Columna

‘Los Durrell’, un lujo en tiempos de pandemia

La adaptación televisiva de la ‘Trilogía de Corfú' es un remanso de paz para el muy torturado espíritu humano

El reparto de 'Los Durrell'. En vídeo, el tráiler de la serie.Foto: Movistar

En un tiempo en el que los informativos sólo hablan de pandemias y muerte o de cacicadas de consejeros, militares y munícipes, contemplar las cuatro temporadas de Los Durrell (Movistar +), la adaptación televisiva de la Trilogía de Corfú, de Gerard Durrell, es un remanso de paz para el muy torturado espíritu humano. Y no sólo de paz, también de talento, sensibilidad, humor y buenos diálogos en una excelente la labor de Simon Nye.
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En un tiempo en el que los informativos sólo hablan de pandemias y muerte o de cacicadas de consejeros, militares y munícipes, contemplar las cuatro temporadas de Los Durrell (Movistar +), la adaptación televisiva de la Trilogía de Corfú, de Gerard Durrell, es un remanso de paz para el muy torturado espíritu humano. Y no sólo de paz, también de talento, sensibilidad, humor y buenos diálogos en una excelente la labor de Simon Nye.

1935. Gran Bretaña vivía una profunda crisis económica, política y social y en Europa ya tronaba el hijo de un aduanero austríaco. Louisa Durrell, que acababa de enviudar hace poco, toma una decisión que será esencial para ella y sus cuatro hijos: trasladarse desde su residencia habitual en Bournemouth, Inglaterra, a la isla griega de Corfú. Su escasa pensión de viudedad justifica el traslado. Le acompañan, naturalmente, sus hijos: Lawrence, el mayor, con una decidida vocación de escritor que, tiempo después, se plasmaría en la extraordinaria tetralogía El cuarteto de Alejandría, entre otras muchas obras. Leslie, el segundo, amante de las armas, las mujeres y la navegación. Un ingenuo encantador. Margo, la hermana que vive con coherente frívolidad la edad del pavo, y Gerald, el menor, completamente entregado a la observación de los animales y, sin duda, de su familia, todos ellos al amparo de una madre que rebosa tolerancia y sentido común a la que adoraban. Añádanle una serie de pintorescos personajes secundarios nativos, unos diálogos verosímiles en una familia casi inverosímil, olivares, mar y animales de todo tipo, y el resultado es Los Durrell, un pequeño lujo audiovisual en tiempos de pandemia y muerte en el que se entremezclan el costumbrismo lugareño y el sutil sentido del humor británico.

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