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Un negocio de familia: la sorprendente ruta de una constructora multimillonaria

Después de servir en el ejército en Irak y Afganistán, convertirse en policía, casarse y ser padre, un favor imprevisto hizo a Joshua Albarez regresar a un oficio que lleva en la sangre

Constructor y Directora de Operaciones viendo el avance de obra.
Constructor y Directora de Operaciones viendo el avance de obra.Enrique Suárez Carlos Suárez

Cuando parecía que Joshua Albarez había conseguido todo lo que quería en la vida: era oficial de policía, su sueño desde niño, había conocido “accidentalmente” a su esposa Tiffany, y construido con ella una linda familia, una circunstancia inesperada lo inspiró a apostarlo todo con vigor e ilusión por un negocio al que, aunque le corre por las venas, nunca pensó dedicarse.

De Joshua puede decirse que nació equipado para construir. “Desde que tenía 12 o 13 años acompañaba a mi padre a trabajar en San Antonio. En esa época mi abuelo paterno tenía una empresa de montaje de estructuras de acero y mi papá y sus dos hermanos trabajaban de supervisores, dirigiendo las cuadrillas de constructores”, cuenta Joshua. “Ellos tenía varias cuadrillas que trabajaban acá y a veces en México, pero siempre necesitaban ayuda. Así que pasé muchos veranos recogiendo basura, alcanzando herramientas. Una de las primeras cosas que aprendí fue a arrojar las herramientas a los trabajadores que estaban hasta a 40 pies de altura”, cuenta.

Como todo adolescente, prefería quedarse en casa paseando en bicicleta o jugando con los amigos, pero esta circunstancia le ayudó aprender desde temprana edad un oficio que años más tarde le permitiría darle un cambio radical a su vida. “A medida que crecía fui aprendiendo más cosas, hasta que la construcción se convirtió sin que me lo propusiera en parte de mi vida”, explica.

Arquitecto y Constructor conversando.
Arquitecto y Constructor conversando.Enrique Suárez Carlos Suárez

Después de desmovilizarse a los 22 años del cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, donde estuvo enrolado por cuatro años —y en los que participó en misiones en Irak, por siete meses entre 2007 y 2008, y en Afganistán por seis, en el 2009—, su padre, Mark Albarez, ya tenía una compañía propia recién creada y estaba trabajando en el acero de una construcción en Round Rock, un pueblo al norte de Austin. “Era un edificio comercial, un supermercado que se llamaba La Michoacana Meat Market. Él necesitaba ayuda y yo necesitaba dinero”, recuerda. “Así que inmediatamente empecé a trabajar en la construcción porque era lo que tenía a mano, un trabajo que me resultaba fácil, y que sabía hacer”.

Después Joshua se convirtió en oficial de policía, que siempre fue lo que quiso ser desde niño, y como si de una película se tratara, así fue como conoció a su esposa Tiffany. “Era policía en la ciudad donde ella administraba varios complejos de apartamentos. Una mañana nos llamó a la estación porque encontró el portón de un estacionamiento dañado. La noche anterior yo había trabajado en el turno nocturno y respondí a una llamada porque una mujer ebria se estrelló contra ese portón y su auto se incendió. Así que respondí a esa llamada por la noche, y luego, a la mañana siguiente, a la de Tiffany. Y ya ella te contará el resto”, bromea Joshua.

Leyendo planos de invernadero en una granja.
Leyendo planos de invernadero en una granja.Enrique Suárez Carlos Suárez

“Boy, that was just the meet-cute, if you will”, dice riendo Tiffany. Un lindo encuentro inesperado que dio pie a una profunda amistad. “Nos hicimos muy buenos amigos. Fue entrañable encontrar a alguien que tuviera tantas cualidades que coincidieran con mi visión de la vida, mi actitud, mi perspectiva en general. Nos emparejamos en todo, música, comida, actividades, todo estaba a la par. Luego, Josh, siguió viniendo y abriéndose camino hasta que un buen día me invitó a salir”, cuenta Tiffany. “Así fue como empezó todo”.

