Columna

¡Di mi nombre!

Si nunca sales en las noticias, es probable que salgas mal citado cuando al fin sales

Un grupo de personas en la terraza de un bar en Zaragoza.Javier Cebollada (EFE)

Pocas afrentas duelen más y causan más divorcios que marrar el nombre del amante en mitad de un arrebato sexual. Sobre todo, si uno llama al otro con el nombre de un ex. Se toma el lapsus como prueba rotunda de desamor.

Con los pueblos pasa más o menos lo mismo. Nada enerva más a un lugareño que ver mal escrito el nombre de su pueblo o ubicado en la provincia vecina. En mi pueblo, Zaragoza, muchos están de uñas con las cadenas de televisión porque, al informar de los últimos rebrotes, no han dado ni una en los rótulos ni en los mapas.

Como hoy todo es un melodrama, se interpretan...

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Pocas afrentas duelen más y causan más divorcios que marrar el nombre del amante en mitad de un arrebato sexual. Sobre todo, si uno llama al otro con el nombre de un ex. Se toma el lapsus como prueba rotunda de desamor.

Con los pueblos pasa más o menos lo mismo. Nada enerva más a un lugareño que ver mal escrito el nombre de su pueblo o ubicado en la provincia vecina. En mi pueblo, Zaragoza, muchos están de uñas con las cadenas de televisión porque, al informar de los últimos rebrotes, no han dado ni una en los rótulos ni en los mapas.

Como hoy todo es un melodrama, se interpretan estos errores como pruebas de desamor (las últimas crisis políticas españolas se llamaban desafecciones). No saben dónde estamos porque no piensan nunca en nosotros. No existimos, como Teruel. Y tienen razón: si nunca sales en las noticias, es probable que salgas mal citado cuando al fin sales. Hay que escribir muchas veces Nietzsche para aprender a escribirlo de memoria sin fallar en una t, y si lo escribes tan a menudo como para aprendértelo, es porque Nietzsche te importa. Lo mismo sucede con Rubielos de Mora y Mora de Rubielos, que son dos pueblos contiguos que hasta los propios vecinos confunden.

A mí, como a cualquier escritor, me han cambiado el nombre y el de mis libros miles de veces, aunque nunca me han tomado por un escritor mejor que yo, así que no he podido fingirme más listo e interesante de lo que soy. Tampoco a Zaragoza la han situado nunca en París o en Roma: la confunden con Huesca, que viene a dar lo mismo. Las confusiones nunca mejoran a la víctima de la confusión. A lo sumo, la dejan igual, y eso también escuece, porque, al desubicarte, te ponen en tu sitio.

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