Del aumento de la gasolina a la regla fiscal: la estabilidad macroeconómica lastra la velocidad del cambio que propone Petro

Las primeras decisiones y declaraciones de Ricardo Bonilla como ministro de Hacienda mantienen la senda de su antecesor, José Antonio Ocampo

El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, durante una conferencia de prensa, el pasado 5 de mayo, en Bogotá (Colombia).Nathalia Angarita (Bloomberg)

Aumentar la gasolina 600 pesos de un día para otro significa incrementar en más de un 5,2% el costo de un insumo básico para el transporte de decenas de miles de colombianos que se mueven todos los días en sus vehículos, incluyendo taxis o motocicletas. Hacerlo también arriesga la favorabilidad de cualquier Gobierno, y más de uno que toma directamente esa decisión y anda de capa caída en las encuestas. Y le pega más a un ministro de Hacienda nuevo, poco conoc...

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Aumentar la gasolina 600 pesos de un día para otro significa incrementar en más de un 5,2% el costo de un insumo básico para el transporte de decenas de miles de colombianos que se mueven todos los días en sus vehículos, incluyendo taxis o motocicletas. Hacerlo también arriesga la favorabilidad de cualquier Gobierno, y más de uno que toma directamente esa decisión y anda de capa caída en las encuestas. Y le pega más a un ministro de Hacienda nuevo, poco conocido y que llega a un Gobierno que ha prometido aumentar el gasto público para ayudar a superar una desigualdad innegable. A pesar de todo, eso fue lo que anunció Ricardo Bonilla cuando llevaba menos de 48 horas posesionado en su nuevo cargo.

Bonilla llegó al Ministerio de Hacienda en momento difícil. En lo político, el remezón de Gabinete significaba el final de una coalición política que le aseguraba amplias mayorías al Gobierno de Gustavo Petro para sacar adelante no solo sus reformas sociales sino incluso su plan de desarrollo y una importante adición presupuestal. En lo económico, con una inflación que no había encontrado su techo, una tasa de cambio con altibajos, y un escenario global de incertidumbre, que se sumaba a la zozobra en Colombia. En las dos facetas, era clave lo que él hiciera. Eso por lo significativo de la salida de su antecesor, José Antonio Ocampo, quien había servido como contrapeso a los ministros más activistas y radicales, y que funcionaba como prenda de garantía para los inversionistas, los acreedores del gobierno y el sector privado en general.

Por eso la importancia de sus primeras declaraciones. Al día siguiente de posesionarse, el martes, el nuevo ministro participó en un foro académico que venía organizando el Ministerio con el centro de pensamiento Fedesarrollo. “Vamos a profundizar el horizonte tributario y el manejo sólido de la economía colombiana, garantizando la estabilidad. Que vamos a seguir en la senda de bajar los déficit fiscal y de cuenta corriente”, dijo. En la misma línea del llamado al equilibrio fiscal, le aseguró al diario El Tiempo quees solo un cambio de persona pero la política se mantiene. Lo que buscamos es la estabilidad de la economía”.

Este viernes, el ministro se reunió con los miembros del comité de la regla fiscal, un grupo consultor autónomo que revisa si el Ejecutivo está desarrollando una política fiscal que evite el sobreendeudamiento, de acuerdo con un cálculo establecido en la Constitución. Una fuente del comité le dijo a este diario que en ese encuentro, y en tres previos que han tenido con el hoy ministro desde inicios de 2022, está claro que Bonilla “entiende lo que se debe hacer y su importancia”.

Más allá de lo dicho, la decisión sobre la gasolina muestra que las palabras de Bonilla tienen un respaldo en los hechos. Aunque demoró un par de días la decisión sobre el precio del combustible, pues en lugar de implementarse el primer día del mes ocurrió el tercero, demostró que sigue la línea de Ocampo. En este caso, incluso la profundizó: desde que el Gobierno de Duque empezó a reducir el subsidio después de las elecciones, ha sido el mayor aumento en un mes.

Para el macroeconomista Marc Hofstetter, quien estuvo en el comité de la regla fiscal y es profesor de la Universidad de Los Andes, el mensaje de Bonilla y del Gobierno es claro. “En efecto ha tratado de mandar un mensaje de continuidad e incluso hicieron un ajuste de gasolina más duro que los anteriores. Habla de respeto a la Regla fiscal, a la autonomía del BR. Mensajes correctos”, dijo a este diario. Pero también encuentra los que llama “dos zonas grises”, nubarrones que planean sobre el futuro.

Uno es que el déficit fiscal probablemente sea mayor del estimado por el petróleo. Ese producto es una de las mayores fuentes de ingresos del Estado a través de los dividendos de Ecopetrol y de los impuestos de todo el sector, y su precio ha estado relativamente bajo en lo que va de 2023, entre 70 y 85 dólares el barril. En el plan financiero para 2023, el Gobierno lo estimó en 94,7 dólares en promedio. Si el promedio de todo el año fuera de 85 dólares, el Estado recibiría entre 3 y 5 billones de pesos menos de lo esperado, estiman los observadores, y al final del año estaría más endeudado de lo previsto. La contracara es que el subsidio a la gasolina es menos oneroso si el petróleo está más barato, y el hueco que deja, que en mayo es de unos 80.000 millones de pesos diarios, se reduce.

El segundo nubarrón que señala el profesor es de otra índole: la menor diversidad en el Gobierno. “Ocampo no tenía empacho en contradecir otros ministros, al propio presidente y frenar malas ideas. Creo que Bonilla tendrá menos de eso”, explica. Bonilla, aunque es reconocido por haber hecho una buena labor como secretario de Hacienda de Bogotá y es respetado como académico, se caracteriza por su lealtad y fidelidad al presidente. Petro respaldó a Ocampo en sus principales decisiones de política económica, pero una segunda etapa de su Gobierno, con un acento más revolucionario, puede marcar nuevas prioridades económicas, más distantes de la ortodoxia fiscal y que podrían darle más peso a aumentar el gasto social.

Los primeros días de Bonilla no señalan ese camino. Y el Gobierno que busca aumentar subsidios como la renta ciudadana y fortalecer la que ha llamado economía popular, por ejemplo, con la posibilidad de contratar sin licitación a organizaciones sociales de base para que hagan obras pequeñas, terminará sopesando esas dos prioridades, en un camino más largo pero también más responsable a su promesa de cambio.

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