¿Es que nadie va a pensar en las vacaciones de los líderes de opinión?

La guerra abierta entre el Gobierno y muchos medios le sale más a cuenta a los medios que al Gobierno. El señalamiento de periodistas contrarios no solo es moralmente cuestionable, además es inútil

Iker Jiménez, en el programa 'Horizonte'.

A la muerte y los impuestos como únicas certezas vitales hay quien hasta hace unos días sumaba las vacaciones. El pasado jueves se preguntaban en el programa de Iker Jiménez si el pérfido Pedro Sánchez no habría elegido la fecha de las elecciones para pillar a los presentadores de televisión ausentes y neutralizar así su capacidad de influencia. Jaque mate, Pablo Motos. ¿Es que nadie va a pensar en los dos meses de vacaciones de los líd...

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A la muerte y los impuestos como únicas certezas vitales hay quien hasta hace unos días sumaba las vacaciones. El pasado jueves se preguntaban en el programa de Iker Jiménez si el pérfido Pedro Sánchez no habría elegido la fecha de las elecciones para pillar a los presentadores de televisión ausentes y neutralizar así su capacidad de influencia. Jaque mate, Pablo Motos. ¿Es que nadie va a pensar en los dos meses de vacaciones de los líderes de opinión? Pobres.

Ha habido severas caídas del guindo con este corte de Horizonte. “¡Ya ni disimulan!”, se quejaban muchos. Como si la despiadada vocación de influir en la opinión pública fuese solo patrimonio de los que no piensan como uno. El adoctrinamiento, como el infierno, siempre son los otros. Lo de los propios es persuasión bienintencionada.

Ana Rosa ya ha confirmado que se queda. Jaque mate, Pedro Sánchez. Su menos de medio millón de espectadores, cautivo y desarmado. “430 corazoncitos”, que decía Noemí Argüelles en Paquita Salas de sus seguidores. “430 personas que están ‘¿Qué dice? ¡Oeeee, lo vamos a hacer! Mucho poder”.

La guerra abierta entre el Gobierno y muchos medios le sale más a cuenta a los medios que al Gobierno. El señalamiento de periodistas contrarios no solo es moralmente cuestionable, además es inútil. Los Ana Rosa, Pablo Motos, Vicente Vallés… modelan a su público, sí, pero primero lo representan. Y para muchos acaban siendo más familia que la propia.

“Si se hubiera trabajado para limitar el dominio mediático de la derecha y la ultraderecha y no tener miedo a que digan ‘¡Huy, los bolivarianos van a controlar la televisión!’…”, se lamentaba Pablo Iglesias en la SER. ¿Cómo acabar con los críticos? ¡Limitándolos desde el Ejecutivo! “Follower se puede ser sin ningún tipo de titulación”, añadía Noemí Argüelles. Tertuliano también.

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