OT Gala 6: Mujer contra mujer
En el ecuador del programa sucedió lo impensable: una de las preferidas del programa, Chiara o Violeta, abandonará la Academia la semana que viene y la primera favorita de los seguidores será historia
A Operación Triunfo los Reyes Magos le han traído toneladas de sarcasmo. Solo ese excedente explica que en un formato de carácter académico que cuenta con director musical, coach vocal, coreógrafa y hasta una profesora de interpretación, un grupo de alumnos sometidos a las valoraciones de un jurado que enarbola conceptos como “expresión” y “afinación” interpreten BZRP Music Sessions Vol. 52, o sea, Quédate de Bizarrap y Quevedo. El himno del verano de 2022, un tema que en seis meses superó los 953 millones de escuchas y se mantuvo durante cinco semanas como número uno mund...
A Operación Triunfo los Reyes Magos le han traído toneladas de sarcasmo. Solo ese excedente explica que en un formato de carácter académico que cuenta con director musical, coach vocal, coreógrafa y hasta una profesora de interpretación, un grupo de alumnos sometidos a las valoraciones de un jurado que enarbola conceptos como “expresión” y “afinación” interpreten BZRP Music Sessions Vol. 52, o sea, Quédate de Bizarrap y Quevedo. El himno del verano de 2022, un tema que en seis meses superó los 953 millones de escuchas y se mantuvo durante cinco semanas como número uno mundial, pero tan carente de cualquier sutileza vocal como el tubo de escape de una vespino trucada.
Quevedo es un ejemplo de la falacia sobre la que se sustenta la Academia más famosa de la televisión. Obsesionada con sacar a sus concursantes de su “zona de confort” —en esta gala hemos escuchado tanto la horripilante muletilla que Ikea debería plantearse un patrocinio—, preparan a los concursantes para ser un artista de múltiples registros que el mercado no demanda. Los seguidores de Taylor Swift no quieren verla haciendo acrobacias a ritmo de remezcla de David Guetta, solo que siga escribiendo melancólicas reprimendas a ex díscolos. Tampoco se le exige a Pablo López un disco de trap o que Rosalía se pase al ska. La vida es demasiado cambiante ya, es normal anhelar que al menos al darle al play en Spotify tengamos certezas.
Alex Márquez y Paul se aferraron a la clase de artista que quieren ser al salir de la academia y utilizaron el privilegio que les otorga su calidad de nominados para escoger tema. Los dos optaron por baladas bajoneras pese a que el panorama musical español esté sobresaturado de cantantes melódicos desde Gente Joven. Álex interpretó el Contigo de Sebastián Yatra y Pablo Alborán con convicción porque es alguien que transmite una fe inquebrantable en sí mismo, aunque puede que hasta él supiese que la única duda sobre su destino a corto plazo estaría en el porcentaje por el que sería expulsado. Estaba escrito que Paul, que apostó por When The Party’s Over de Billie Eilish en versión de Lewis Capaldi. No viviría el fin de su fiesta y lo corroboró el 81,2% de los votos recibidos por Alex para abandonar el programa. Paul ha sabido hacer valer lo que resultaba obvio desde la primera gala, que es uno de los concursantes más interesantes del formato. No habrá restado votos que la semana pasada ningún compañero lo salvase, algo que suele soliviantar a los corazones justicieros.
La adormecedora placidez de las baladas fue sacudida por Eye of the tiger, tema central de la tercera parte de Rocky, uno de esos ejemplos de hacer de la necesidad virtud, llegó a la banda sonora del film de Sylvester Stallone ante la negativa de Queen de cederle Another One Bites the Dust. El himno de Survivor sirvió para presentar el sorprendente cambio de imagen de Lucas que, como si hubiese atravesado la neblina de Lluvia de estrellas, pasó de protagonista de La sociedad de la nieve a Blas Cantó. Era tan obvio que Bea estaba incómoda con el tema por el que finalmente resultó nominada como que Ruslana, a la que cada semana se le pone más cara de finalista, y Juanjo estaban en su salsa con el I Put a Spell on You del excesivo Screamin’ Jay Hawkins. Aunque el cantante acostumbraba a interpretarla emergiendo de un féretro ninguno de los dos parece ni remotamente muerto, más bien apuntan a quedarse en el programa hasta el final.
