Columna

Asesinatos en la República Checa y Ucrania

La distribución mundial de las series producidas en esos países permite medir su evolución social y económica

Los protagonistas de la serie 'Anatomía de un asesinato'.

Ya nadie habla de “los países del Este”, referencia geográfica utilizada por los medios liberales para enmarcar a los de la órbita soviética y en contraposición a la de los conservadores que utilizaban la denominación de “los del telón de acero”. Este y telones que se derrumbaron mayoritariamente tras la caída del muro de Berlín. Una de las consecuencias de tal derrumbe es la producción de series televisivas nacionales que se distribuyen mundialmente a través de diversas plataformas lo que, a su vez, permite medir la evolución social y económica de dichos países.

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Ya nadie habla de “los países del Este”, referencia geográfica utilizada por los medios liberales para enmarcar a los de la órbita soviética y en contraposición a la de los conservadores que utilizaban la denominación de “los del telón de acero”. Este y telones que se derrumbaron mayoritariamente tras la caída del muro de Berlín. Una de las consecuencias de tal derrumbe es la producción de series televisivas nacionales que se distribuyen mundialmente a través de diversas plataformas lo que, a su vez, permite medir la evolución social y económica de dichos países.

Anatomía de un asesinato (Amazon Prime Video) es una serie checa de bajo presupuesto, excelentes actores y una trama policíaca sin obviar una interesante información sobre la cotidianeidad de Olomouc, una pequeña ciudad de la República Checa en la que su departamento de policía se enfrenta a diversos asesinatos que resolverán con eficacia, y todo ello sin silenciar lo que parece ser un componente social, político y económico irreductible: la corrupción.

Su segunda temporada es una demoledora crítica a un sistema que pese a la llamada Revolución de Terciopelo de 1989, su escisión en dos países (Chequia y Eslovaquia) y su ingreso en la UE en 2004, no ha evitado los vínculos corruptos entre política y urbanismo.

El Olfateador (Energy, Movistar+), por su parte, es una serie ucrania que no persigue otro fin que el puro y duro entretenimiento sin ninguna referencia explícita a un presente que, intuimos, no es tan glamuroso como el que se muestra: viviendas de lujo, coches de lujo, damas de lujo..., quizá demasiado lujo para resultar verosímil lo que, probablemente, tampoco busca. Le basta con conseguir la aceptación popular de un detective privado con un olfato extraordinario.

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