“Petro no está solo”: el presidente logra una gran marcha en Bogotá en medio de la crisis política
El mandatario da un discurso en el que pide apoyo a sus tres reformas sociales, anuncia dos adicionales y reitera su tesis de que hay un “golpe blando” en curso
En medio de una turbulenta crisis política, el presidente colombiano perdió a dos de sus alfiles de la campaña, sus reformas sociales tiemblan en el Congreso y las encuestas dicen que su popularidad se hunde. ...
En medio de una turbulenta crisis política, el presidente colombiano perdió a dos de sus alfiles de la campaña, sus reformas sociales tiemblan en el Congreso y las encuestas dicen que su popularidad se hunde. Pero el líder de izquierda no se quedó solo, y él mismo quiere dejarlo claro. “Petro no está solo”, clamó este miércoles, refiriéndose a sí mismo en tercera persona, ante una apretada multitud en el centro de Bogotá que le aseguraba lo mismo: “Petro, amigo, el pueblo está contigo”. A su lado estaban los ministros, su familia, la vicepresidenta Francia Márquez, y entre el público algunos de sus antiguos aliados, como la exministra de Salud Carolina Corcho.
“Solicitamos que se aprueben las reformas que Colombia aprobó en las urnas”, exigió el presidente a pocos pasos del Congreso, donde estas se debaten. La marcha fue convocada cuando apenas iniciaba el escándalo entre Laura Sarabia y Armando Benedetti, y el objetivo era demostrar el apoyo ciudadano a las reformas de salud, laboral y pensional que están estancadas en el Legislativo. Pero en medio se mezclaron varias tragedias políticas, y todas estaban en el discurso del presidente y en la marcha.
En el discurso se señaló el racismo de los medios contra la vicepresidenta, la teoría del presidente de que se fragua un golpe blando desde los órganos de control, y su deseo de que la Corte Penal Internacional tenga mayor presencia en Colombia. En la marcha esas ideas se reflejaban como un espejo. “No al golpe de Estado”, decían unos sindicalistas y profesores que temen el “golpe blando” que ha anunciado el presidente.
La marcha arrancó en la mañana del miércoles con decenas de personas cargando pancartas que decían “Fiscal corrupto”, un símbolo contra la actitud política que ha tenido la Fiscalía de Francisco Barbosa. Caminaban desde el parque nacional hasta la Plaza de Bolívar en el centro de la capital. En la cabeza de la marcha estaba desde temprano el senador petrista Wilson Arias, que arengaba desde una camioneta blanca que solo tenía un mensaje para el fiscal: “¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!”. También habló contra la procuradora, Margarita Cabello, quien en sus manos tiene procesos que podrían suspender a varios congresistas del Pacto Histórico. Al final de la marcha estaba la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, responsable de las reformas pensional y laboral. “Hoy estamos contra la gran ofensiva contra las reformas”, gritaba entre banderas del Partido Comunista Colombiano.
Los grandes medios nacionales, criticados frecuentemente por el presidente, también eran un enemigo común. “Los trabajadores no conocíamos el poder silencioso, destructor, impredecible, perverso y satánico de los medios de comunicación”, decía una pancarta.
Pero también había una genuina preocupación por el estancamiento de las reformas. Luis Heredia, un estudiante en gestión empresarial del instituto técnico Sena, contó a EL PAÍS que él y cientos de estudiantes de la institución estaban allí para defender un artículo de la reforma laboral que permitirá a los practicantes (becarios) tener contratos laborales con todos los beneficios sociales. “Queremos que se reconozca lo que hacemos como un trabajo”, dijo el chico de 18 años. ¿Le preocupa el escándalo de Benedetti, Sarabia y su exniñera? “La verdad, es mucha información, me es difícil entender qué pasó entre tantos medios amarillistas”, señaló.
Una portavoz del sindicato del Sena, por otro lado, temía una conspiración: que el escándalo político fuera “una cortina de humo de la derecha para ocultar las declaraciones de [Salvatore] Mancuso ante la JEP”. El miedo en esta marcha era a la impunidad, a que se hundan las reformas sociales, o al fiscal general, pero casi nadie temía a los berrinches de Benedetti.
