Muere Juan Carlos Henao, uno de los juristas del acuerdo de La Habana
Fue rector de la Universidad Externado de Colombia y magistrado de la Corte Constitucional
Juan Carlos Henao Pérez murió en la madrugada de este martes 2 de enero, a sus 64 años. El jurista, que fue miembro del equipo negociador del Gobierno con las FARC en La Habana, magistrado de la Corte Constitucional y rector de la Universidad Externado de Colombia, enfrentó una enfermedad durante varios años. Deja un legado académico y jurídico, de posturas liberales en temas que van del aborto a la limitación de los poderes presidenciales, y una huella grande ...
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Juan Carlos Henao Pérez murió en la madrugada de este martes 2 de enero, a sus 64 años. El jurista, que fue miembro del equipo negociador del Gobierno con las FARC en La Habana, magistrado de la Corte Constitucional y rector de la Universidad Externado de Colombia, enfrentó una enfermedad durante varios años. Deja un legado académico y jurídico, de posturas liberales en temas que van del aborto a la limitación de los poderes presidenciales, y una huella grande en una de las principales facultades de Derecho de Colombia.
Henao, quien nació en Cali en diciembre de 1959, se graduó del tradicional colegio jesuita San Juan Berchmans y partió a Bogotá, a estudiar en el Externado. Como estudiante brillante, se convirtió en uno de los principales pupilos de Fernando Hinestrosa, por tres décadas rector de esa universidad y adalid liberal, como era propio para un claustro creado en 1886 como reacción a la conservadora constitución que rigió a Colombia por más de un siglo. En 2012, cuando murió el maestro y el discípulo lo reemplazó en la rectoría, Henao explicó en las páginas de Ámbito Jurídico su gratitud con quien se había convertido en su amigo: “Remplazar a un ser que para mí es genuinamente excepcional no es posible. Fernando Hinestrosa no había dos en el país”.
En ese entonces, a sus 52 años, Henao ya había ocupado cargos de muy alto nivel. Tras hacer una maestría en Derecho Administrativo en París, a los 27 años fue nombrado magistrado auxiliar del Consejo de Estado, el más alto tribunal de esa rama jurídica. Luego fue asesor del Procurador General de la Nación y procurador delegado ante el Consejo de Estado. Regresó a su alma mater, donde se consolidó como un profesor fundamental de su facultad e hizo un doctorado, un título poco frecuente en el siglo anterior y entre abogados de su generación, que culminó en 2007.
En 2009, el Consejo de Estado lo incluyó en una terna para que el Senado eligiera un magistrado de la Corte Constitucional. Enfrentado a Rodrigo Uprimny y Adriana Zapata, pese a no ser cercano al entonces popular y poderoso presidente Álvaro Uribe Vélez, fue elegido ampliamente, por 60 votos contra 16 de Zapata y 12 de Uprimny. Entró a una Corte Constitucional a punto de enfrentar uno de sus mayores desafíos en 27 años de historia, la decisión sobre la constitucionalidad de la convocatoria a un referendo para consultar al pueblo sobre la conveniencia de modificar la Constitución para permitir una segunda reelección.
La medida tenía nombre y apellido, y Uribe ya había logrado cambiar la Constitución para reelegirse. Si la Corte lo avalaba, era casi segura su aprobación en las urnas. Eso habría significado 12 años de mandato de Uribe, un récord en más de un siglo de historia colombiana. Sin embargo, una amplia mayoría de siete magistrados, incluyendo a Henao, decidió que esa posibilidad rompía el corazón de la Constitución, su núcleo esencial, y la “sustituía” por otro ordenamiento constitucional.
Tras esa decisión, Henao formó parte del ala liberal de la Corte con colegas como Luis Ernesto Vargas, Humberto Sierra Porto, María Victoria Calle y Jorge Iván Palacio. En su caso, impulsó especialmente esa mirada en asuntos como la laicidad, los derechos a poblaciones históricamente discriminadas como las trabajadoras sexuales, y cuestiones sociales como el consumo de drogas, el aborto o la dosis personal. Fue el encargado de estudiar una demanda sobre la posibilidad de que las personas del mismo sexo contrajeran matrimonio. Apoyó esa posibilidad y la defendió ante sus colegas, que finalmente produjeron una sentencia histórica en el avance de la igualdad en el país.
En 2012 renunció para reemplazar a Hinestrosa en la rectoría, un gesto muy bienvenido en el Externado, pero que causó molestia entre juristas que entienden el cargo en el tribunal como la cúspide de una carrera. Henao argumentó una deuda moral hacia su maestro y su alma mater. “Es, quizás, el honor más grande que me ha dado la vida”, explicó entonces.
Poco después, en julio de 2015, regresó a la primera línea del servicio público. El Gobierno de Juan Manuel Santos había logrado avanzar como nunca antes, en una negociación con la que era la guerrilla más grande y vieja del país, las FARC, pero el esfuerzo se había encontrado con un obstáculo mayor. Tras acuerdos parciales en La Habana sobre tres de los seis puntos de la agenda de negociación, como la reforma rural, la definición de las reglas de la justicia transicional que surgiría del Acuerdo tenía frenadas las negociaciones. Entonces Santos encargó a Henao, junto con Manuel José Cepeda y Douglas Kassel, de apoyar el equipo que negociaba ese punto.
Con reuniones en el apartamento de Henao, negociaron con juristas que representaban a las FARC, incluyendo al español Enrique Santiago. En pocas semanas construyeron el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, que incluye especialmente a la Justicia Especial para la Paz. Lo negociado luego llegó a la mesa de negociaciones y fue pactado oficialmente por los equipos de los dos lados, tras una suerte de vía circunvalar en la que los abogados armaron un acuerdo que los encargados políticos de los dos lados no habían podido construir.
Tras haber sido fundamental en ese avance, que allanó el camino para el acuerdo final firmado en septiembre de 2016, el jurista regresó al Externado. Fue rector hasta 2021, cuando se convirtió en el primero en décadas en supervisar en vida la elección de su reemplazo. Su enfermedad marcó sus últimos años. “La muerte, como veredicto del tiempo, como cancelación del tiempo vital, como inexistencia física, generó que el ser humano creara la necesidad de un ritual que lo trascendiera y lo diferenciara del resto de las especies” dijo en 2014, una ceremonia de grado de estudiantes de otra universidad bogotana, Los Andes.