‘Déjate ver’, una serie para mostrar lo rara que es la vida
En la ficción creada por Álvaro Carmona, su protagonista comienza a hacerse invisible. “Quería hacer algo especial, que no se haya visto muchas veces”, dice el autor
Ana ha empezado a desaparecer. A simple vista no se nota, porque su desaparición ha comenzado por los dedos de los pies, pero le preocupa que vaya a más. El médico le confirma que sufre de invisibilidad, una condición que suele padecer la gente mayor, pero que está empezando a manifestarse también en gente joven. Ella lleva años trabajando para un famoso artista que se mantiene en el anonimato, Bassil. Ahora el médico le recomienda cambiar de vida para tratar de frenar su invisibilidad. Con este insólito punto de partida, la serie ...
Ana ha empezado a desaparecer. A simple vista no se nota, porque su desaparición ha comenzado por los dedos de los pies, pero le preocupa que vaya a más. El médico le confirma que sufre de invisibilidad, una condición que suele padecer la gente mayor, pero que está empezando a manifestarse también en gente joven. Ella lleva años trabajando para un famoso artista que se mantiene en el anonimato, Bassil. Ahora el médico le recomienda cambiar de vida para tratar de frenar su invisibilidad. Con este insólito punto de partida, la serie Déjate ver (en Atresplayer ya están disponibles cuatro de sus seis episodios) explora, entre la comedia, el drama, el surrealismo y la ironía, lo rara que es la vida. Su historia se desarrolla en una realidad alternativa, pero suficientemente parecida a la nuestra como para que el espectador pueda sentirse reflejado en el asombro con el que Ana mira el mundo.
El creador de esta singular propuesta producida por Buendía Estudios es Álvaro Carmona (Utrera, 39 años). Su carrera es casi tan insólita como su nueva serie. En 2013, el vídeo Huesca, la capital mundial, que grabó con Tomàs Fuentes, le convirtió en fenómeno viral. Antes, había trabajado como guionista en programas de sketches y con Andreu Buenafuente. Ha escrito y dirigido cortos y espectáculos de humor, e incluso presentado un programa sobre filosofía en La 2. En 2018 estrenó su primera serie, Gente hablando (también en Atresplayer). Con ella, logró una nominación al Emmy Internacional dentro de la categoría de formato corto. “Mi carrera es una locura. El otro día en Twitter alguien decía: ‘Empecé a seguir a este tío por el vídeo de los raperos en Huesca y ahora hace series’. Realmente es una locura. Siempre he ido buscando lo que me dicta el corazón que merece la pena dedicar el esfuerzo, cosas que me interesan. Cualquiera que diga, el tío ese que hacía los chistes con la guitarra, ahora dirige y quiere hacer una serie indie, pero también hace obras conceptuales… Es bastante raro”, dice en una entrevista con EL PAÍS por videollamada a finales de septiembre.
Para crear Déjate ver, Carmona se puso varias reglas. La primera era que la historia no ocurriera en esta realidad. “Pensé que una forma de que el espectador entendiera eso desde el principio era que la trama principal fuera algo que no ocurre en este mundo. Cuando nos dan libertad para crear, lo que sale es un cóctel de las cosas que nos interesan. A mí me gusta mucho el realismo mágico, los diálogos ingeniosos, el mundo del arte… Otra de las reglas que me puse era que la serie transmitiera el mensaje de qué rara es la vida hoy en día”, explica.
La incipiente desaparición de la protagonista (interpretada por Macarena Sanz) y su cambio de vida sirven para que el guionista ahonde en cuestiones variadas. “Me interesa mucho las expectativas de la gente que hacemos cosas, que a veces es muy duro. A veces pensamos que, como hemos creado algo, el universo nos tiene que dar algo de vuelta, cuando a veces es más importante crear la cosa en sí. También me interesaba mucho el tema del arte, cómo a veces un gran nombre tiene detrás un montón de gente que curra”, detalla.
