Pilar Quintana: poder femenino en las letras

Una de las voces más reconocidas de la literatura latinoamericana, su novela Los abismos obtuvo el premio Alfaguara en 2021. Ha liderado uno de los proyectos editoriales más importantes del país: la Biblioteca de Escritoras Colombianas, que visibiliza autoras desde la Colonia hasta la mitad del siglo XX

Pilar Quintana, el 21 de enero de 2021.IVAN VALENCIA

A Pilar Quintana, su papá –médico de profesión– le enseñó a descubrir el enorme conocimiento que guardan libros y a buscar en ellos las respuestas a sus interrogantes. “Cuando tenía preguntas, él me respondía llevándome a los libros para que sacara mis propias conclusiones”, recuerda. Uno de los primeros regalos que le dio fue la enciclopedia El mundo de los niños, que ella pasaba horas explorando; sus tomos favoritos explicaban las maravillas del mundo y mostraban importantes obras de arte; otro titulado Hazlo tú mismo invitaba a armar su propia historia. “Esa fue mi formación como lectora”, dice.

A los 6 o 7 años comenzó a escribir. Describe esas primeras composiciones como poemas. “Eran líneas cortas, una debajo de la otra —viéndolo hoy era narrativa—, que contaban la historia de un payaso, con su cara pintada de risa y la tristeza por dentro. El tema me parecía fundamental, y, en cierta forma, sigo escribiendo sobre eso. Mi novela más reciente, Los abismos, trata de esa distancia entre la máscara que nos ponemos y lo que pasa en nuestro interior”, explica. El libro, ganador del Premio Alfaguara en 2021, relata episodios de la infancia de Claudia, entonces una niña de 8 años que narra, sin juzgar, cómo impactó a su mamá el haber vivido en una sociedad que imponía a las mujeres el rol de madre, entre otras cosas.

La escritura ha sido para Quintana su forma de relacionarse con el mundo, de entenderlo y de procesar sus percepciones y sentimientos. Piensa que esos poemas iniciales sobre el payaso, y publicaciones posteriores, quizá estén inspirados en la impresión que le causó la importancia que se les daba a las apariencias en Cali, ciudad en la que nació, en 1972.

“Desde chiquita percibí que había algo mal en ello y necesité la literatura para explorarlo. También para decir lo que no podía. Fui muy criticada porque no encajaba en el molde. Era crespa y mal hablada. Comencé a escribir lo que no se valía expresar”, cuenta.

A los 14 años decidió ser escritora y desde entonces no ha puesto en duda su elección. Ni siquiera durante un periodo particularmente difícil en el cual murió su padrastro, con quien se había criado desde los 3 años, y en el que solo tuvo plata para comer lentejas y arroz a lo largo de dos meses, y hasta cocinó con leña del monte porque no tenía para comprar gas.

“Recientemente estuve hablando con un periodista español sobre La perra y me dijo que yo ahí narraba la pobreza. Él la conocía porque había sido pobre y supo que yo también”, afirma. Aquella novela, quizá la más popular de Quintana, cuenta la historia de Damaris, una mujer del Pacífico colombiano que, llegando a los 40, vive con la tristeza de no haber podido ser madre. El jurado que le otorgó el Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana en 2018 –uno de los más importantes del país– resaltó cómo aquel libro deja “un recuerdo hondo y preciso, cargado de belleza, de anhelos y de dolores humanos”.

Quintana vivió cerca de Buenaventura durante nueve años. Allí observó y conoció a mujeres como Damaris. Compró un lote frente al mar, tras regresar de un viaje mochilero por Suramérica y un periplo por Nueva York, India, Australia y Nepal. Quería vivir una vida sencilla dedicada principalmente a la escritura. “Para mí era imposible vivir en una ciudad y tener un trabajo al que le dedicara mis mejores horas y luego llegar cansada a escribir. Si tenía una vida lo más sencilla y barata, podía dedicarle tiempo de calidad a la escritura”.

De joven había tenido esa experiencia de dedicarle horas de calidad a trabajos en los que no desarrollaba su obra. El primero le gustó, el segundó no. Tras graduarse de Comunicación Social en la Universidad Javeriana, en Bogotá, trabajó tres años como libretista. Esa experiencia fue una magnífica escuela de escritura, dice. Le enseñó a contar historias que atrapan al lector y lo sumergen en la narrativa. “Yo escribo como guionista porque quiero poner en escena la situación. No quiero que el lector sienta la presencia del escritor, sino que se meta en la historia con los personajes y vaya sintiendo con ellos, como ocurre cuando se ve una película”, explica.

Luego trabajó dos años en una agencia de publicidad. Escribió manuales, anuncios publicitarios y cuñas de radio. Estas últimas reflejaban su talante de libretista y escritora creativa. “Eran dramatizaciones de dos personas hablado”, recuerda. Imaginarse a los 50 en aquella oficina la impulsó a renunciar, vender su apartamento e irse de viaje. Tenía 29 años, ganas de vivir plenamente y de recorrer Suramérica.

Quintana es una reconocida voz en la literatura colombiana y latinoamericana. A esa posición privilegiada ha llegado a punta de escribir bien y de narrar la realidad como la ve. Aunque a veces tilden su literatura de feminista, para ella no lo es; por lo menos no de manera directa. “No quiero ejercer el feminismo ahí. Quiero contar el mundo como lo veo. Lo que pasa es que lo veo machista; entonces pongo un espejo”, explica.

Sin embargo, sí se siente feminista liderando y editando el proyecto Biblioteca de Escritoras Colombianas. Aquella idea de rescatar las obras de autoras colombianas que estaban descatalogadas o no habían tenido la divulgación que merecían surgió luego de que, en 2017, el país reuniera a una delegación de diez escritores hombres y blancos para el evento de cierre del Año de Intercambio Cultural y Artístico con Francia. Los colombianos manifestaron su indignación en redes con el hashtag #ColombiaTieneEscritoras. Aquello hizo a Quintana preguntarse a cuántas conocía.

El Ministerio de Cultura apoyó su idea de publicar una colección de obras de teatro, cuentos, novelas y poemas de escritoras colombianas de todo el país –blancas, mestizas, negras, raizales e indígenas–, desde la Colonia hasta la mitad del siglo XX. “Me perdonarán lo creída, pero creo que ahí estoy haciendo un trabajo importante para el país porque se trata de recuperar un patrimonio que estaba escondido, y significativo para mí como escritora, porque me ha permitido conocer mi tradición literaria y reconocerme en ella”, dice. El trabajo lo realizó de la mano de un comité editorial compuesto por escritoras, editoras, gestoras culturales y libreras.

Actualmente, Quintana trabaja en una segunda edición de la Biblioteca de Escritoras Colombianas, que recopilará obras de cien autoras, y en septiembre terminó el primer borrador de su nueva novela.

*Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.

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