Miguel Gomis: “El decrecimiento no es pobreza, es consumir menos para vivir mejor”

El doctor en Ciencia Política de la Complutense de Madrid explica que si los países no empiezan a decrecer, será imposible evitar escenarios de colapso ambiental

El doctor Miguel Gómez Balestreri, durante una conferencia en el Senado colombiano, en Bogotá, en mayo de 2019.SecreSenado (RR. SS.)

El profesor francoespañol Miguel Gomis Balestreri lleva muchos años de su vida académica estudiando la teoría del decrecimiento, una corriente de pensamiento que hace unas semanas saltó al debate público en Colombia porque la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, aseguró que era necesario exigir a los pa...

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El profesor francoespañol Miguel Gomis Balestreri lleva muchos años de su vida académica estudiando la teoría del decrecimiento, una corriente de pensamiento que hace unas semanas saltó al debate público en Colombia porque la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, aseguró que era necesario exigir a los países desarrollados que comenzaran “a decrecer en sus modelos económicos” para que los impactos del cambio climático no afectaran tanto a la sociedad. Sus palabras no fueron bien recibidas en el Congreso Nacional de Minería, se hicieron virales y le valieron cientos de críticas de líderes políticos y empresariales. El senador de Cambio Radical, David Luna, dijo en sus redes sociales: “En lo que hay que decrecer es en la ingenuidad e improvisación a la hora de gobernar”; Mauricio Santamaría, presidente del centro de estudios de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), dijo en medios que el decrecimiento “es sinónimo de empobrecerse y eso, por definición, es malo”.

Las declaraciones de Vélez, sin embargo, reflejan una propuesta que se ha aplicado con medidas concretas en distintos países del mundo. Gomis, doctor en Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, habla con EL PAÍS sobre la validez de la teoría del decrecimiento, la profunda ignorancia entre la política colombiana tradicional y la catástrofe climática que vendrá si no cambiamos nuestra forma de vivir. “El decrecimiento no es desaceleración económica ni pobreza, es consumir menos para vivir mejor”, asegura.

Pregunta. ¿Cómo entiende usted el decrecimiento?

Respuesta. El decrecimiento no es solo una teoría económica, sino un enfoque crítico que también involucra la sociología y la filosofía. Su sustento viene del concepto de bioeconomía de Georgescu-Roegen (1971), uno de los economistas que en el siglo XX criticó con más fuerza la economía neoclásica que rige el planeta. El decrecimiento no es lo mismo que la desaceleración en términos del Producto Interno Bruto (PIB). Es mucho más complejo. Esta corriente de pensamiento va en contra de la lógica productivista en la cual se ha asociado el bienestar con el consumo. No es sinónimo de pobreza, sino de consumir menos para vivir mejor.

P. ¿Por qué el decrecimiento critica la noción del PIB?

R. El PIB es un indicador anticuado que no refleja realmente la riqueza porque no introduce en su medición las externalidades negativas de la producción, como el deterioro ecológico. Entonces, el primer paso de los decrecentistas es reconocer que seguir midiendo el desarrollo de los países con el PIB es un gravísimo error, porque refleja de manera errónea la riqueza.

P. Dice que el decrecimiento propone consumir menos...

R. Esta corriente de pensamiento va en contra de la lógica productivista de izquierda o de derecha que asocia el bienestar con el consumo. El objetivo del decrecimiento es ofrecer una visión crítica de nuestra relación con el trabajo, con los objetos que compramos y con el medio ambiente. Esa visión crítica intenta revalorizar una manera de vivir en el mundo que sea más ecológicamente consciente, pero también más socialmente responsable.

Irene Vélez (derecha), ministra de Minas de Colombia, en reunión con la ministra de Turismo de España, María Reyes Maroto.GOBIERNO DE COLOMBIA

P. ¿Una especie de crecimiento sostenible?

R. No solo eso. El decrecimiento propone que tenemos que ser cautos con el uso de los recursos naturales, sí. Pero también es una corriente filosófica que dice que debemos recuperar, un sentido humano de la vida, por fuera de la mercantilización. Por eso el decrecimiento es crítico con la publicidad y con la obsolescencia programada, esa forma de producción que hace que las cosas duren menos para poder vender más.

P. ¿Cuál es el objetivo del decrecimiento?

R. Busca que revisemos nuestra manera de vivir. Las dos bases econométricas que sustentan esto son muy sencillas, pero muy potentes. La primera, no podemos crecer de manera infinita en un mundo finito. La segunda, los seres humanos no solo se rigen por la maximización de sus intereses.

P. Eso suena muy bonito en la teoría, pero en la práctica ¿Se puede aplicar el decrecimiento?

R. Sí, ya hay medidas muy sencillas, muy concretas, que están implementando Gobiernos en distintas partes del mundo. Por ejemplo, trabajar menos horas y repartir el trabajo entre más personas, u obligar a las empresas a que los componentes de los celulares no se dañen tan rápido, o buscar que las familias recuperen el tiempo de ocio. Lo principal es que no vivamos para la economía, sino que la economía sirva para la vida del ser humano.

P. ¿Hay experiencias históricas o recientes de aplicaciones del decrecimiento en comunidades, en países enteros?

R. El reino de Bután es muy conocido porque hace años instauró una medida competitiva con el PIB. Es un reino budista, pequeño, que se rige con indicadores como el de la felicidad. Es un país que ha propuesto una manera distinta de medir el bienestar humano.

P. ¿Cuba o Venezuela han aplicado medidas de decrecimiento?

R. No. Esa idea es absurda. Lo que pasa en esos países no está relacionado con el decrecimiento, sino con la desaceleración en términos capitalistas.

P. ¿Hay otros lugares, además del Reino de Bután?

R. Hay muchas medidas a nivel local que están vinculadas con el decrecimiento. La Unión Europea, por ejemplo, ha limitado la obsolescencia programada de los productos tecnológicos y obligó a que todos los celulares de distintas marcas tengan un solo cargador. Hoy día, en la industria textil se habla de reciclar materiales y en la agroindustria de acortar las cadenas de suministro entre los agricultores y el consumidor. Francia decidió pasar de 40 horas de trabajo a la semana a 35 horas, lo que significa que intentan repartir las horas de trabajo entre más trabajadores. Eso es decrecimiento.

P. ¿Uno podría decir que se puede decrecer y al mismo tiempo mejorar la calidad de vida de las personas?

R. Totalmente. El objetivo es justamente ese, vivir mejor.

P. Suena muy utópico...

R. No es utópico decir que podemos vivir mejor en el sentido de trabajar menos horas, de ser más responsables con el medio ambiente y de tener más tiempo con los amigos. Se puede hacer, simplemente hay gente que le interesa que nosotros no pensemos por fuera de ese paradigma porque ese paradigma les genera riqueza.

P. ¿El decrecimiento puede ayudar a enfrentar el cambio climático?

R. Si no decrecemos, no vamos a lograr a evitar escenarios de colapso ambiental. Y esto es importante.

P. ¿Qué opina de las críticas a la ministra?

R. Creo que las personas que la criticaron tan fuertemente no han entendido qué es el decrecimiento. El decrecimiento está sustentado en acercamientos econométricos extremadamente serios. No estamos hablando de algo improvisado. Aquellos que dicen que esto es ridículo, ilógico o improvisado, están olvidando que lo más realista es saber que si seguimos igual, vamos hacia la catástrofe.

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