Las redes sociales y la construcción del héroe cotidiano
Sucesos como el de la conductora de autobús de Barcelona confirman que todo el mundo debería trabajar cara al público al menos unos meses de su vida, tanto para no sorprendernos con las memeces que suceden como para maravillarnos por seguir vivos
En Asturias tenemos un héroe y no es Pelayo, sino el jefe de sala del 112 que durante un temporal mantuvo un diálogo extraordinario con siete imprudentes veinteañeros atrapados en el Angliru. “Ya somos mayorinos” respondió ante sus caprichosas demandas. En playeros y camisa, como buenos domingueros, y tras haber ignorado todas las alertas, exigían ser rescatados ipso facto. Ante las admoniciones del profesional argumentaron haber subido en un 4x4 “con bloqueos y todo”, “sí, sí, 4x4 di...
En Asturias tenemos un héroe y no es Pelayo, sino el jefe de sala del 112 que durante un temporal mantuvo un diálogo extraordinario con siete imprudentes veinteañeros atrapados en el Angliru. “Ya somos mayorinos” respondió ante sus caprichosas demandas. En playeros y camisa, como buenos domingueros, y tras haber ignorado todas las alertas, exigían ser rescatados ipso facto. Ante las admoniciones del profesional argumentaron haber subido en un 4x4 “con bloqueos y todo”, “sí, sí, 4x4 dieciséis” fue la celebrada respuesta de nuestro protagonista. Aunque el pueblo festejó sus chascarrillos, recibió una amonestación, más que por su desempeño que resultó impecable, por un lenguaje, digamos, desenfadado, que hizo las delicias de las redes sociales. Con tanto desconocimiento del equipamiento de montaña como del efecto boomerang, los “mayorinos del Angliru” colgaron el vídeo en YouTube para denunciar la supuesta mofa y befa del 112, ganándose así la de medio país.
No fue el protagonista, sí uno de sus damnificados quien hizo pública la hazaña de otra heroína contemporánea, porque a falta de un Homero bueno es Tik Tok. “O bebes menos o te callas antes”, la frase con la que la conductora de autobuses de Barcelona amonestó a un pasajero ebrio y faltón merece estamparse en camisetas y figurar en el frontispicio de todos los bares. Dicta el sentido común que tal vez lo sensato habría sido llamar a la autoridad competente, pero eso nos habría privado de diálogos que parecen salidos del guion más inspirado de Miguel Albaladejo.
Que haya quien se sorprenda por el hartazgo de estos héroes cotidianos confirma lo necesario que serían para todos unos meses trabajando cara al público, tanto para que nos sorprendan menos las memeces que suceden como para que nos maravillemos del pequeño milagro que es que sigamos vivos.
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