéutico banaliza la medicina y perpetúa el estigma hacia lo recreativo.
Y algo parecido puede decirse de la insistencia en lo sagrado. A grandes rasgos, los psicodélicos, al desactivar temporalmente los automatismos mentales y las convenciones que ordenan nuestra percepción, proporcionan una experiencia cumbre que nos devuelve el asombro y la reveladora sensación de ver con nuevos ojos, trascendiendo la dualidad entre sujeto y objeto y haciendo posible el cambio de conciencia en “el núcleo mismo de nuestro ser”. Se insiste por ello en que el estudio de los psicodélicos aúna la ciencia y la espiritualidad, pero el verdadero desafío está, al menos para los que creemos en la materialidad del fenómeno, en explicarlo sin recurrir a conceptos místicos que cargan con un confuso sentido religioso.
Medicina sagrada participa inevitablemente de estos sesgos, lo que no puede considerarse demérito, siendo como es un libro divulgativo. Más censurable son algunos descuidos. Por ejemplo, en la entrada referida al cannabis, da por buena la distinción entre sativas e índicas —una clasificación morfológica que no sirve para una planta mil veces cruzada ni ayuda a evaluar sus efectos— y olvida mencionar el sistema endocannabinoide que, desde su descubrimiento en los noventa, está permitiendo desentrañar los efectos tan diversos que tiene la planta y entender sus muchas aplicaciones. De las 23 sustancias tratadas en el libro, el cannabis es de lejos la más estudiada por la ciencia, de ahí que sorprenda que sea el capítulo menos documentado del conjunto.
En cualquier caso, estas faltas no empañan el valor general de esta guía de viajes sin desplazamiento, una panorámica apasionante del mundo de los psicodélicos, esos grandes hallazgos de la civilización.
Fidel Moreno es director de la revista Cáñamo.
MEDICINA SAGRADA
Autor: Cody Johnson.
Traducción: David Muñoz Mateos.
Editorial: Errata Naturael, 2020.
Formato: tapa blanda (256 páginas, 21,50 euros).