La esperada crisis de gabinete se queda en un enroque en el alto Gobierno

Laura Sarabia, Alexander López y Gustavo Bolívar son los nombres más destacados en los retoques del presidente Petro, que no han llegado a sacudir los ministerios

Gustavo Petro toma juramento a Laura Sarabia como directora del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República.Presidencia de Colombia (EFE)

La tercera crisis de gabinete de Gustavo Petro, tan anunciada desde el comienzo de este año bisiesto, no se ha precipitado. Al menos, no de momento. El segundo mes de 2024, con sus 29 días, ya se consumió en el calendario, y el esperado remezón ha quedado en un enroque en la propia Presidencia de la República, apenas dos nuevos ministros –uno de ellos encargado– y el muy significativo relevo en la cabeza del Departamento Nacional de Planeació...

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La tercera crisis de gabinete de Gustavo Petro, tan anunciada desde el comienzo de este año bisiesto, no se ha precipitado. Al menos, no de momento. El segundo mes de 2024, con sus 29 días, ya se consumió en el calendario, y el esperado remezón ha quedado en un enroque en la propia Presidencia de la República, apenas dos nuevos ministros –uno de ellos encargado– y el muy significativo relevo en la cabeza del Departamento Nacional de Planeación, que ha sido interpretado como un gesto de desprecio a los tecnócratas.

Petro se impacienta, quiere resultados en el corto plazo que saquen del letargo a su Gobierno y no dudará en prescindir de quien haga falta, es el mensaje que deslizan desde hace meses desde la Casa de Nariño, el palacio presidencial. Le precede la fama de cortar cabezas sin contemplaciones desde que fue alcalde de Bogotá, entre 2012 y 2015. Los ministros sienten sus cargos amenazados. Son conscientes de que ninguno es considerado indispensable, el hervidero de rumores ha ocupado titulares todas las semanas, pero ya entrados en marzo la gran mayoría conserva su puesto a pesar de las críticas del mandatario. “No más sonajeros errados”, ha llegado a trinar el propio Petro ante la especulación mediática. Sí hay varios retoques importantes, pero ninguna desbandada.

Laura Sarabia, la gran consejera de Petro, quien nunca se fue del todo, ha ganado un pulso interno para ocupar el Dapre, el organismo que gestiona los presupuestos y el día a día de la Presidencia. Reemplazó a Carlos Ramón González, que ahora estará al frente de la Dirección Nacional de Inteligencia, otro cargo muy sensible, pero lejos del despacho presidencial. Sarabia, pese a tener un caso abierto en la Fiscalía, vuelve a ser la persona que acumula más poder en todo el organigrama; esa ha sido la mayor novedad del 2024. Su reemplazo en el Departamento de Prosperidad Social, que también tiene rango ministerial, será otro escudero de Petro, el exsenador Gustavo Bolívar, que viene de una fallida candidatura a la Alcaldía de la capital.

Gustavo Petro y Alexánder López durante la instalación del Congreso, en julio de 2023.NATHALIA ANGARITA

La otra gran movida ha sido la salida de Jorge Iván González. El ahora exdirector del Departamento Nacional de Planeación (DNP) había sobrevivido las dos crisis de gabinete a pesar de haber firmado una carta con críticas a la reforma a la salud que se le ha convertido a Petro en un punto de honor. La relación era cada vez más tensa. “Entre la validez del discurso y la facticidad de la planeación hay una brecha insoluble, que es profundamente dolorosa”, escribió González en una columna tras su salida. “En lugar de aceptar los hechos fácticos como una realidad sobre la que es necesario actuar, el gobernante cae en la tentación de negarlos”, deslizó en ese texto.

El veterano académico, filósofo y economista, apodado como El Sabio, era el último vestigio de las figuras liberales que le impregnaban pluralidad al primer equipo del mandatario de izquierdas. El nuevo director de Planeación es el abogado Alexander López, que perdió su escaño en el Senado por un fallo del Consejo de Estado. Cercano al movimiento sindical, es la primera cabeza del DNP que no es economista. La distancia entre Petro y la élite tecnocrática se agranda cada día. “Con el nombramiento de funcionarios alineados política e ideológicamente con su proyecto, y sin experiencia en el manejo de las finanzas públicas, el presidente remueve el contrapeso técnico que tenía en Hacienda y Planeación a muchas de sus ideas”, apuntaba un análisis del portal político La Silla Vacía con ocasión de ese nombramiento.

A esas llegadas y salidas se suman los cambios en dos carteras que han enfrentado verdaderos culebrones, con coletazos insólitos. En el Ministerio del Deporte, el escándalo por la sede perdida de los Juegos Panamericanos que ya no serán en Barranquilla le costó su puesto a Astrid Rodríguez. Ella pagó los platos rotos de que el Gobierno no hubiera hecho los pagos a la organización a los que se había comprometido. A pesar de que el presidente ya designó a Luz Cristina López como su reemplazo, la oposición en el Congreso insistió en seguir adelante esta semana con una inédita moción de censura contra una ministra dimitida. La iniciativa naufragó, como era de esperarse.

Y en el Ministerio de Relaciones Exteriores, que no logra salir del fango en que lo sumergió el fallido contrato para la elaboración de pasaportes, el embajador en Washington, Luis Gilberto Murillo, es el canciller encargado durante los tres meses de suspensión de Álvaro Leyva. La enrevesada licitación que le costó la sanción a Leyva ha sumado nuevos capítulos a partir del pasado lunes, pues el secretario general de la Cancillería, José Antonio Salazar, decidió revocar varias decisiones que han llevado a este embrollo sin consultar al canciller Murillo, y en contravía manifiesta de la voluntad de Petro. El desenlace es por ahora imprevisible.

El presidente sigue en busca de la gobernabilidad extraviada. En el año y medio que lleva en el poder, Petro ha tenido dos grandes crisis de gabinete, y varios relevos a cuentagotas. Ya ha nombrado más de 30 ministros y ahora mismo solo 6 de los 18 originales se sientan en el Consejo de Ministros: Defensa, Justicia, Trabajo, Ambiente, Comercio y Vivienda. Con todo, y a pesar de que la gabinetología es un deporte nacional, los ajustes de este 2024 difícilmente se pueden considerar otra crisis, a lo sumo un ligero temblor.

Las ruidosas salidas de Gestión de Riesgo y la Agencia de Tierras

La salida en medio de controversias de las cabezas de la Agencia Nacional de Tierras (ANT) y la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (UNGRD) ha desgastado al Gobierno, a pesar de ser entidades sin rango ministerial. Olmedo López renunció el jueves pasado a la UNGRD después de varios días contra las cuerdas por la compra irregular de carrotanques para suministrar agua en La Guajira, y será relevado por Carlos Carrillo, exconcejal de Bogotá. Gerardo Vega, por su parte, dejó la ANT a comienzos de febrero en medio de choques con la ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica, por la cifra de formalización de tierras. La Procuraduría ordenó abrirle una investigación disciplinaria por presuntas irregularidades en la compra de un predio en el departamento de César. 


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