Efecto ‘caranchoa’
Lo que no se esperaba Rubiales era que, como al célebre ‘youtuber’ abofeteado en 2016, le saliera más cara la soberbia que la falta
En 2016 un niñato alicantino le gastó una broma a un repartidor. El niñato le pidió unas indicaciones y, con la boca pequeña, le llamó “caranchoa”, a lo que el repartidor respondió encajándole un glorioso soplamocos al youtuber. Fue un sonoro y perfecto bofetón que el creador de contenidos seguramente llevaba años necesitando. El neng, lejos de reflexionar, se plantó en comisaría a poner una denuncia. Pero el destino hizo justicia: el vídeo se viralizó y todo el mundo, absolutamente todo el mundo, aplaudió tan sorpresivo guantazo. La denuncia se volvió contra el jacarandos...
En 2016 un niñato alicantino le gastó una broma a un repartidor. El niñato le pidió unas indicaciones y, con la boca pequeña, le llamó “caranchoa”, a lo que el repartidor respondió encajándole un glorioso soplamocos al youtuber. Fue un sonoro y perfecto bofetón que el creador de contenidos seguramente llevaba años necesitando. El neng, lejos de reflexionar, se plantó en comisaría a poner una denuncia. Pero el destino hizo justicia: el vídeo se viralizó y todo el mundo, absolutamente todo el mundo, aplaudió tan sorpresivo guantazo. La denuncia se volvió contra el jacarandoso cani, y al ardor de la galleta en su mejilla se unió el ardor del ridículo. El bromista, en su soberbia, tendrá que abonarle al repartidor ídolo de España 20.000 euros, y el repartidor a él 30 euros (por el tortazo). Una lección de vida.
La semana pasada se produjo otro tipo de abuso delante de las cámaras: un agreste corleone de pésima reputación le plantó los morros a una futbolista en el momento profesional más importante de la vida de esta. ¿Por qué? Porque podía. Igual que podía agarrarse la huevada delante de la Reina, de la Infanta, y del mundo entero. Lo que no se esperaba este amigo del tejemaneje y la juerga era que, como al youtuber, le saliera más cara la soberbia que la falta. El beso en sí no es la gran cosa (como no lo era el neologismo “caranchoa”), y si nos ha unido no es porque “el piquito” escandalice a nadie, sino porque es la cagada que hace rebosar la copa de la mierda que se alza en lo peor del deporte estrella. Y por más que se adhieran a la causa todos los necesitados de un lavado de cara (y gayumbos), Jenni Hermoso es, para todos, la que le dará a este caranchoa su bien merecido bofetón.
Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.