Liderazgo y oportunidades: la importancia de la COP16 para la protección de la biodiversidad
Podemos aprovechar esta oportunidad histórica para consolidarnos como un país líder en la defensa de la biodiversidad y para promover un modelo de desarrollo sostenible
A finales de febrero de este año, me resultó inspirador leer que la imagen oficial de la COP16 está basada en la flor de Inírida, un símbolo emblemático de Colombia, el lugar que acoge este año la cumbre. Siendo una especie endémica del país, con un nombre indígena que promete amor eterno, agrega un valor pro...
A finales de febrero de este año, me resultó inspirador leer que la imagen oficial de la COP16 está basada en la flor de Inírida, un símbolo emblemático de Colombia, el lugar que acoge este año la cumbre. Siendo una especie endémica del país, con un nombre indígena que promete amor eterno, agrega un valor profundo, simbólico y especial a la designación para la Conferencia de las Partes. El valor de la resiliencia de esta especie es evidente por ser una flor que nunca muere, que sus pétalos nunca se deshacen, lo que representa un mensaje poderoso de esperanza y compromiso con la biodiversidad, recordando el llamado a la acción de alcanzar la ‘Paz con la Naturaleza’.
En este caso Colombia, como el segundo país más megadiverso del planeta, desempeña un papel protagónico en la COP16 no sólo por ser anfitrión del evento, sino por ser abanderado de la paz en temas de ambiente. Este escenario nos brinda la puerta para visibilizar el liderazgo que tenemos como ciudadanía en la defensa del entorno natural, y mostrar al mundo su compromiso con la protección de la naturaleza y su experiencia en la gestión de áreas protegidas, conocimiento ancestral y modelos de desarrollo sostenible.
Dentro de las múltiples oportunidades que deberíamos aprovechar está promover y fortalecer la cooperación internacional entre países para la financiación de proyectos de conservación y desarrollo sostenible. Además de un escenario para impulsar la economía verde, en la que el evento puede ser un catalizador para la inversión en sectores como las energías y movilidad limpia y el turismo ecológico. Podemos imaginarnos un nuevo futuro donde Colombia es líder mundial de estas tecnologías verdes.
Ahora bien, no todo el panorama es esperanzador. Tenemos una realidad evidente y es que las personas del sur global somos las más afectadas por la crisis ambiental. Países como Colombia, son los que más están pagando las consecuencias del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. A pesar de ser uno de los países que menos emisiones contaminantes genera, estamos sufriendo los efectos más severos, como el aumento del nivel del mar, la desertificación y la escasez de agua.
Por eso “la paz con la naturaleza” es el llamado a la acción que Colombia quiere emitir al mundo. Todo con el objetivo de visibilizar y reconocer las relaciones desiguales actuales, las actividades extractivistas que sobreexplotan las capacidades de la naturaleza y que sobre todo plantean la necesidad de mejorar la relación entre los humanos y los ecosistemas. Sabemos que continuando de esta manera estamos en un escenario con un futuro negro, porque no es posible la humanidad ni el planeta sin la naturaleza.
Entonces la COP16 es una oportunidad para las soluciones, para alzar la voz y compartir todas las experiencias de los emprendedores, de las comunidades, y de las mejores políticas públicas que nos ayuden a preservar la biodiversidad. Este es el momento de permitir que las innovaciones y los emprendimientos salgan a la luz y que sean parte del camino de la esperanza. Es hora de dar voz a quienes protegen la naturaleza y por años han vivido en armonía con ella. Las personas, las comunidades indígenas, afrodescendientes y costeras, guardianes ancestrales de la biodiversidad, deben estar sentadas a la mesa de decisiones para que la inclusión sea punto de partida para los compromisos venideros.
Es por esto que debemos aprovechar, como país anfitrión de la COP16, la ventaja de liderar la búsqueda de acuerdos ambiciosos para la protección de la biodiversidad. Un tema es la conservación, se espera que los países se comprometan a proteger al menos el 30% de la superficie terrestre y marina para el año 2030. Otro es la financiación para la biodiversidad, en el que se espera discutir los mecanismos para movilizar recursos financieros para la implementación del Marco Global de Biodiversidad post-2020. Y otro para ponerle lupa es el acceso y distribución justa de los beneficios de la biodiversidad para que se pueda garantizar que los países en desarrollo puedan acceder a los beneficios económicos y sociales derivados de la utilización de la biodiversidad.
Así es cómo podemos aprovechar esta oportunidad histórica para consolidarnos como un país líder en la defensa de la biodiversidad y para promover un modelo de desarrollo sostenible que beneficie a las personas y al planeta. Tenemos la responsabilidad de liderar la búsqueda de soluciones ambiciosas para proteger la naturaleza y asegurar un futuro sostenible. El futuro no son las generaciones venideras, sino lo que las personas que habitamos hoy en día el planeta estamos sembrando para que la cosecha sea posible.
Al priorizar la participación, la voz y el amor de las personas, podemos cumplir con la paz con la naturaleza. Este es finalmente un llamado a la reflexión para mejorar la relación que tenemos con el ambiente, con las personas, con las maneras de decir, hacer y repensar un modelo económico que no priorice la extracción, la sobreexplotación y la contaminación. Correspondamos a la flor de Inírida, reiteremos la resiliencia en un momento único y especial para construir un futuro más sostenible, donde la armonía con la naturaleza sea el eje central del desarrollo y de imaginar un futuro distinto en nuestra región.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y aquí al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.