El regreso de las ballenas azules a los mares de Galicia
Un equipo de investigación registra a estos gigantes del mar en su búsqueda de alimento en aguas gallegas, lo que parece indicar que se recupera la población de esta especie en peligro
Las ballenas azules son los animales más grandes del planeta y pueden vivir más de un siglo, pero están en peligro de extinción. Fueron amenazadas por la caza en Galicia hasta mediados de la década de los ochenta, lo que convirtió al Atlántico norte de la península ibérica en una zona de riesgo para la especie. Ya no es así. Todo parece indicar que estos gigantes han comenzado a hacer visitas anuales a las costas gallegas en busca de comida, según Bruno Díaz, investigador principal del Proyecto Balaenatur, que estudia la presencia de los cetáceos. Esto lleva, al cotejarse con las observaciones...
Las ballenas azules son los animales más grandes del planeta y pueden vivir más de un siglo, pero están en peligro de extinción. Fueron amenazadas por la caza en Galicia hasta mediados de la década de los ochenta, lo que convirtió al Atlántico norte de la península ibérica en una zona de riesgo para la especie. Ya no es así. Todo parece indicar que estos gigantes han comenzado a hacer visitas anuales a las costas gallegas en busca de comida, según Bruno Díaz, investigador principal del Proyecto Balaenatur, que estudia la presencia de los cetáceos. Esto lleva, al cotejarse con las observaciones de otros científicos en todo el mundo, a una hipótesis aún más emocionante: la población de mamíferos marinos se está recuperando del daño que le causó la humanidad.
Se han registrado avistamientos de estos gigantes en las Rías Baixas desde 2017, pero este año el equipo del Bottlenose Dolphin Research Institute (BDRI), el centro a cargo del proyecto, ha podido identificar los ejemplares. Esto sirve para saber si son los mismos que se han visto en años pasados y para confirmar que no solo están de paso por la zona, sino que regresan anualmente. Díaz cree que la afición de los cetáceos por estas aguas tiene que ver con un fenómeno oceánico al que llaman afloramiento: en el verano, los vientos del norte empujan el agua superficial mar adentro. Esto hace que de las profundidades, muy rica en nutrientes, emerja más cerca a la costa y provoque una “explosión” de alimento para esta especie. El movimiento de las aguas es también el responsable de las bajas temperaturas del mar en el sur de Galicia.
Las aguas gallegas son el ambiente perfecto para el kril del norte, que es el alimento principal de la especie, según han podido confirmar en el BDRI. Lo han hecho con muestras de plancton y heces de las ballenas. También han visto una tendencia positiva: cada vez más de estos gigantes comen en la zona. Esto mismo les ha pasado a otros equipos científicos en distintos lugares del mundo, lo que lleva a pensar que los acuerdos de la Comisión Ballenera Internacional para suspender la caza están surtiendo efecto y que la población se está recuperando. Estos animales viven más de 100 años, por lo que compensar el declive les lleva mucho tiempo. El investigador argumenta la importancia de que se documente su preferencia por esta región, para tomar medidas de conservación.
Díaz estudia las acciones que el proyecto —financiado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico— va a sugerir para evitar que los cetáceos se vayan otra vez. La más importante será el control de tráfico marítimo en la época de alimentación de la especie para evitar que los barcos choquen con ellas y se lastimen. “Una ballena azul es un bien extremadamente valioso, no solo para Galicia, sino para toda la humanidad”, agrega el científico, con 25 años de experiencia en el estudio estas especies.
Detener la captura de estos animales fue una tarea difícil que se logró, en 1982, con el número mínimo de votos en la Comisión Ballenera Internacional. Esta organización fue el seno de las negociaciones entre 88 países para controlar la captura de ballenas con propósitos comerciales. El acuerdo estableció que los Estados adscritos a la entidad tendrían tres años para suspender definitivamente la práctica. España votó en contra, pero, aun así, adoptó el pacto en 1985. Hoy quedan 87 países: Japón renunció en 2018 para reanudar la caza. Un recordatorio de que la carrera está lejos de terminar.
El regreso de las ballenas es un proceso natural. Tiene que ver con la memoria de la especie sobre una zona que, al parecer, visitaba con mucha frecuencia a mediados del siglo pasado, hasta que la caza consiguió ahuyentarla. La población de estos cetáceos se recupera lentamente pero aún está considerada en peligro de extinción. Ahora se presenta la oportunidad de que las costas gallegas sean un espacio para conservar a los ejemplares jóvenes que regresan en busca del alimento del que tanto disfrutaron sus ancestros.