Jorge Javier, el nuevo Che Guevara
Con el presentador de ‘Sálvame’, la muchachada marcha más contenta hacia la lucha final. O hacia el próximo meme
Si la industria del póster funcionase en el estado de alarma, ya se venderían en los mercadillos afiches con la cara de Jorge Javier Vázquez, al estilo de la foto del Che Guevara. En vez de “Patria o muerte” al pie, se estamparía la leyenda “Este es un programa de rojos y maricones”. Los líderes revolucionarios aparecen donde menos se los espera, pero no me tachen de esnob ni de purasangre leninista: creo que el visionado de Sálvame es muchísimo menos nocivo para las funciones cerebrales básicas que la lectura de Althuser o la asistencia a un maratón de cantautores barbudos. En eso, el ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Si la industria del póster funcionase en el estado de alarma, ya se venderían en los mercadillos afiches con la cara de Jorge Javier Vázquez, al estilo de la foto del Che Guevara. En vez de “Patria o muerte” al pie, se estamparía la leyenda “Este es un programa de rojos y maricones”. Los líderes revolucionarios aparecen donde menos se los espera, pero no me tachen de esnob ni de purasangre leninista: creo que el visionado de Sálvame es muchísimo menos nocivo para las funciones cerebrales básicas que la lectura de Althuser o la asistencia a un maratón de cantautores barbudos. En eso, el movimiento comunista ha salido ganando.
Hace tiempo que el Papa Francisco y el expresidente de Uruguay, José Mujica, se postulan como modelos para esos pósteres, pero ha venido Jorge Javier a fulminarlos con una sola consigna. Al fin y al cabo, Francisco y Mujica pertenecen a otro tiempo, de frase más morosa, capaz de encandilar a un lector de Eduardo Galeano, pero mal adaptada a la velocidad de los tuits. Con Jorge Javier, la muchachada marcha más contenta hacia la lucha final. O hacia el próximo meme.
Todo héroe necesita su villano, y Pablo Motos ha ido adquiriendo estatura de tal (que para eso trabaja en la competencia de Mediaset). Mientras se encendía la llama revolucionaria de Sálvame, la tribuna de El hormiguero sufría los ataques de Willy Toledo por satirizar a costa del doctor Simón.
Luz y oscuridad. Revolución y reacción. Rojos y azules. Con qué facilidad unos alcanzan la santidad y a otros les crecen cuernos y rabo, cuando, en el fondo, ambos no son más que señores que dicen cosas durante muchas horas de directo. Buscar en ellos un referente moral o político es tan iluso como comer chuches con sabor a fruta creyendo que tienen muchas vitaminas. Claro que nadie, ni siquiera Willy Toledo, quiere hacer la revolución. Tan solo, entretenerse un rato hasta que pase todo.