El escándalo que tiene a las redes sociales en alta tensión era como un incómodo ruido de fondo en la carrera Séptima de Bogotá, pero no mucho más. “Al final no se sabe bien cómo fue la ‘vuelta’ con la niñera, ni por qué Benedetti aceptó una embajada sin estar contento, pero no por eso pueden decir que este gobierno es ilegítimo”, comentó Marta Prieto, sindicalista de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
Los discursos de Petro y de Francia Márquez
Hacia el mediodía, la Plaza de Bolívar estaba a medio llenar. Había un escenario de la CUT en la entrada del Capitolio en el que hablaron los senadores Catalina Pérez y Wilson Arias. Pero el discurso presidencial no fue allí, sino en un escenario frente a la Casa de Florero, en la esquina nororiental de la plaza, sobre la carrera Séptima. Los simpatizantes, hasta entonces, se habían quejado de esa tarima alternativa: decían que había sido puesta para obstaculizar el ingreso a la plaza. “Están bloqueando para mostrar que esto está vacío”, se escuchó varias veces. “¡A la plaza! ¡A la plaza!”, insistieron una y otra vez varios marchantes, incluso cuando el mandatario ya había comenzado a hablar.
Mientras, en la entrada de la Casa del Florero, el nuevo subgerente de RTVC, Hollman Morris, se tomaba una foto con la primera dama, Verónica Alcocer; la exministra de Salud Carolina Corcho aparecía entre la multitud y Petro criticaba las encuestas adversas y aseguraba que no había escuchas ilegales en su Gobierno. La expectativa estaba puesta en que el presidente diera otro discurso, pero en el escenario frente al Capitolio.
Sin embargo, el mandatario habló desde su esquina contra la revista Semana, mencionó dos nuevas reformas para el segundo semestre (educativa y de servicios públicos), aseguró que a su campaña no llegaron dineros ilícitos, y luego desapareció en dirección al Museo de la Independencia Casa del Florero, al costado de la tarima. Fue Francia Márquez la que salió hacia la plaza, junto al nuevo presidente del Senado, Alexander López. Minutos después, se subió al escenario de la CUT y tomó el protagonismo. Las multitudes esperaban al presidente, pero vitorearon con intensidad a la vicepresidenta.
“¡El pueblo no se rinde!”, exclamó ella para comenzar su discurso. La frase, popularizada durante las protestas en el Pacífico colombiano en 2017, fue la misma con la que Petro terminó sus declaraciones. En sintonía con el mandatario, la vicepresidenta aseguró que la campaña no tuvo financiamiento ilegal —cómo sugirió Benedetti—: “Yo no llegué aquí con corrupción o dinero del narcotráfico, como otros gobiernos”. Reconoció que los últimos días fueron difíciles, tanto para ella como para Petro.
La vicepresidenta elevó el tono a medida que avanzaba el discurso. “¿Dejamos morir a nuestros viejos? ¿O les garantizamos una vejez digna?”, se preguntó en referencia a la reforma pensional. “Vamos a defender los sueños y las esperanzas por los que nos votaron, así sea con nuestra propia vida”, prometió a los miles que la aclamaban.
Fue la oportunidad para que Márquez defendiera su propia gestión. Criticó a los medios de comunicación por hablar de demoras en la reglamentación del Ministerio de la Igualdad, que ella encabezará, y enfatizó que habrá viceministerios para las mujeres, los jóvenes, los discapacitados, la comunidad LGBTI y los pueblos indígenas. Asimismo, afirmó que los vítores que recibía eran el reflejo de su popularidad. Las encuestas de los últimos días, en cambio, no representan la realidad: “No me sorprende que digan que no tengo popularidad, en la campaña no me consideraban y les sorprendió el poder del pueblo”.
“Por muchos años nos arrinconaron, asesinaron a nuestros líderes y lideresas. Esta vez, no van a poder”, concluyó la vicepresidenta.
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