Valencia ya no quiere ser ‘Tómbola’

No sé si el feo que le han hecho a Ximo Rovira tiene precedentes en la industria de la tele. El consejo de À Punt ha rechazado su regreso a la televisión autonómica porque su cara recuerda a la telebasura

Ximo Rovira (arriba la derecha), junto a algunos colaboradores habituales de 'Tómbola'.

No sé si el feo que le han hecho a Ximo Rovira tiene precedentes en la industria de la tele. Muchas cadenas han vetado a cientos de presentadores, pero no creo que se hayan argüido nunca razones de memoria. Rovira iba a volver a la autonómica valenciana para presentar un concurso, pero el consejo de À Punt lo ha rechazado porque su cara recuerda a ...

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No sé si el feo que le han hecho a Ximo Rovira tiene precedentes en la industria de la tele. Muchas cadenas han vetado a cientos de presentadores, pero no creo que se hayan argüido nunca razones de memoria. Rovira iba a volver a la autonómica valenciana para presentar un concurso, pero el consejo de À Punt lo ha rechazado porque su cara recuerda a Tómbola, es decir, a la telebasura, a los años en que Canal 9 y Telemadrid caminaban de la mano por las pasarelas del pelotazo, la gomina y las recalificaciones.

La damnatio memoriae era un castigo romano que consistía en destruir la memoria de un personaje maldito. No se mencionaba su nombre y se derribaban su casa, sus monumentos y todo lo que pudiera evocarlo. Se fingía que no había existido. La costumbre se ha mantenido hasta hoy, pero era raro aplicarla a la televisión, que es un medio olvidadizo por naturaleza. La propia inercia de la fama encumbra y sepulta a los personajes sin que intervengan los consejos audiovisuales. Tómbola terminó hace 18 años. La memoria de los espectadores no alcanza tan lejos, y ni siquiera un Rovira pasado de rosca en la franja de máxima audiencia puede rescatarla.

Las fallas, tan paganas, son una forma de damnatio memoriae. Quemando al ninot de Ximo Rovira, los supersticiosos creen que borran de la historia esa Valencia a la que la Valencia de hoy no quiere parecerse, pero la realidad no suele plegarse al pensamiento mágico. Por mucha ceniza y sal que se eche sobre el pasado, este siempre reaparece, siempre encuentra una forma de incordiar al presente. Por eso es más inteligente asumirlo y comprender que el hoy se levanta sobre todas las porquerías y cadáveres del ayer, y que la sociedad que no sabe convivir con ellos, se los acaba encontrando al reformar la casa.

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