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Cómo fabricar combustible con el aceite que guardas al cocinar

Los aceites vegetales ya se pueden convertir en carburantes renovables, un producto compatible con los motores actuales y cero emisiones netas de carbono

En España, según Geregras, se producen 350 millones de litros anuales de aceite de cocina usado entre consumo doméstico, restauración y uso industrialAmfer75 (Getty Images/iStockphoto)

El combustible que mueve un coche (o un avión) puede nacer a partir del aceite con el que se fríen unos huevos. Si se recoge para depositarlo luego en un contenedor de reciclaje, este líquido denso y graso servirá para producir combustible renovable, un carburante que se fabrica con materias primas de origen orgánico –como biomasa o el propio aceite– y es compatible con los motores de combustión de los vehículos actuales. De hecho, las gasolinas y gasóleos que se comercializan ya contienen un 10% de renovables por ley.

1. Concienciación

El primer paso de la cadena comienza en los hogares y los establecimientos de restauración, los encargados de almacenar y reciclar correctamente el aceite usado. Uno de ellos es Lienzo, un restaurante valenciano que ha implementado un sistema para recoger el residuo de aceite que generan. María José Martínez, la chef del local, lo explica: “Cuando lavamos los cacharros, el aceite y el agua se van juntos por el sumidero. Hemos instalado un decantador en las tuberías para separarlos. El aceite va a un depósito, donde lo almacenamos”. También almacenan en un bidón el exceso de aceite de una salsa, por ejemplo. Al año acumulan unos 120 litros.

La chef Martínez explica que con este sistema se evita “que el aceite llegue a la red pública y suponga un problema ambiental”. En los hogares de España, según datos de Geregras -una entidad que agrupa a 19 empresas de recogida y tratamiento de estos aceites-, se recoge menos del 5% del aceite usado. Y cada litro que acaba en el alcantarillado, según el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, puede contaminar hasta 1.000 litros de agua. La Fundación Aqua, además, estima que estos vertidos encarecen el coste de depuración de las aguas residuales en España, que asciende actualmente a 90 millones de euros.

Cualquier usuario puede recoger sin complicaciones este producto. Lo mejor es guardarlo en una botella de plástico transparente y tirarlo en los contenedores de reciclaje de la vía pública o en los puntos limpios. En Madrid hay unos 550 lugares de depósito, según datos del Ayuntamiento.

2. Recogida

Tanto el aceite depositado en los contenedores de la vía pública como el almacenado en el sector de restauración es recogido por gestores autorizados para llevarlo a las plantas de tratamiento. Uno de ellos es Sercampo, que coordina la recogida en 450 ciudades y 2.000 restaurantes de España. José Antonio Alonso, su director, coge el testigo del recorrido del aceite y explica por qué hay que usar una botella transparente: “De esta manera, cuando el aceite llega a las plantas de tratamiento, se pueda ver de un vistazo si hay mezcla con aceites minerales, que son negros y entorpecen el proceso. Facilita la tarea de todos los actores”.

Rafael Roldán, investigador del Repsol Technology Lab, afirma que gracias a la recuperación de los aceites residuales y su transformación en combustibles renovables se puede contribuir notablemente a la descarbonización del transporte. Los objetivos europeos contemplan una inclusión creciente -hoy es del 10%- de estos carburantes en las gasolinas y gasóleos que repostamos: “En los próximos años aumentará la disponibilidad en tanto que los canales de recogida mejoren”.

Repsol ha empezado a recoger aceite de cocina usado en algunas de sus estaciones de servicio en Madrid. Próximamente el servicio estará disponible en Castilla-La Mancha y Galicia.

3. Transformación

La etapa final son las plantas de tratamiento. Ahí llega el aceite usado recogido y ahí, mediante un proceso de hidrogenación en el que sus moléculas se transforman en hidrocarburos, el aceite se convierte finalmente en carburante. Aproximadamente, estima Roldán, de un kilo de aceite usado puede salir cerca de otro kilo de combustibles renovables, como hidrobiodiésel, biojet para aviación o biopropano, además de otros subproductos químicos: “Las emisiones en la combustión se habrán compensado con las capturadas por el cultivo que da lugar al aceite. El total neto es de cero. No aumenta el efecto invernadero. Y se genera una energía sostenible que puede desplazar a la fósil en segmentos difícilmente electrificables, como el aéreo o el marítimo”.

Campaña promocional de Repsol sobre la transformación del aceite residual en combustible renovable.

Los combustibles renovables también se pueden fabricar a partir de residuos de biomasa -como restos de podas- o residuos sólidos urbanos. También con CO₂ capturado, que combinado con hidrógeno renovable da lugar a los llamados combustibles sintéticos. La ventaja del aceite vegetal es que “su conversión es más sencilla que la de otros residuos, y es una materia muy disponible: un aceite de cocina lo tiene todo el mundo en su casa”, prosigue Roldán.

El aceite vegetal usado y sus subproductos también se pueden convertir en nuevos plásticos y compuestos oleoquímicos. Pero los combustibles renovables son la principal salida para este residuo. A finales de este año, una nueva planta de Repsol situada en Cartagena (Murcia) producirá unas 250.000 toneladas anuales de biocombustibles avanzados. “La tecnología de conversión es una realidad. Estamos ante una verdadera oportunidad de economía circular”, cierra Roldán.

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