Nada indicaba que se les avecinara ningún cambio radical en su vida. De hecho, Joshua, quien eventualmente ayudaba a su padre en algún trabajo de construcción, continuaba como oficial de policía, cuando nació Maverick, el hijo en común de la pareja —Tiffany tiene dos hijos de un matrimonio anterior que él ha ayudado a criar desde pequeños—, y tomó tres meses de licencia de maternidad. Cuando se acercaba el tercer mes, su papá le pidió ayuda en un trabajo de construcción. “Lo hice principalmente para ayudarlo, porque sabía que era difícil poder terminar ese trabajo solo. Pero mientras estaba allí trabajando noté que este era un ritmo diferente para mí, que se me acomodaba bien, después de ser policía durante tanto tiempo”, recuerda Joshua de lo que puede ser considerado su Eureka moment. “Uno de esos días, cuando regresé a casa le pregunté a Tiffany: ¿qué te parece si comenzamos nuestra propia compañía de construcción? Ella fue realmente la que me animó a hacerlo. Me dijo: ‘Hagámoslo. ¿Por qué no?’. Yo estaba un poco dudoso porque era abandonar un trabajo seguro, un sueldo estable”.

El optimismo con que Tiffany respondió a la idea se explica por la gran seguridad que tiene en su propia capacidad y en la de su esposo. “Tengo una inmensa experiencia en gestión de operaciones. Así que sabía cómo iniciar la empresa y Josh conoce mucho de construcción”, explica la joven graduada de administración empresarial en West Texas A&M University con una maestría en gerencia de la construcción por la Universidad Estatal de Texas. “Aun así, hemos tenido que superar muchas barreras, como el machismo en la construcción. También vivimos juntos, trabajamos juntos. Lo hacemos todo juntos. ¿Dónde está el límite entre ser esposos y tener una empresa juntos? Eso también ha sido un obstáculo. Pero, a pesar del desafío, es extremadamente gratificante, porque estamos creando esta riqueza generacional. Estamos creando esta empresa en la que nuestros hijos pueden participar si lo desean en el futuro”.

Trabajador taladrando puerta de aluminio de un invernadero dentro de una granja.
Trabajador taladrando puerta de aluminio de un invernadero dentro de una granja.Carlos Rafael Suarez

Más de tres décadas y varias compañías de construcción después, lo que le ha permitido a Albarez Construction, una compañía moderna y eficiente con proyectos multimillonarios, conseguir un éxito que le fue elusivo a generaciones anteriores es precisamente la preparación y el camino que estos les pavimentaron. Ellos son la punta del iceberg en la que se resume el trabajo y la historia de resiliencia y creatividad de tres generaciones de mexicoamericanos emprendedores y trabajadores. “Diría que en cuanto a mi lado de la familia, ellos solo estaban tratando de sobrevivir cuando fundaron sus negocios de construcción, que es una ocupación tan peligrosa, en un mercado extremadamente volátil. Mientras que yo tuve la oportunidad de conocer el negocio a través de ellos y educarme. Tomar decisiones más informadas. Creo que eso nos permitió estar donde estamos hoy”.

Tiffany está de acuerdo. “Nuestras familias estaban enfocadas completamente en la supervivencia, cómo llegar aquí y vivir el sueño americano. Y, ¿qué era el sueño americano? Ni siquiera creo que lo hayan tenido muy claro o lo hayan alcanzado. Se limitaban a llevar comida a la mesa y comprar las cosas que necesitaban. Así que para su abuelo, el mero hecho de tener una compañía ya era una victoria, era signo de que estaba logrando cosas grandiosas. Creo que esa es la diferencia entre Josh y las generaciones anteriores, que nosotros tenemos otras prioridades. Nosotros queremos que nuestra compañía sea sostenible y rentable, queremos construir algo monumental”.

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