No saben lo que es recibir una nominación, tampoco Cris y Naiara que hicieron la versión San Millán de la Cogolla de El farsante. Tal vez ha sido la primera vez que se ha podido apreciar la variedad de consonantes que trufan la canción de Ozuna. Los confusos estilismos llevan a preguntarnos si la simpar Rosa de vestuario confundió “farsante” con “faraón”. De haber verdadera justicia la llevarían ante el tribunal de La Haya. Afortunadamente, no se dejaron cegar por su propio fulgor y sacaron todo el partido posible a un tema que prometía tan poco lucimiento como el Flowers de Miley Cyrus que llegó a continuación. Una canción que solo ella puede hacer brillar, como solo ella puede sobrevivir a hacer twerking con Robin Thicke. Como Álvaro y Violeta no son Miley Stewart por el día y Hannah Montana por la noche, nadie les dio flores, pero sí una nominación.
Si la semana pasada Chiara se llevó la reprimenda del jurado por “no transmitir”, esta semana, sentada al piano interpretando Mia de Belén Aguilera, pirateó todas las emisiones de España y hasta humedeció la mirada de Chenoa. No parece un reto difícil en vista de lo intensamente que la mallorquina lo vive todo en general, pero suponía subsanar la principal carencia de la hispano-británica en la anterior gala. Como no hay paz para los chiaristas, esta semana el jurado la acusó de desafinar y en algún lugar y bajo una gorra de béisbol, Quevedo, el canario, no el príncipe de los beefs del Siglo de Oro, se tronchaba.
Faltaba el supuesto plato fuerte de la noche: Martin haciendo un remedo de pole dance a ritmo del Alors on Danse de Stromae y generando uno de esos momentos que demuestran que las opiniones son como los podcasts, todo el mundo tiene uno. Encandiló a las redes sociales y al jurado, mientras otros vimos una versión chillona e innecesariamente sexualizada de un himno a la resignación. El elegante nihilismo del belga es todo lo opuesto a un número que habría resultado vulgar hasta en Cheetahs en el que recalaba Nomi Malone a su llegada a Las Vegas. Cuesta entender qué necesidad había de reducir a Martin, uno de los claros favoritos, buen cantante y bailarín, carismático y encantador, —y la mitad de una relación que embelesa a los que solo siguen el programa por el salseo—, a un cosplay de Rodrigo Cuevas actuando en una despedida de soltero que se va de las manos.
Si Operación Triunfo estuviese (más) guionizado, lo que sucedió a continuación habría parecido un homenaje a los cuatro Globos de Oro que unas horas antes había ganado Succesion. Al igual que en la serie de los Roi, todo saltó por los aires a la mitad de su última temporada, aquí el gran giró de guion llegó frisando el ecuador del programa. Con Álvaro, Bea, Chiara y Violeta nominados, los profesores decidieron salvar al siempre entusiasta Álvaro. Es difícil saber si hay un público para la música que haga, pero podrá encabezar cualquiera de esos rankings de celebridades con las que te tomarías una caña. Álvaro es esa clase de persona a la que quieres que todo le salga bien, pero tal vez no tan bien como para ganar OT.
En la pasarela de popularidad los concursantes se decantaron por Bea por encima de Chiara mientras nadie escribía el nombre de Violeta. Había sucedido lo impensable: una de las claras favoritas desde la gala 0 abandonará la Academia la semana que viene. Se enfrentan dos amigas inseparables desde el comienzo del programa y en siete días será historia la primera favorita de los seguidores, a la que el programa tan atento a las fabulaciones del fandom había regalado el I kissed a girl, pero eso fue en el 2023. Tramas nuevas y adictivos shippeos esperan tras la midseason porque para el nuevo OT la cosa nunca ha ido de cantar.
Puedes seguir EL PAÍS Televisión en X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.