De Granada a Barcelona con recelos

Los constitucionalistas no avanzaron; los nacionalistas avanzaban hacia el independentismo

El secretario del PSC, Miquel Iceta, vota para validar el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos.Massimiliano Minocri

El camino recorrido entre la Declaración de Granada, en julio de 2013, a la de Barcelona, en julio de 2017, suscritas por el PSOE y el PSC, ha tenido picos y altibajos en los que ganaban terreno, alternativamente, la organización federal o los socialistas catalanes. De Granada salieron todos satisfechos, aunque el PSC no logró su aspiración de incluir en el texto el “derecho a decidir” ni la apelación al “Estado plurinacional”. Tampoco vio plasmada la posibilidad de organizar “referendos territorializados”. Aun a...

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El camino recorrido entre la Declaración de Granada, en julio de 2013, a la de Barcelona, en julio de 2017, suscritas por el PSOE y el PSC, ha tenido picos y altibajos en los que ganaban terreno, alternativamente, la organización federal o los socialistas catalanes. De Granada salieron todos satisfechos, aunque el PSC no logró su aspiración de incluir en el texto el “derecho a decidir” ni la apelación al “Estado plurinacional”. Tampoco vio plasmada la posibilidad de organizar “referendos territorializados”. Aun así, el entonces primer secretario de los socialistas catalanes, Pere Navarro, calificó de “histórica” esa declaración de los dos partidos hermanos, Tenía muchas razones, entre ellas, “el reconocimiento de la singularidad de Cataluña”.

Ese era un punto de partida para el PSC, en el que se incluía la reforma de la Constitución y de los estatutos. Los cambios en el catalán serían votados, claro está, por los catalanes en exclusiva. En esta declaración se dejó la piel el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, fallecido inesperadamente el pasado mayo. No solo por las dificultades de llegar a un punto común con el PSC sino también, con los barones territoriales del PSOE. El punto se encontró, pero a la vista está que todo quedó en el papel. Los constitucionalistas, en terminología actual, no dieron paso alguno, en tanto que los nacionalistas avanzaban hacia el independentismo.

Sin Rubalcaba y sin Navarro, sino con Pedro Sánchez y Miquel Iceta, se llegó a la Declaración de Barcelona, cinco años después. El PSC ya había abandonado con su nueva dirección su otrora demanda del “derecho a decidir” y caro le había costado, ya que padeció una sangría por los abandonos de quienes no querían renunciar a la posibilidad de una consulta.

Con la Declaración de Barcelona todos los socialistas abogaban por una reforma de la Constitución que “haga de España un Estado federal” y avance “hasta reconocer plenamente su carácter plurinacional”. Esta reforma incluiría “el reconocimiento de las aspiraciones nacionales de Cataluña”. Esta es la base del documento que el PSC llevará a su congreso y que ha despertado los resquemores habituales en sectores del PSOE. “Nos tendrán enfrente quienes quieran hacer de nación Estado”, avisa la secretaria general del PSOE andaluz, Susana Díaz.

De inmediato, añade su seguridad de que eso no va a pasar por las convicciones de Sánchez. Pero ahí queda el aviso. La plurinacionalidad es un postulado de siempre del PSC “pero no es ley” y lo que importa es “la igualdad”, advierte el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. El extremeño Guillermo Fernández Vara tercia: “El artículo 2 de la Constitución reconoce regiones y nacionalidades; no hay nada nuevo”. En efecto, nada nuevo en la aceptación general de la posición federalista de todo el PSOE y el punto de recelo con el PSC.

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