Columna

El desescalamiento empieza en los telediarios

Los espacios informativos podrían empezar por eliminar una de sus secciones más exitosas: el recuento de infracciones del estado de alarma

Control de la policía en Madrid durante el estado de alarma.Daniel Gonzalez (GTRES)

Antes de que empiece la desescalada, convendría ir desescalando algunos tics informativos (nota al margen: desescalamiento, confinamiento, distanciamiento social, nueva normalidad… Vivimos una crisis de eufonía, qué hartura de palabros feos). Los telediarios podrían empezar por eliminar o acortar una de sus secciones más exitosas: el recuento de infracciones del estado de alarma. No hay día sin su anécdota...

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Antes de que empiece la desescalada, convendría ir desescalando algunos tics informativos (nota al margen: desescalamiento, confinamiento, distanciamiento social, nueva normalidad… Vivimos una crisis de eufonía, qué hartura de palabros feos). Los telediarios podrían empezar por eliminar o acortar una de sus secciones más exitosas: el recuento de infracciones del estado de alarma. No hay día sin su anécdota ni su vídeo pixelado grabado desde un balcón donde se ve a la policía deteniendo a algún desgraciado. La narración engrandece la labor de las fuerzas de seguridad, que se presentan heroicas por haber librado al mundo de un criminal tan facineroso.

El otro día, por ejemplo, pillaron a un señor que salía por los huertos desiertos de su pueblo en bici. Pertenecía a un club ciclista, cuyos miembros (en una muestra de amistad y compañerismo) alertaron a la autoridad. La crónica terminaba contando que el sujeto fue detenido gracias a un dispositivo especial de la policía, que le tendió una trampa.

Informar de un hecho tan aislado e insignificante como si narrasen la desarticulación un comando resucitado de ETA o apresaran al autor del crimen de Alcàsser, revela una mentalidad de inquisidor, distorsiona una realidad palpable por cualquiera: las infracciones se cuentan por miles en un país poblado por 47 millones de personas. Son irrisorias, y la mayoría consiste en sucesos que equivalen a la sustracción de una billetera. Si en tiempos normales nadie elevaría a noticia un hurto menor, ¿por qué esta nueva normalidad criminaliza a cualquiera que se pase un centímetro de la raya?

Si no desescalamos esta histeria delatora y reservamos las noticias para los hechos graves que de verdad merecen atención, la nueva normalidad que anuncia Pedro Sánchez va a ser tan siniestra que a lo mejor preferimos seguir confinados, fingiendo que la normalidad aún es vieja.

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