Francesc Pujol, profesor experto en IA: “Es imposible interactuar con ChatGPT sin pensar”

El docente de la Universidad de Navarra opina que los resultados en el aprendizaje ya no son importantes y que hay que poner la lupa en enseñar a los alumnos reflexionar sobre el proceso

El profesor de la Universidad de Navarra (UNAV) Francesc Pujol, experto en ChatGPT.PABLO LASAOSA

Dos años después de su aparición, ChatGPT continúa avivando el fuego del debate educativo. La balanza, sin embargo, empieza a inclinarse —aunque lentamente— a favor de quienes han empezado a preguntarse: ¿cómo lo integro en el aula? Francesc Pujol (58 años, Barcelona) sabe que hay más de una respuesta, pero, sobre todo, asegura que el mundo docente no puede ignorar más a esta herramienta. El profesor de economía y liderazgo en la Universidad de Navarra, donde ha impartido clases durante 26 años, conoce bien los riesgos, las limitaciones y las oportunidades que ofrece la disruptiva tecnología. Los ha recopilado en dos libros relacionados con el uso de la inteligencia artificial en la enseñanza. También lidera IAdocents, un grupo de trabajo en el campus y ha impartido formaciones a cerca de 900 profesores (universitarios y de secundaria) sobre cómo integrar más y mejor la IA en clase.

Pregunta: ¿Ha derrotado ChatGPT a los profesores?

Respuesta: Conozco muchos profesores que están en una fase de derrota, aceptando que esta herramienta ha entrado al aula sin su permiso y que deben hacer algo al respecto. De repente todos los trabajos de los alumnos son maravillosos, increíbles, profundos, pero luego, cuando esos mismos alumnos rinden los exámenes, son igual de buenos o igual de malos que los años anteriores. Han tenido que asumir que hay una herramienta capaz de generar resultados de mucho nivel y, en muchos casos, de forma reactiva. Algunos dicen, ya no voy a pedir trabajos y todo el peso lo pongo en los exámenes finales o exámenes parciales. Aunque también hay una proporción cada vez mayor de docentes universitarios y de secundaria que se está preparando para responder a este cambio.

P: ¿Cuál es la clave para que esta transición sea pacífica?

R: Es lógico que los docentes piensen que el foco es entender mejor la herramienta, cómo funciona y cómo darle las instrucciones correctas. No obstante, esa no es la clave. El foco está en la tarea. En repensar el proceso y no en el resultado. Los resultados cada vez aportan menos información del conocimiento, aprendizaje o del esfuerzo de los alumnos porque son generados por un programa. Lo vital es hacer un seguimiento del proceso. Hay dos maneras de canalizar esto: puedes pedir un trabajo que recoja con evidencias del proceso o trabajar directamente con ellos en clase. El objetivo es documentar y visibilizar y hacer calificable la evolución para llegar a una respuesta.

P: ¿Cuál es el esfuerzo que deben hacer ahora los profesores?

R: Te obliga a pensar constantemente lo que antes no te hacía falta pensar, como qué aprendizaje aporta este trabajo al alumno en su proceso de conocimiento y de reflexión. Antes de la IA, si tú le pedías un trabajo a un alumno, sabías que iba a aprender sí o sí, porque tenía que construir esa información por su cuenta. Ahora el contenido de los trabajos no te da información, entonces debes pensar en cómo evaluar el proceso. Eso te mete de lleno en el corazón de la pedagogía y de la vocación docente, porque debes replantearte qué quieres que aprendan tus alumnos.

P: ¿Es importante que esto también suceda en secundaria?

R: En la secundaria nos jugamos muchísimo. Con un mal uso de la IA en la universidad obtienes muchos trabajos malos y, en general, un bajo aprendizaje, mientras que en la secundaria, el problema es que por culpa de la IA mal integrada aprendan a pensar menos en la fase en la que están desarrollando sus capacidades cognitivas, su espíritu crítico, su capacidad de análisis. Es crucial actuar. Todas esas capacidades pueden quedarse atrofiadas si ChatGPT resuelve todos los problemas y el docente no interviene. La labor del profesor debe ser mitigar los riesgos que tiene esta nueva herramienta y multiplicar las potencialidades de su riqueza añadida.

