La inesperada resistencia de los ucranios
La periodista de EL PAÍS Margaryta Yakovenko explica en primera persona la respuesta de la población civil ante los ataques de Rusia
La población ucrania lleva una semana resistiendo la invasión de Putin. Lo que al principio parecía que sería una guerra rápida en la que el Ejército ruso conquistaría en solo dos días el país en su conjunto, se está alargando. A pesar de que los soldados rusos están atacando las principales ciudades del este de Ucrania como Jarkiv, Mariupol o Zaporiyia, e intentan por todos los medios tomar Kiev, la población civil ucrania está ofreciendo una resistencia inesperada. Probablemente subestimados por Putin, los ucranios se han levantado para defender su país con lo que pueden: construyendo barricadas con neumáticos o sacos de arena, talando árboles para dejar inutilizadas las carreteras o volando puentes para que los convoyes militares rusos no puedan circular.
A pesar de que el presidente ucranio, Vlodymir Zelenski, anunció desde el principio de la invasión que repartiría armas a la población, no todos los civiles tienen una para defender su país. Estos días hemos visto imágenes de ciudades pequeñas y grandes cuyos vecinos, con las manos desnudas, manos acostumbradas a labrar la tierra o trabajar en las fábricas, intentaban parar los tanques rusos: simplemente poniéndose delante de ellos para hacerlos retroceder o cogiéndose de las manos hasta formar una barrera humana a la entrada de una ciudad.
La resistencia ucrania, fraguada a lo largo de años de desgracias históricas como el Holodomor de Stalin, las deportaciones a Siberia o la resistencia a las crisis económicas de cada nuevo Gobierno corrupto, ha mostrado que ni siquiera el Ejército de una potencia nuclear es capaz de acabar con una idea: la de defender la soberanía nacional y la libertad e independencia de un país.