‘Horizonte’, consejos vendo que para mí no tengo

Después de insinuar sin ninguna prueba rituales satánicos, resucitar el bulo del robo de órganos y lanzar humo en todas las direcciones como en un ‘holi party’, Iker Jiménez miró a cámara y acusó a otros medios de ser poco rigurosos

Iker Jiménez, en el programa 'Horizonte'.

Hay un capítulo de Nip/Tuck en el que la secuencia más aterradora no se desarrolla en un quirófano sino en un bar en el que la anestesista Liz Cruz conoce a una mujer especialmente atractiva, a la mañana siguiente Liz tiene algún orgasmo más en su cuenta vital, pero un riñón menos. La serie de Ryan Murphy no pretendía ser moralizante ni creíble, solo resultar más disparatada cada semana. Sospecho que ...

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Hay un capítulo de Nip/Tuck en el que la secuencia más aterradora no se desarrolla en un quirófano sino en un bar en el que la anestesista Liz Cruz conoce a una mujer especialmente atractiva, a la mañana siguiente Liz tiene algún orgasmo más en su cuenta vital, pero un riñón menos. La serie de Ryan Murphy no pretendía ser moralizante ni creíble, solo resultar más disparatada cada semana. Sospecho que Iker Jiménez la considera una ficción médica rigurosa.

La semana pasada, el tema principal de Horizonte fue el asesinato de la niña parisina Lola Daviet, aunque la información era nimia y todo lo que se sabía provenía de filtraciones de las declaraciones de una mujer con problemas psíquicos, da igual, nos hemos acostumbrado a que en televisión se especule con la misma ligereza que en el bar. Podrían haber abierto un debate sobre el problema que supone el cuidado de la salud mental de quienes viven al margen del sistema, pero como es habitual, Jiménez prefirió generar ruido: lo llamó “el Alcàsser francés”, insinuó satanismo, resucitó el bulo del robo de órganos y, tras lanzar humo en todas las direcciones como en una holi party, y esto sí que fue imprevisible, acusó a otros medios de falta de rigor. El presentador que afirmó que, como el peluquín de Snake en Los Simpson, un órgano trasplantado puede transferir comportamientos del donante, considera que no todos son tan escrupulosos como él y sus “expertos”, esos que cuando escuchan sonido de cascos antes que en cebras piensan en okapis albinos bailando un aurresku.

Jiménez podría haberse quedado en sus caras de Bélmez y sus espectros y ser disparatado y jocoso como Nip/Tuck, pero ha decidido ser moralizante y tomarse demasiado en serio, el problema es que sus espectadores también lo hacen.

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