Adiós a Juan Carlos Henao, un gran jurista y un gran ser humano
Lo que mejor describía a Henao eran sus cualidades humanas. Era una persona carismática, brillante, generosa y progresista. Podía dimensionar lo fundamental con mucha facilidad
Recordar a Juan Carlos Henao (1959–2024) en unos pocos renglones es realmente difícil. Se podría describir como un gran jurista, expresidente de la Corte Constitucional, rector de la Universidad Externado de Colombia, miembro del equipo que contribuyó en el proceso de paz para los diálogos de La Habana y en la construcción de las ideas que impulsaron la justicia transicional, un admirador de Francia y su cultura, en donde le otorgaron el doctorado Honoris Causa en la Universidad de Montpelier en 2012, entre otras muchas cosas. Sin embargo, lo que mejor describía a ...
Recordar a Juan Carlos Henao (1959–2024) en unos pocos renglones es realmente difícil. Se podría describir como un gran jurista, expresidente de la Corte Constitucional, rector de la Universidad Externado de Colombia, miembro del equipo que contribuyó en el proceso de paz para los diálogos de La Habana y en la construcción de las ideas que impulsaron la justicia transicional, un admirador de Francia y su cultura, en donde le otorgaron el doctorado Honoris Causa en la Universidad de Montpelier en 2012, entre otras muchas cosas. Sin embargo, lo que mejor describía a Juan Carlos Henao eran sus cualidades humanas. Era una persona carismática, brillante, generosa y progresista. Podía dimensionar lo fundamental con mucha facilidad, era un visionario.
Su amor por su familia, la Universidad Externado, la Corte Constitucional, pero sobre todo por su país. Su interés fue siempre lo social, la búsqueda de caminos de concordia. Pensaba en los más débiles y desfavorecidos, en salir del conflicto y en las luchas por los derechos de las minorías discriminadas, como los homosexuales, las trabajadoras sexuales, los campesinos, las madres cabeza de familia, los recicladores, entre muchos otros. Conocí al doctor Henao cuando fue mi profesor de Responsabilidad y Daño en la Universidad Externado, a mediados de los años noventa. Era un profesor que se salía de los moldes con su lenguaje coloquial y descomplicado, sus chalecos elegantes, su cigarrillo y, especialmente, su amor por la academia, su respeto hacia ella y su disciplina para lograr la excelencia. Creo que lo que más le gustaba ser era docente. Alguna vez me dijo: “La academia paga”, y me explicó que esa frase se la había dicho el doctor Fernando Hinestrosa. También comprendí que, para lograr que la academia pagara, había que trabajar en ella con cariño, y no por los réditos fáciles del dinero o el poder —que son simplemente acontecimientos fortuitos—, sino por la idea de que la academia paga con creces en cada semilla que sembramos en los seres humanos que educamos a través del conocimiento, de los principios y la ética del ejemplo de los que hablaba Wittgenstein.
Juan Carlos Henao era caleño, y lo respiraba por todos los poros. Se notaba en su modo de hablar, en sus refranes, en la salsa —que bailaba muy bien— y en su tropicalidad. Hijo de un médico ginecobstetra de Cali, su madre estudió Comunicación Social cuando ya tenía 40 años. Ellos eran sus referentes. Su padre era su norte en la vida académica, mientras su mamá lo marcó en la cultura, el gusto por la literatura y los viajes, en la búsqueda de la libertad en la que siempre creyó. El doctor Henao pasó gran parte de su vida en Francia, en donde hizo su doctorado en la Universidad Paris II. Su tesis El daño es uno de los libros más importantes sobre la materia.
En la Corte Constitucional se destacó como un gran jurista, por el respeto por las ideas contrarias, pero también por buscar consensos y fijar posiciones. Uno de los votos más importantes de los que hizo parte fue el de la no reelección del presidente de la República mediante el mecanismo del referendo reeleccionista, la Sentencia C-141 de 2010, que halló no solo vicios de forma sino yerros en elementos sustanciales derivados del juicio de sustitución de la Constitución. Este fallo protegió la democracia constitucional en Colombia, por la tutela de los principios de separación de poderes, Estado de Derecho y la alternancia de poder. En la Corte también fue ponente de la decisión sobre las trabajadoras sexuales (T-629 de 2010), los autos de seguimiento en protección de los derechos de los recicladores y defendió los derechos de las minorías discriminadas como las parejas homosexuales, los indígenas, las comunidades negras, las madres cabeza de familia y la práctica del aborto. Fue presidente de la Corte Constitucional en el año 2011, cuando organizó uno de los encuentros de la Jurisdicción Constitucional más importantes de la historia de la Corte Constitucional, en el que participaron juristas como Jon Elster, Robert Alexy, Vicky Jackson o Mark Tushnet.
Dejó la Corte Constitucional en el 2012 para ocuparse de la rectoría de la Universidad Externado de Colombia, tras el fallecimiento de su maestro Fernando Hinestrosa, quien siempre fue su guía y amigo. Ocupó el cargo de 2012 a 2020, en un momento de transición del Externado. Contribuyó a fortalecer la institución con proyectos editoriales como Así habla el Externado, ayudas financieras para los estudiantes más vulnerables, la internacionalización y la modernización de la Universidad. Como rector fue muy cercano a los profesores y estudiantes, en una relación horizontal y franca.
Durante los diálogos de La Habana, fue asesor del presidente Juan Manuel Santos para ocuparse de los temas relacionados con la justicia transicional. Allí tuvo la oportunidad de incidir en un momento clave para el país en la búsqueda de la anhelada paz, siempre pensando en los derechos de las víctimas con la creación de la Jurisdicción Especial de Paz.
Fui magistrado auxiliar del doctor Henao, junto con Magdalena Correa y Adriana Guillén. Trabajamos en un equipo muy especial, del que muchos se convirtieron en mis grandes amigos. El doctor Henao, siempre con su vitalidad, con la búsqueda de ideas nuevas a través del derecho comparado y los principios generales del derecho, nos inspiraba a cada instante. Conocimos su disciplina de trabajo infatigable, su humor y su gran sabiduría y sentido común. Había que buscarle la comba al palo a cada caso difícil, e ir para adelante como el elefante cuando el asunto no era tan fácil de resolver, porque al final cada proyecto significaba el destino de una persona, el futuro del país o de una institución en el marco de los principios de libertad, dignidad y tolerancia. Gracias, doctor Juan Carlos Henao, por habernos dado la posibilidad de trabajar con usted. Un saludo de solidaridad y condolencias a su esposa Vicky, a sus hijas María Emilia y Adelaida. Paz en la tumba de un gran jurista, pero sobre todo un gran ser humano que nos enseñó que los buenos árboles mueren de pie.
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