Colombia anuncia que se sumará al gran plan estratégico de China, la Nueva Ruta de la Seda

El viceministro de Relaciones Exteriores, Jorge Rojas, asegura que el país sudamericano negocia los detalles de su entrada a la iniciativa de La Franja y la Ruta del gigante asiático

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, y su homólogo chino, Xi Jinping, durante una ceremonia de firma celebrada en el Gran Salón del Pueblo, en Pekín, China, el 25 de octubre de 2023.Pool (Getty Images)

Colombia se propone formar parte de la iniciativa de La Franja y la Ruta, el nombre oficial de la Nueva Ruta de la Seda, el megaprograma de infraestructuras con el que China busca conectarse al mundo y reforzar su posición geoestratégica. Así lo anunció este jueves por sorpresa el viceministro de Relaciones Exteriores, Jorge Rojas, un funcionario muy cercano al presidente Gustavo Petro, con ocasión de la celebración de los 75 años de la República Popular China.

“Colombia entrará en La Franja y la Ruta de China después de una negociación en la que reconozcamos prioridades y necesidades de ambos países, con una visión plural e intersectorial que fortalezca una relación diplomática que se acerca a 45 años”, escribió el diplomático en sus redes sociales. El embajador Zhu Jingyang agradeció el gesto de inmediato, y aseguró que Pekín está dispuesta a “acelerar la negociación pertinente, respetando y colaborando con las prioridades y necesidades de Colombia”. Se trata de un inesperado giro diplomático que ha pasado casi desapercibido.

Como ha ocurrido también en el resto de América Latina, la influencia china en Colombia ha crecido en tamaño y alcance durante los últimos años. En la región, más de una veintena de países se han adherido a la iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), que se puso en marcha en 2013 y es financiada por el Gobierno chino para invertir en infraestructuras como represas, ferrocarriles, carreteras y puertos –Pekín también introdujo el concepto de la ruta de la seda digital en la iniciativa–. Aunque Colombia no se ha adherido todavía al BRI, los proyectos más grandes de infraestructura en transporte y minería en los últimos tiempos han sido adjudicados a empresas del gigante asiático.

En el pulso entre grandes potencias, Estados Unidos, el principal socio comercial y militar de Colombia, se ha mostrado preocupado por la influencia que pueda ejercer Pekín sobre Bogotá. El presidente Petro ha mantenido una relación bastante cordial con el gigante asiático, y nombró embajador al cineasta Sergio Cabrera, con profundos lazos con la República Popular China. También visitó hace un año a su homólogo Xi Jinping, pero entonces no llegó a declarar su intención de sumarse a la iniciativa de La Franja y la Ruta. Los dos países sí elevaron entonces sus relaciones diplomáticas con ocasión de esa visita de Estado, y pasaron a considerarse “socios estratégicos”.

“Es una señal de que Colombia está tratando de jugar en serio a balancear sus alianzas geoestratégicas por fuera de Occidente”, apunta Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis. También es un aviso de que pase lo pase en las elecciones de Estados Unidos, Colombia quiere ser tenido en cuenta como un país que no esté necesariamente anclado a la política exterior norteamericana, agrega este analista. El Gobierno de Petro, añade, le apunta a una ambigüedad estratégica. “Si gana Kamala Harris y no Donald Trump, se podrá interpretar como una torpeza porque cada vez más hay un punto de vista unánime en Estados Unidos de que China es un adversario, y los que están alineados con él no deberían recibir beneficios comerciales, o asistencia humanitaria, económica o militar, como es el caso de Colombia”.

Las inversiones chinas en Colombia parecen estar en todas partes. Así lo evidencia que ese rubro se triplicó entre 2021 y 2022. Entre los proyectos más ambiciosos está la primera línea del metro de Bogotá, adjudicada a un consorcio de China Harbour Engineering Company y Xi’an Rail Transit Group. El presidente Petro ha insistido en soterrar al menos un tramo, a pesar de que el plan aprobado contempla una línea elevada que ya está en marcha –y de que los diplomáticos chinos han deslizado a los colombianos que no quieren abordar ese tema–. Esa insistencia ha provocado innumerables choques con los gobernantes de Bogotá, antes con Claudia López y ahora con Carlos Fernando Galán, que se propone seguir adelante con el diseño original.

China se mantiene como el segundo socio comercial más importante de Colombia, con intereses en expansión en infraestructura, ferrocarriles y tecnología, entre muchos otros sectores. Las relaciones entre Bogotá y Pekín se han profundizado con los últimos mandatarios. Juan Manuel Santos (2010-2018) desplegó esfuerzos diplomáticos en Asia y el Pacífico: firmó un TLC con Corea del Sur, discutió otro con Nueva Zelanda y creó la Alianza del Pacífico –junto a Chile, Perú y México–. También empezó a negociar un TLC con China en 2015, que nunca llegó a concluirse, y visitó ese país. Su sucesor, Iván Duque (2018-2022), mostró interés en fortalecer los lazos comerciales y también visitó el gigante asiático al final de su primer año para celebrar los 40 años de relaciones diplomáticas y atraer más inversión china a Colombia, aunque después introdujo medidas proteccionistas que afectaron los productos chinos.


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