Ir al contenido

‘¿Algo que declarar?’ es una gozadera: Capitán Salami en los coches de choque

El nuevo programa de citas de La 1 presentado por Pablo Chiapella es una vuelta a los tronistas pero con más gimnasio y narcisismo que nunca

Sostengo que Mujeres y hombres y viceversa me ayudó a evitar la depresión postparto, confieso con gozo que me sé de memoria escenas de ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Sostengo que Mujeres y hombres y viceversa me ayudó a evitar la depresión postparto, confieso con gozo que me sé de memoria escenas de La que se avecina. ¿Qué puede pasar cuando en un programa se une la posibilidad de encontrar el amor —es un decir— con Pablo Chiapella? Que me funciona, que estoy dentro, que he llorado de la risa.

¿Algo para declarar?, el programa de citas que estrenó este miércoles La 1, es una vuelta a los y las tronistas, pero sin las camisas aquellas que llevaban con doble cuello, sin Amador Mohedano y Pipi Estrada como asesores del amor —anda que…— pero con más gimnasio y narcisismo que nunca. Tiene un poco de aquel Contacto con tacto, tiene azafatos con tacones, azafatas con cuerpos no normativos, parejas del mismo sexo. Tiene un poco de todo, pero quien lo sostiene es el Capitán Salami, es decir, Amador Rivas, es decir, don Pablo Chiapella. Si el premio es un viaje a Canarias, con quien quiero ir es con él.

El programa es una juerga si vas por la vida sin prejuicios, si dejas el cine de autor y los mandalas fuera del salón y entras de lleno en los coches de choque. Es una preocupación si eres psicóloga, socióloga o te preocupa la fortaleza de la democracia. Unos concursantes con toneladas de autoestima que gastan frases de este tipo: “Tengo la casa llena de fotos mías”, “cada vez que entro en una discoteca, tiembla el suelo”, “por supuesto trabajo como modelo porque este cuerpo hay que monetizarlo”, “doy ganas, lo sé” y mi favorita, aunque no por ello menos manida, “para estar con un pibón como yo te lo vas a tener que currar”. Que destila ego pero también suena amenazante.

Dos hombres diciendo cada uno de sí mismos: “Soy Míster Trabuco” y “soy un bandido retirado”. Ahí directamente se me han caído las gafas.

Entre maleta y maleta ha habido lugar para confesiones bastante inquietantes, gente que se denomina como tóxica y cuyo sueño es montar una empresa y forrarse. Personas que espían los móviles de sus parejas y prometen vengarse como encuentren algo que no les gusta. Autoayuda barata vendida como principio inquebrantable, siempre en la misma línea y siempre pronunciada mientras muestran el grosor de su brazo: “Para qué sufrir si puedes disfrutar”, “la vida es muy corta y hay que disfrutarla”.

Y en medio de todo esto, verdades absolutas, como la pronunciada por una muchacha de Barcelona a la que han largado a la primera: “La productividad está sobrevalorada”. Porque en los coches de choque también hay poesía, aunque no triunfes en el amor.

Sobre la firma

Más información

Archivado En