La industria del romance surfea una ola optimista en Colombia

El número de matrimonios de nacionales y extranjeros ha aumentado desde la pandemia, y también el presupuesto que las familias están dispuestas a gastar para una fiesta de lujo

Gabriela Tafur y Esteban Santos, durante su matrimonio, en Cali, el 7 de septiembre de 2024.gabrielatafur

En medio de las preocupaciones por la inflación, el desempleo, la inversión extranjera o las tasas de interés, está el amor. O mejor, la industria del romance, como le llaman los profesionales de este mercado, quienes en Colombia visualizan un futuro cada año más optimista. “Antes de la pandemia organizábamos no más de 40 matrimonios al año, y ahora hacemos más de 80″, cuenta Karol Jiménez, una barranquillera que, junto a la caleña Juana Caicedo, hace 10 años montó Eventique, una empresa de eventos que se especializa en bodas. “Hace 15 años me tocó casi crear el mercado en Cali. Los matrimonios se hacían solo con la ayuda de la tía y la mamá, y ahora no hay ninguno sin wedding planner”, cuenta Caicedo.

Aunque normalmente pasan desapercibidas en sus eventos, estos días han ganado una fama inusual. Eventique planeó uno de los matrimonios más virales en Colombia, descrito por algunos medios locales como la Boda Real. Es público porque la pareja decidió compartir su día en redes sociales, y por quiénes se casaron: Gabriela Tafur, exreina de belleza, y Esteban Santos, el hijo menor del expresidente Juan Manuel Santos. En el evento estuvieron líderes políticos como el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo; personalidades de la cultura, como el grupo Herencia Timbiquí, la orquesta sinfónica de Cali y la cantante Greeicy Rendón; y de las redes sociales, como el influencer Juanda. “Si estoy tomado voy donde el presidente [Santos] y le pido una casa”, dijo este último antes del brindis. La sede del evento fue la mansión de una hacienda, la del ingenio azucarero Manuelita y donde el escritor Jorge Isaacs escribió la icónica novela María en el siglo XIX.

Caicedo y Jiménez, quienes se tomaron 11 meses planeando el matrimonio, ven los eventos de este tipo como un motor cada vez más potente de la economía colombiana: hablan por teléfono de los que no salieron en las fotos, como los 30 empleados de planta para la producción, los 60 meseros, los 18 cocineros, las decenas de las mujeres que tejieron a mano unas 180 flores para el techo bajo el que bailaron los invitados, los empleados que pusieron la tarima y las carpas, los ramos de flores, los que vendieron los tiquetes de avión o los que proveen seguridad. Sumando todo esto, en promedio, cada invitado termina costando entre 1.200.000 pesos y 1.800.000 pesos (entre 280 y 430 dólares). En la boda Tafur-Santos hubo 528 invitados, lo que implicaría una inyección de al menos 148.000 dólares a la economía local para un solo evento. Caicedo y Jiménez no pueden revelar la cifra de este ni de otros matrimonios. Promueven, eso sí, los eventos en el Valle del Cauca, un destino menos común y menos costoso que Cartagena para matrimonios de lujo.

“Hemos hecho matrimonios para gente muy rica, en uno tuvimos 500 escoltas. Ahí hay que organizar la logística para la fiesta y otra logística para los escoltas esa noche también”, cuenta Jiménez.

Si bien el divorcio aumenta en Colombia, las bodas también se mantiene al alza. Según cifras oficiales, en 2021 se registraron 140.244 matrimonios en Colombia, en 2022 esa cifra subió a 151.210, y en 2023 bajó a 91.199, pero el dato sigue siendo superior a los de antes de la pandemia. Caicedo y Jiménez dan dos posibles razones para entender este pico, que no solo es de matrimonios sino del gasto para organizarlos, que exige tener wedding planners. La primera es que en 2020 y 2021, cuando el coronavirus exigía mantener distancias, acumularon celebraciones pendientes para los años siguientes. La segunda es que algunas reglas culturales han cambiado: si tradicionalmente la fiesta la pagaba la familia de la novia, ahora los dos lados han aumentado el presupuesto disponible para una gran fiesta. “Toda la familia ahora se ha apropiado de la fiesta. Todos opinan, todos se meten, todos preguntan”, dice Caicedo.

“Lo que entendimos es que la pandemia frenó reuniones e hizo a mucha gente divorciarse, pero fue menos visto que se formaron y consolidaron nuevas relaciones”, dice por su lado María Oriani, la gerente de Industria de Reuniones en ProColombia, la agencia encargada de promover las exportaciones en el país. Oriani ha sido una persona clave desde el 2016 para subir el perfil internacional de Colombia como destino para celebrar las bodas: de acuerdo a una encuesta que la entidad publicó a principios de año, alrededor del 70% de los extranjeros que viajan a Colombia a casarse llegan de Estados Unidos. De acuerdo a Oriani, ese número ha venido en aumento desde la pandemia. “Para nosotros fue un referente el mercado mexicano, porque ellos tuvieron dos pandemias en los últimos años, la H1N1 y la del coronavirus, y en los dos casos vieron que la industria del romance fue una salvación económica cuando hubo picos bajos de contagio”, cuenta. “No es que nazca el romance en la pandemia, pero nace una oportunidad para el país”, añade.

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La industria del romance que ha crecido no es solo el día del matrimonio, agrega. Ahora hay un evento para el día en que se pide la mano, o fiestas antes de la gran fiesta, o la luna de miel, o el primer aniversario. “Se mueven muchas industrias alrededor de un solo evento, y eso ya ha traído inversión extranjera, ya ha fortalecido el turismo y ya ha fortalecido una marca de país como destino internacional”, añade.

Oriani cuenta un gran hito del año para Colombia, una conferencia internacional en Cartagena a la que fueron alrededor de 150 expertos de la industria del romance de distintas partes del mundo, para conocer y evaluar la oferta de proveedores y cómo organizar matrimonios en el país. Llegaron a la ciudad amurallada del Caribe, pero también conocieron la oferta en otras ciudades como Cali, Santa Marta, o Armenia. La conferencia de la Asociación Internacional de Profesionales de Bodas de Destino (IADWP, por sus siglas en inglés) pasó de agache en los medios locales, pero que fue clave para seguir impulsando el mercado colombiano.

“Colombia está en un momento diferente, la industria está más preparada, ahora saben organizar bodas judías, bodas indias. Los proveedores están mejor certificados y se sienten más capaces que nunca”, dice Surisadai Mendicuti, directora comercial de la IADWP. “Hace cuatro años Colombia no estaba en este punto, no era fácil encontrar proveedores que hablaran inglés, y ahora esto sí lo vi”, añade. Mendicuti es mexicana, proviene del mercado más grande en América Latina para bodas de destino, especialmente por la Riviera Maya. Si bien Colombia aún está lejos del mercado mexicano del amor, cada vez más norteamericanos se preguntan cuánto cuesta un matrimonio en Cartagena, en Cali, o en aquella hacienda donde hace muchos años se escribió la icónica novela colombiana de amor, uno sin matrimonio, entre Efraín y María.

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