Columna

Malas noticias para quienes están hartos de la metaficción

'Mira lo que has hecho' empezó siendo un relato costumbrista sobre padres estresados pero se eleva en esta temporada a unas alturas majestuosas, rozando con las alas el espíritu de la tragicomedia

Una imagen de la tercera temporada de 'Mira lo que has hecho'.

“Estoy de la metaficción hasta el coño”, dice el personaje de Eva Ugarte en uno de los momentos más brillantes y metaficticios de la serie de metaficción Mira lo que has hecho (cuya tercera temporada se acaba de estrenar en Movistar). Berto Romero se enreda en una confusión entre persona y personaje en forma de sátira de los linchamientos digitales. Lo que empezó siendo un relato costumbrista sobre padres estresados se eleva en esta temporada a unas alturas majestuosas, rozando con las alas el espíritu de la tragicomedia.

Cuando Ugarte se confiesa hasta el coño de la metaficción ...

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“Estoy de la metaficción hasta el coño”, dice el personaje de Eva Ugarte en uno de los momentos más brillantes y metaficticios de la serie de metaficción Mira lo que has hecho (cuya tercera temporada se acaba de estrenar en Movistar). Berto Romero se enreda en una confusión entre persona y personaje en forma de sátira de los linchamientos digitales. Lo que empezó siendo un relato costumbrista sobre padres estresados se eleva en esta temporada a unas alturas majestuosas, rozando con las alas el espíritu de la tragicomedia.

Cuando Ugarte se confiesa hasta el coño de la metaficción (o de la autoficción), recuerda a muchos críticos literarios que dicen lo mismo, pero con jerga posestructuralista. La serie de Berto es una noticia pésima para ellos: la confusión entre vida y novela, como lo planteaba Galdós, no ha hecho más que empezar. La distinción entre lo vivido y lo contado ya no existe en ningún sitio. Desapareció hace mucho en la literatura, tardó un poco más en llegar al cine, y ahora se ha hecho fuerte en las series que ve todo el mundo, quizá el último terreno donde estos juegos no eran celebrados. En Movistar, desde Qué fue de Jorge Sanz y El fin de la comedia, son sello de la casa.

Por más que Berto (o Alberto) Romero explique la diferencia entre persona y personaje para intentar escapar del lío en el que le han metido unos tuiteros, sabe bien que la gracia está en esa zona fronteriza y pantanosa, siempre cubierta por brumas, donde es imposible separar al narrador del autor y al actor de la persona. Aunque quienes prefieren llamar pan al pan y vino al vino estén hasta el coño, los demás sabemos que solo hemos empezado a explorar las orillas del pantano y queda mucha confusión hasta llegar al otro lado.

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