Ir al contenido

‘Fear’: una serie angustiosa que no da respuestas fáciles

Con una estructura de ‘thriller’ psicológico, esta miniserie británica aborda un caso real, el de una familia feliz cuya vida queda destruida por un vecino psicópata, y lleva a sus protagonistas al límite

Fear no esconde ninguna de sus cartas. Desde el título apela a una sensación ancestral, y desde la primera imagen el espectador sabe que algo terrible va a ocurrir con esa familia que empieza una nueva vida en una casa de ensueño. La pesadilla de este matrimonio con dos hijos se llama Jan, tiene una cara que perturba y vive en el sótano del edificio. Su acoso, su juego, su maldad llevarán a Martyn (Martin Compston) y Rebecca (Anjli Mohindra) hasta límites que no podrían imaginar.

La miniserie, tres capítulos de casi una hora cada uno disponibles en Filmin, es un thriller psicológico de manual, dirigido por Justin Chadwick (Las hermanas Bolena). La historia es escalofriante, más si cabe si tenemos en cuenta que está basada en hechos reales. A principios de siglo, el escritor y periodista alemán Dirk Kurbjuweit, que llegó a ser subdirector del diario Der Spiegel, vivió un infierno similar que luego plasmó en una novela publicada en 2013.

Entre los ardides del acosador (un inquietante Solly McLeod) está el de denunciar a la pareja protagonista por abuso sexual sobre sus hijos. Sin destripar gran cosa podemos contar que la policía sigue el curso de la denuncia, lo que destroza a estos dos padres modélicos. “Probablemente, es la peor cosa de la que se puede acusar a un padre y, hoy en día, una acusación parece sostenerse incluso antes de que haya pruebas”, ha asegurado Compston, al parecer impresionado por su papel. Por cierto, la serie tiene en él su gran valor: conocido sobre todo por la excelente Line Of Duty (aunque siempre está bien, repasen si no, por ejemplo, Vigil) Compston construye aquí un personaje complejo, una víctima con la que uno no se siente cómodo, un tipo que miente a veces (¿quién no?) y no termina de controlar sus ataques de ira, demasiado impulsivo y un poco ególatra, un hombre, en definitiva, lleno de matices, con algo oscuro burbujeando en su interior que sitúa al espectador en una tensión añadida. ¿Cómo se habrá sentido el protagonista de la historia real al verlo? En cualquier caso, conviene no olvidar la premisa inicial: es una ficción que adapta una novela inspirada en aquellos hechos, nada más.

Juega la serie con dos aspectos que hemos visto mucho últimamente, sin que eso menoscabe su interés. Por un lado, los primeros planos del primer capítulo nos muestran una camilla que transporta un cadáver metido en una bolsa negra. Alguien ha muerto, se trata de saber quién y por qué. The White Lotus fue de los últimos en utilizar con habilidad este esquema narrativo. Y luego nos encontramos con otro recurso visto en mil thrillers: el clásico te puede pasar a ti, que tiene el peligro de resultar tramposo, pero que aquí se emplea con una eficacia desnuda de artificios. En el ecuador de la trama, la vida de esta familia se está yendo por el desagüe por culpa de su acosador y el espectador ve, siente, un desastre inminente. No hay solución válida al “¿qué haría yo en su lugar?” porque la situación va tan al límite que solo delante de ella se puede saber.

Todavía queda un giro, el peor, y los guionistas mantienen con gracia y ritmo la tensión sobre la forma en la que todo va a terminar. La serie guarda más cartas para el final que el libro, donde desde el principio se sabe quién va en la bolsa de cadáveres y quién lo ha matado, pero al final llegan al mismo punto: una crisis existencial provocada por una circunstancia extraordinaria puede sacar lo peor de nosotros. ¿Y la violencia?, ¿es un recurso? Hay una respuesta fácil, pero esta serie no abona el campo de los blancos y negros.

Sobre la firma

Más información

Archivado En