Déjate ver es una serie de autor. Álvaro Carmona la ha escrito en solitario (con la ayuda de dos consultores de guion, Ana Boyero y Ignasi Taltavull), la dirige y es su máximo responsable de principio a fin. “Hacer una serie de autor conlleva una cantidad de trabajo desorbitada, demoledora. La serie empieza conmigo en un portátil, van pasando gente y equipos que curran un montón, se van a otros proyectos, la serie se estrena y yo sigo aquí, estoy hablando contigo de la serie. Ha pasado un montón de tiempo y un montón de curro de mucha gente, y yo he visto pasar todo el proceso. La escribo, dirijo, estoy en el montaje, en la posproducción… a nivel físico es bastante duro. Pero puedes poner sobre la mesa los temas que te interesan. No me da miedo que alguien diga ‘Esta serie no me interesa’. Lo entiendo, es como que alguien te caiga bien o mal. He intentado hacer una serie que me gustaría ver. Quería hacer algo especial, algo que no se haya visto muchas veces, algo especial y único”.
Cuando Ana cambia de trabajo, su nueva función será poner a mano los puntos que la impresora no pone. Ella, como la perfeccionista que es, añade algunas tildes donde corresponde, por lo que recibirá la desaprobación de su jefe: su labor es poner puntos, no corregir. En otro momento, asiste con una amiga a una charla de un antropólogo, charla que el hombre hace en playback. El humor absurdo brota en la serie, que a través de los silencios y la mirada de la protagonista, subraya las rarezas que residen en las pequeñas cosas del día a día. También brota una reflexión sobre el mundo del arte contemporáneo. “Yo he hecho piezas de arte, alguna exposición… Creo que hay cierto miedo a acercarse al arte contemporáneo de una manera natural”, dice el cómico. “Me gustaba mirarlo de una manera natural, sin esnobismos. En las exposiciones y museos, muchas veces ves a niños que dicen ‘¡qué guay, wala!’, porque lo ven sin cinismo, no lo juzgan”.
Este es su primer trabajo tras la nominación al Emmy Internacional, un logro que, asegura, a veces olvida que consiguió. “Pero no ha cambiado nada. Ahora, como director, solo me interesa dirigir cosas que yo escriba y, como escritor, solo me interesa escribir cosas que yo vaya a dirigir. Me daría mucho pudor dirigir un guion que haya hecho otra persona. Pero aunque no me hubieran nominado habría intentado hacer esta serie igual. De hecho, no habla de alguien que triunfa. Me parece más interesante explorar la creatividad desde el lado frustrante”. De su etapa como guionista de programas aprendió mucho: “Haces mucho músculo, porque es un curro de volumen, no de calidad. Da igual si el programa de hoy ha sido un nueve; si el de mañana es un cinco estamos haciendo un mal trabajo, lo importante es que cada día sea un siete, ser constante. Es un trabajo muy tenso y eso te hace ser más resolutivo”. El quinto episodio de Déjate ver muestra, precisamente, el mundo de la televisión desde dentro.
Tanto Gente hablando como su nueva creación son historias que han logrado repercusión, pero se mantienen fuera de los cauces masivos y comerciales. “Puedes decir que son series de nicho, aunque yo nunca me planteo cuando las hago que sean así. Es lo que me interesa contar y lo cuento. Son cosas que me gustaría ver y que normalmente no veo en el audiovisual”. Carmona cree que la televisión española se está abriendo en los últimos años a propuestas más innovadoras y dando voz a los autores. “Igual que muchas veces se critica a los que mandan en la industria, hay que valorar las rendijas por las que se cuelan proyectos especiales, que cada vez son más. En los últimos años hay más proyectos de autor de los que ha habido en la década precedente Al final, la industria es un trasatlántico que gira muy lento, no puede hacer una curva de un año para otro. Hemos demostrado que podemos hacer las cosas estándar de forma perfecta, ahora llega el momento de decir que además tenemos voces interesantes a las que podemos dar un espacio”, insiste.
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