Colombia abre la postergada mesa de diálogo con la disidencia de las FARC de Iván Mordisco

El Gobierno de Gustavo Petro suma esta segunda negociación, acompañada de un cese al fuego de diez meses, a la que ya está en marcha con la guerrilla del ELN

El comisionado de Paz, Danilo Rueda, habla con Andrey Avendaño, negociador de las disidencias del Estado Mayor Central, en Suárez, Cauca.Ernesto Guzmán (EFE)

El Gobierno de Gustavo Petro pondrá en marcha una negociación de paz con el mayor grupo de disidencias de la extinta guerrilla de las FARC en Colombia. La postergada mesa de diálogo con el autoproclamado Estado Mayor Central, encabezado por Iván Mordisco, se instalará oficialmente en la región del Catatumbo el próximo 8 de octubre, según anunciaron las partes este martes, después de un año de acercamientos y varios meses de vicisitudes, en una rueda de prensa con...

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El Gobierno de Gustavo Petro pondrá en marcha una negociación de paz con el mayor grupo de disidencias de la extinta guerrilla de las FARC en Colombia. La postergada mesa de diálogo con el autoproclamado Estado Mayor Central, encabezado por Iván Mordisco, se instalará oficialmente en la región del Catatumbo el próximo 8 de octubre, según anunciaron las partes este martes, después de un año de acercamientos y varios meses de vicisitudes, en una rueda de prensa conjunta en el municipio de Suárez, Cauca. La mesa vendrá acompañada de un cese al fuego de diez meses, bilateral y con protocolos, hasta agosto de 2024.

“Es un anuncio trascendental, nunca antes en la historia de los procesos de negociación del país se había hecho un cese al fuego de esta duración arrancando un proceso”, celebró Camilo González Posso, el jefe del equipo negociador del Gobierno. El Ejecutivo echa a andar así una segunda mesa de diálogos como parte de su política de paz total, que se suma al proceso más avanzado con la guerrilla del ELN –que también abarca un cese al fuego por lo que resta de este año–.

Los negociadores del Estado Mayor Central, encabezados por Andrey Avendaño, han prometido varios gestos de buena voluntad en la antesala del anuncio, entre ellos que no interferirán en las elecciones locales del 29 de octubre. También se comprometieron a liberar a tres soldados que mantienen en su poder en los departamentos de Nariño y Cauca, en el andén del Pacífico, así como a otros rehenes que retienen en Arauca y el Catatumbo, regiones fronterizas con Venezuela. “En su conjunto, estos gestos representan un progreso significativo, particularmente dada la urgencia de desescalar de cara a las elecciones regionales de octubre”, ha destacado en sus redes sociales la analista Elizabeth Dickinson, investigadora del International Crisis Group.

Danilo Rueda, el comisionado de Paz, ha sido quien ha conseguido concretar el diálogo con el Estado Mayor Central, un esfuerzo que atravesó una profunda crisis en mayo, cuando uno de sus frentes más problemáticos asesinó a cuatro adolescentes indígenas que había reclutado forzosamente en el selvático departamento del Putumayo. Esa masacre llevó al Gobierno a suspender el cese al fuego pactado desde el Año Nuevo con los disidentes en cuatro departamentos: Meta, Caquetá, Guaviare y Putumayo. Las disidencias fueron las mayores perpetradoras de graves violaciones contra menores de edad en Colombia el año pasado, de acuerdo con el informe de la ONU sobre los niños y los conflictos armados en el mundo. También son los mayores responsables de asesinatos de excombatientes firmantes del acuerdo de paz de 2016.

El encaje de las disidencias ha sido desde el primer momento uno de los mayores desafíos de la paz total. Las corrientes de Iván Mordisco y la diezmada Segunda Marquetalia de Iván Márquez –el otrora jefe negociador de la guerrilla que retomó las armas junto a otros jefes que habían firmado la paz– se consolidaron como las más notorias, una suerte de grandes sombrillas. Ambas fueron designadas por Estados Unidos como organizaciones terroristas cuando retiró de esa lista negra a las FARC, ya desarmadas y convertidas en un partido político. Ambas también entablaron una guerra a muerte en la que fueron cayendo en confusos enfrentamientos –a menudo del otro lado de la frontera con Venezuela– varios líderes, entre ellos Gentil Duarte, que había sido el rostro más visible del Estado Mayor Central. Mordisco aglutinó desde entonces el poder absoluto de la organización.

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