Bendito cumpleaños
Andrea vuelve al restaurante de Juanjo para celebrar allí su cumpleaños y se reencuentra con Patricio, padre de Juanjo y alcalde del pueblo. Charlando con él descubre algo revelador
No sé si te estarás preguntando qué pasó con Juanjo después de que me fuera en mitad de la cita que tuvimos el otro día, pero yo voy a contártelo para que no te quedes con la duda.
Lo que pasó fue, principalmente, que me acabé sintiendo fatal por irme de allí de la forma en la que me fui, así que no tardé en escribirle para disculparme. Él me dijo que no me preocupara, porque Juanjo es así de majo, y me invitó a pasarme por el restaurante el domingo. Se ve que todos los años lo cierran...
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No sé si te estarás preguntando qué pasó con Juanjo después de que me fuera en mitad de la cita que tuvimos el otro día, pero yo voy a contártelo para que no te quedes con la duda.
Lo que pasó fue, principalmente, que me acabé sintiendo fatal por irme de allí de la forma en la que me fui, así que no tardé en escribirle para disculparme. Él me dijo que no me preocupara, porque Juanjo es así de majo, y me invitó a pasarme por el restaurante el domingo. Se ve que todos los años lo cierran al público esa noche, la del 15 de agosto, para celebrar allí su cumpleaños.
Mi regalo, por supuesto, fue un vale para otra cita.
—¿Y de esta no te irás?
—No, seguro que no. Prometido.
—¿Y hoy tampoco?
—No, hoy tampoco me pienso ir. Ya verás.
Aunque sí que me habría ido. Te explico por qué.
En la fiesta también estaba Patricio, el padre de Juanjo. Si el hijo es majo, el padre es doblemente majo. No me extraña que le votaran como alcalde, sigue siendo ese tipo de persona que sabe cómo hacerte sentir bien y con la que te pasarías horas charlando. Me preguntó por ti, claro, y ya le conté. También me preguntó cuándo fue la última vez que había estado en el pueblo, y le dije que el verano en el que Juanjo tuvo el accidente en el que perdió un dedo.
—Bendito accidente.
Eso dijo Patricio. Bendito accidente. Le pregunté qué tenía de bendito que Juanjo hubiera perdido un dedo, y me explicó que la noche que pasaron con él en el hospital, con los médicos tratando de cosérselo, cedió una viga de su casa y cayó sobre la cama de Juanjo. Así que aquel día perdió un dedo, pero al menos ahí seguía ayer, cumpliendo años.
Ese fue el momento en el que me habría marchado. Realmente es como si lo hubiera hecho, porque ya apenas hablé con nadie. Me quedé en un rinconcito, pensando en lo de la percepción del tiempo de la que me habló Mario y en los accidentes que los extraterrestres corregían o minimizaban. ¿Y sabes qué? Que hay más casos así, como el de Juanjo y su dedo.
Mientras volvía a casa, entré a leer noticias antiguas en la web del periódico de la isla. ¿El rebaño de ovejas que amaneció a 30 kilómetros de su granja en 1996? Un rayo prendió fuego a su parcela cuando las llevaban de vuelta. ¿La niña que reapareció tras una semana en paradero desconocido en 2005? Mientras estuvo fuera, sus padres tuvieron un accidente de coche y la sillita en la que habría ido sentada atravesó el parabrisas.
Te lo juro. No me lo estoy inventando.
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