‘Suzhal’ y ‘El pacto’, de lo particular a lo general
Dos producciones, una india y otra polaca, prueban las virtudes de la globalización audiovisual
Dos mundos. Por una parte Suzhal, una serie india, y más concretamente tamil, que sitúa la acción en un pequeño pueblo en el que se recrean una serie de mitos y leyendas, es decir, se reivindica lo propio. Por otra, ...
Dos mundos. Por una parte Suzhal, una serie india, y más concretamente tamil, que sitúa la acción en un pequeño pueblo en el que se recrean una serie de mitos y leyendas, es decir, se reivindica lo propio. Por otra, El pacto, serie polaca narrada desde la ortodoxia cinematográfica occidental y en la que se muestra una Varsovia moderna donde el ladrillo es el rey de la casa sin obviar la, al parecer, importante presencia del catolicismo. Dicho de otra manera: territorio Wojtyla.
Dos mundos con un denominador común: entretener a la audiencia, algo que consiguen las dos series y, probablemente, con mayor acierto la exótica Suzhal (Amazon Prime Video), en sus ocho capítulos. Ventajas de contemplar los inusuales rituales para la mirada occidental por más que la trama principal sea un thriller. Como también lo es el argumento de la primera temporada de El pacto (HBO Max), serie que a su vez es un remake de la serie noruega Mammon o lo que es lo mismo, la globalización audiovisual es un hecho constatable. Y si en la serie tamil el sindicalismo ocupa un lugar esencial, en la serie polaca lo ocupa el periodismo, dos mundos no necesariamente opuestos y no siempre complementarios, con un añadido propio del paneuropeismo: la corrupción, ese concepto que los desalmados confunden con la inteligencia y que Scott Fitzgerald sentenció en una frase: “Detesto que los más ricos se lleven a las más guapas”. Dos formas de buscar la fidelidad de quienes se sientan en el sofá del cuarto de estar, dos mundos en los que lo particular y lo general confirman el título de Thomas de Quincey: Del asesinato considerado como una de las bellas artes.
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