Análisis

Seguridad vial: decisiones

Las medidas serán más realistas, enfocadas y priorizadas si tenemos claro el objetivo

Tráfico en Madrid. Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Si analizamos la seguridad vial en España en los últimos 20 años podemos hablar de tres grandes periodos. Entre el año 1994 y el año 2004, “tarifa plana” de mortalidad (5.500 fallecidos cada año, +/- el 5%); entre el 2004 y el 2013 (descenso progresivo hasta llegar a los 1.700 fallecidos); y entre el 2013 y la actualidad (“tarifa plana” de mortalidad anual en torno a esos 1.700 fallecidos). Y ahí estamos. Y, como ocurrió en 2003, donde se quiere “romper” esa barrera.

El primer paso ya está dad...

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Si analizamos la seguridad vial en España en los últimos 20 años podemos hablar de tres grandes periodos. Entre el año 1994 y el año 2004, “tarifa plana” de mortalidad (5.500 fallecidos cada año, +/- el 5%); entre el 2004 y el 2013 (descenso progresivo hasta llegar a los 1.700 fallecidos); y entre el 2013 y la actualidad (“tarifa plana” de mortalidad anual en torno a esos 1.700 fallecidos). Y ahí estamos. Y, como ocurrió en 2003, donde se quiere “romper” esa barrera.

El primer paso ya está dado: la voluntad política ha llegado. El Director General de Tráfico lo ha dejado claro: toca mover ficha. Tiene razón, aunque no será fácil: el margen no es muy amplio. Pero sí, se puede y es posible.

Como en todo movimiento político, lo importante, una vez fijada la voluntad, es el objetivo. Un objetivo realista. Pero un objetivo. Lo marcó la Unión Europea en 2001, en su Libro Blanco (50% de reducción en 10 años). Lo marcó el Gobierno que quiso romper la tendencia en 2004 (40% en cuatro años). Lo marcó el Banco Mundial (50%, para 2020). Ahora le toca de nuevo a nuestro Gobierno. Aunque mínimo, toca fijar objetivo.

Y después de fijar objetivo, a por él. Las medidas serán más realistas, enfocadas y priorizadas si tenemos claro el objetivo. Porque nos centraremos en los verdaderos problemas, en la realidad, en las medidas coste-beneficio. En definitiva, a por el resultado que nos guía y nos aprieta.

En esas medidas a adoptar, los datos de los 1.160 fallecidos en vías interurbanas de 2016 dejan claros algunos debates.

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a) El aumento de la siniestralidad en autopistas y autovías (ojo, un 16%) debe cerrar el debate del aumento del límite de velocidad de 120 a 130 km/h. Con fallecidos en ascenso, mal mensaje se traslada a los conductores si se les confunde con “más velocidad, no hay riesgo”.

b) Un 75% de los fallecidos en carretera convencional (870) nos recuerda el “principal escenario de trabajo”: debe ser el eje del futuro paquete de medidas, de todo tipo.

c) Las más de 200 fallecidos en motocicleta siguen siendo el hijo a cuidar de un modo diferente: es el gran vulnerable. Un plan especial para un problema especial. Probablemente el asunto más complejo de resolver.

Todo ello sin contar los datos de la ciudad. En unos meses los tendremos. Y, posiblemente, la tendencia sea la misma: sin avances. Representan más de un 30% de los fallecidos: necesitarán sus propias medidas. Adelantémoslo cuanto antes, entre otras cosas, porque los problemas ya los conocemos.

Ramón Ledesma es asesor de PONS Seguridad Vial y exsubdirector de Normativa de la DGT

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