P: Entonces, ¿cómo se aprovecha esta tecnología en el aula?

R: Usado correctamente ChatGPT te permite ver todos los elementos relevantes de un problema, el programa sabe dar pesos distintos a cada uno de los elementos que intervienen en un trabajo escrito, identificar argumentos relevantes en un texto, y, por lo tanto, si el alumno es capaz de entender ese proceso, le ayuda a mejorar la capacidad de análisis y también a desarrollar el espíritu crítico.

El profesor Francesc Pujol emplea ChatGPT durante una de sus clases en la Universidad de Navarra.

P: ¿Cómo integra usted la IA generativa en el aula?

R: Los alumnos deben presentarme dos documentos, uno con el ensayo, y otro con el making of del texto. En este último pido que me identifiquen todas las partes del ensayo, las instrucciones que han seguido para elaborar cada párrafo, qué han hecho para mejorar una respuesta si es demasiado simplista o las repreguntas que han ejecutado. Esa es la zona a la que hay llevar a los alumnos. Si un alumno deja que se cuele una afirmación falsa en el trabajo, recibe directamente un cero. También suelo mostrar, con el permiso de los alumnos, las mejores prácticas para que puedan retroalimentarse.

P: ¿Está mejorando el proceso de aprendizaje?

R: Gracias a ChatGPT yo obligo a los alumnos a que hagan explícito el proceso de reflexión sobre los contenidos que han generado con el programa, entonces como mínimo les voy a obligar a leer los contenidos. Porque no hay que engañarse, antes de ChatGPT la gente tampoco aprendía mucho porque copiaban los contenidos que encontraban en Google. Ahora el problema que tenemos es que pueden generar contenidos que tienen falsedades. O aprenden a identificar esas falsedades o tienen un problema gigantesco en el futuro profesional.

La labor del profesor debe ser mitigar los riesgos que tiene esta nueva herramienta y multiplicar las potencialidades

P: ¿Qué lecciones te deja este proceso?

R: Como profesor disfruto de esos textos y puedo aprender porque evidentemente antes no me aportaba nada un ensayo de un alumno universitario porque exponía cosas muy básicas. Ahora aparecen cosas muy interesantes y muy valiosas, y reflexiones profundas que, aunque no están hechas por ellos, ellos validan. Los alumnos se acostumbran a trabajar con análisis más detallados y ricos en matices y es algo que van a absorber. Yo sé que esta nueva forma de trabajar les obliga a pensar, porque es imposible interactuar con ChatGPT sin pensar.

P: ¿Cómo va a evolucionar esto en los próximos dos años?

R: Muy pronto estas herramientas no te van a responder preguntas, sino que te van a ejecutar tareas completas, como análisis detallados de un modelo de negocio de una startup, el desarrollo de un caso jurídico, o directamente un trabajo final de grado. Lo que también nos impulsa a replantearnos la manera en la que se hace la investigación. También nacerán mejores metodologías y actividades que recojan todo el proceso desarrollado por ChatGPT y validado por un alumno. Existen ya herramientas que recogen todo lo que pasa cuando los alumnos usan IA.

P: ¿Hacia dónde vamos?

R: La capacidad humana de capturar esta rápida transformación tecnológica se está quedando atrás. Es muy difícil seguirle el ritmo. Y mucho más difícil incorporar este cambio en el ámbito social y organizacional. La cultura organizacional avanza más lentamente que las necesidades. Vemos que lo que estamos haciendo es caduco, no tiene mucho sentido, pero no damos abasto, porque no tenemos capacidad de reacción para aplicarlo ya, ahora. Esto requiere de una revisión y un amplio reajuste. Y hay que tener en cuenta que puede haber disparidad entre un centro educativo y otro, entre un país y otro, entre quienes tienen más recursos y menos. Esas son las preguntas que vamos a tener que afrontar muy pronto.

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