Casado: “Unas elecciones nos pueden venir bien pero somos un partido responsable”

El líder del PP se conjura para aglutinar el voto de la derecha en el inicio del curso político de su partido en Ávila

Ávila -
Desde la izquierda, Isabel Díaz Ayuso, Teodoro García Egea, Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco, en el inicio de curso del PP en Ávila.RAÚL SANCHIDRIÁN (EFE)

Pablo Casado apeló este domingo a los 3,6 millones de antiguos votantes del PP que el 28-A optaron por Cs y Vox para volver a concentrar al electorado conservador ante la probable celebración de otras generales. Pese a que el PSOE le dobló en escaños, 123 a 66, y le sacó tres millones de votos el líder de la oposición afirmó que su partido “está en condiciones para liderar el país”. El PP no se abstendrá para facilitar la investidura de Pedro Sánchez.

Pocas provincias como Ávila resumen con tanta crudeza el desastre del PP en las elecciones del pasado abril. Hasta el 28-A los populares ...

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Pablo Casado apeló este domingo a los 3,6 millones de antiguos votantes del PP que el 28-A optaron por Cs y Vox para volver a concentrar al electorado conservador ante la probable celebración de otras generales. Pese a que el PSOE le dobló en escaños, 123 a 66, y le sacó tres millones de votos el líder de la oposición afirmó que su partido “está en condiciones para liderar el país”. El PP no se abstendrá para facilitar la investidura de Pedro Sánchez.

Pocas provincias como Ávila resumen con tanta crudeza el desastre del PP en las elecciones del pasado abril. Hasta el 28-A los populares llevaban casi tres décadas acostumbrados a repartirse los tres escaños de la circunscripción con el PSOE: dos para ellos y uno para los socialistas. Así desde 1993. Ahora el PP tiene uno. La fragmentación del electorado de derecha en las últimas generales, sobre todo en las 28 provincias que reparten hasta cinco diputados, fue letal para las aspiraciones de Casado, que vio cómo el PP pasaba con él de 137 a 66 asientos en el Congreso. Y cómo el PSOE pasaba a ser el partido con mayoría absoluta en el Senado.

Cuatro meses después, el PP se conjura para mejorar su peor resultado en previsión de que haya elecciones el 10 de noviembre. El PSOE seguiría partiendo como favorito, pero el partido hegemónico de la derecha confía en que la alianza electoral que plantea a Ciudadanos y Vox se produzca al menos en la Cámara alta y en comunidades como País Vasco, donde se quedaron a cero. La haya o no, Casado no disimula su aspiración de aglutinar al electorado conservador. "No sé si va a haber elecciones generales, el PP no las quiere. Ya sé que nos pueden venir bien, que estratégicamente reforzaría mucho nuestro papel, que habría un cambio en los bloques... Pero somos un partido responsable. En este juego de quién tiene la culpa no nos van a buscar. Eso sí, estamos preparados para, decida lo que decida Sánchez, volver a liderar nuestro país", ha expresado Casado en el inicio del curso político del PP. El partido celebrará una convención económica para anteponer su proyecto al del PSOE. "Nuestro compromiso, pase lo que pase, es estabilidad y desbloqueo; si Sánchez nos quiere llevar a elecciones, que todo el mundo sepa que el PP desbloqueará la situación", ha enfatizado dando a entender que en unas nuevas elecciones su formación mejoraría sus resultados. Tanto el Gobierno en funciones como la dirección socialista mantienen que aunque el PP subiría seguiría a mucha distancia de la mayoría absoluta con sus aliados potenciales.

La dirección del PP, donde de ningún modo contemplan abstenerse —en su entrevista a EL PAÍS el presidente en funciones reconoce que no espera "nada" ni del PP ni de Ciudadanos para facilitar la investidura de Sánchez, ve la posibilidad, cada vez más probable, de volver a las urnas como una segunda oportunidad. "Somos la vacuna", se ha reivindicado Casado frente a la "amenaza hipócrita" del líder socialista al pedir que facilite su investidura "para que no pacte con los independentistas". El líder del PP ha protagonizado un acto en el Parador de Ávila con unos 500 simpatizantes y cuadros entre los que se encontraban la plana mayor de su ejecutiva y dos de los cinco presidentes autonómicos del PP: el de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Pese a que no ha sido el inicio de curso que los populares acostumbraban a hacer los últimos años, cuando varios miles de fieles peregrinaban a la romería de Soutomaior, con Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo como grandes anfitriones, el significado de la elección de la capital abulense —Casado fue diputado nacional por esta provincia— resume los últimos meses de los populares y las expectativas en caso de volver a las urnas.  El mensaje a los cargos presentes ha sido contundente: volver a hacer del PP el partido que concentra todas las sensibilidades de la derecha, desde la más moderada a la más extremista. De los 3,6 millones de votos perdidos el 28-A, 2,6 millones optaron por Vox, mientras que Ciudadanos creció en un millón y estuvo a punto de lograr el sorpasso con el PP. Le faltaron 200.000 votos y nueve escaños.

Lejos del tono histriónico de la campaña del 28 de abril, Casado ha cambiado su estilo por completo y ha optado por un discurso mucho más suave. Al menos en las formas: este domingo ha vuelto a acusar al PSOE de pactar con los independentistas catalanes —ha puesto de ejemplo la presidencia de la Diputación de Barcelona lograda por el PSC— y con EH Bildu en Navarra, donde la abstención de parte de los diputados de la izquierda abertzale fue decisiva para que la socialista María Chivite presida la comunidad foral en lugar de la coalición del PP, Ciudadanos y UPN (Navarra Suma).

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Casado insiste en trasladar a toda España este formato en caso de nuevas elecciones. El argumento que empleará es combatir la fragmentación del electorado conservador. Los números no engañan. Reflejan cómo la competencia de Ciudadanos, pero sobre todo de Vox, le impidió sumar una veintena de escaños en las provincias menos pobladas. Como ejemplo, Ávila: el PP pasó de los 52.000 votos de 2015 a 31.000 y Ciudadanos se llevó el último diputado en juego, los denominados restos, con 19.000 papeletas. La consecuencia fue un reparto inédito entre varias fuerzas nacionales de derechas desde los tiempos en los que todavía tenía algo que decir el CDS. "Nuestra responsabilidad será unir en torno al PP a todos los que quieren a España. Pero esperamos que Sánchez no será tan irresponsable de llevarnos a las urnas", ha concluido Casado.

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