El terrorismo islamista

La célula yihadista de Melilla reniega de la violencia: “Hay que parar esto”

El clérigo Mustafa Al Al, que captó a 27 combatientes para Al Qaeda, y los otros cinco acusados aceptan la acusación de la fiscalía

Detención de un supuesto yihadista en Melilla, de nacionalidad danesa, el pasado junio. EFE

La célula yihadista de Melilla liderada por el clérigo Mustafá Al Lal, que se dedicaba a captar combatientes para enviarlos a las filas de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) en Malí, ha reconocido los hechos y ha renegado públicamente este lunes de la violencia para imponer las ideas islamistas. “El islam no justifica ni incita a la violencia. Yo soy musulmán para toda la eternidad, pienso que todo esto habrá que pararlo de alguna manera. Amo a mi gente, a mi familia y quiero que vivamos en paz en Melilla y donde sea”, ha ...

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La célula yihadista de Melilla liderada por el clérigo Mustafá Al Lal, que se dedicaba a captar combatientes para enviarlos a las filas de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) en Malí, ha reconocido los hechos y ha renegado públicamente este lunes de la violencia para imponer las ideas islamistas. “El islam no justifica ni incita a la violencia. Yo soy musulmán para toda la eternidad, pienso que todo esto habrá que pararlo de alguna manera. Amo a mi gente, a mi familia y quiero que vivamos en paz en Melilla y donde sea”, ha manifestado Al Lal a preguntas de la fiscal Dolores Delgado en la primera jornada del juicio, que se celebra en la Audiencia Nacional.

Con esta confesión, Al Lal, alias Doberban, acepta una condena de seis años de prisión frente a los doce que solicitaba para él inicialmente la fiscalía por integración en organización terrorista. Sus compañeros de banquillo —Rachid Abdelnahet, Kamal Mohamed Dris, Mohamed Benali, Benaissa Laghmouchi y Mustafa Zizaoui— han reconocido también como ciertos los hechos por los que les acusa la fiscalía y su participación en ellos, y reciben la misma pena de prisión.

La célula, desarticulada en mayo de 2014, centró sus esfuerzos en captar y radicalizar a miembros musulmanes del Ejército español asentados en Melilla, a los que daba entrenamiento físico, de artes marciales y técnicas de combate para viajar a zonas de conflicto. La preparación se realizaba en una dependencia anexa a la vivienda del emir Mustafá Al Lal, un clérigo muy influyente de la Cañada de Hidum, una barriada melillense azotada por la marginalidad.

Al Lal, vestido con túnica blanca y barba crecida, ha dicho ser consciente de las repercusiones y la gravedad de sus actos. También ha aceptado calificar de terrorista tanto a Al Qaeda como al autodenominado Estado Islámico, de los que ha renegado pese al posible riesgo para su propia seguridad. “Tal y como está la cosa, no sé [qué puede pasar]”, ha manifestado.

En los registros a los domicilios de la célula, los agentes se incautaron de numeroso material sobre cómo fabricar armas biológicas, así como documentos en árabe donde se habla de 'La reconquista de Al Ándalus'. Además, en el disco duro del ordenador del líder de la célula se hallaron más de 170 documentos sobre preparación de yihadistas para el combate y adoctrinamiento para la justificación de 'operaciones de martirio' (acciones suicidas).

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Otra de las actividades de la célula, que el fiscal enmarca en un movimiento global yihadista violento, fue la creación de un aparato de propaganda para la captación de fieles utilizando para ello más de una decena de canales en Internet. Entre ellos publicaron mensajes "orientados a aumentar la comisión de ataques terroristas" mediante la interpretación de pasajes del Corán.

Entre el material publicado destaca un vídeo que comienza con una declaración de la 'Sharia4Spain' (Sharia para España), destinado a imponer la ley islámica en países democráticos. Además exhiben imágenes de atentados terroristas cometidos en los que se añaden comentarios de aprobación.

Los acusados, en prisión provisional desde su detención, conseguían financiación para actuar simulando accidentes de tráfico entre sus vehículos, lo que permitió en alguna ocasión cobrar indemnizaciones de las compañías aseguradoras por los daños materiales o personales que dijeron haber sufrido.

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