ANÁLISIS

Elegir cuándo tragarse el sapo

Sánchez no quiere asumir en solitario la decisión de dar luz verde a Rajoy y busca una salida consensuada con los dirigentes territoriales que reparta la culpa

Pedro Sánchez y Susana Díaz, durante un desayuno informativo.PACO PUENTES

La política es el arte de retrasar una decisión hasta que deja de ser relevante. Podría darse la vuelta a la famosa cita del radical socialista francés Henri Queuille y decir que la política es el arte de retrasar una decisión hasta que sea percibida por todos como la única posible y responsable.

El PSOE ha asumido tras el 26-J dos cosas: le corresponde estar en la oposición, y unas terceras elecciones son inconcebibles.

Hay una alta posibilidad de que, llegado el momento, solo una abstención de los socialistas permita que eche a andar un Gobierno de Rajoy. ¿No sería toda una dem...

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La política es el arte de retrasar una decisión hasta que deja de ser relevante. Podría darse la vuelta a la famosa cita del radical socialista francés Henri Queuille y decir que la política es el arte de retrasar una decisión hasta que sea percibida por todos como la única posible y responsable.

El PSOE ha asumido tras el 26-J dos cosas: le corresponde estar en la oposición, y unas terceras elecciones son inconcebibles.

Hay una alta posibilidad de que, llegado el momento, solo una abstención de los socialistas permita que eche a andar un Gobierno de Rajoy. ¿No sería toda una demostración de seriedad política dejarse de rodeos y anunciar cuanto antes la voluntad de poner fin a un bloqueo que dura ya más de medio año?

Pues no, responden en el PSOE. No por diferentes motivos, algunos más confesables que otros.

En primer lugar, porque a nadie se le puede pedir que, de la noche a la mañana, haga lo contrario de lo que lleva meses prometiendo. En este caso, que los socialistas no ayudarían ni por activa ni por pasiva a que el PP llegara de nuevo al poder.

En segundo lugar, muy legítimamente, porque el que tiene ahora que ponerse manos a la obra, hacer propuestas, buscar apoyos y echar las horas que haga falta es Rajoy.

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En tercer lugar, porque no tendría sentido que el principal partido de centro izquierda saliera enseguida en auxilio de su rival histórico. Hay otras voces, otros ámbitos en el centro derecha —Ciudadanos o el PNV, por ejemplo— donde el PP debe sondear primero, dicen los socialistas. Y, si es posible, que sean ellos los primeros en dar el paso.

En cuarto lugar, las miradas se dirigen hacia fuera y también hacia dentro. Se avecina tras el verano un congreso del partido que será encarnizado. Sánchez no quiere asumir en solitario la decisión de dar luz verde a Rajoy. Busca una salida consensuada con los dirigentes territoriales, que reparta la culpa y sitúe a todos en la misma casilla de salida.

Y en quinto lugar, si llega el momento, habrá que decidir cuál es el precio a exigir para tomar una decisión que tensionará las bases del partido y será difícil de explicar a un electorado socialista al que se prometió hasta el último minuto que ellos eran la única alternativa para sacar de La Moncloa al Partido Popular.

¿Reforma constitucional? ¿Medidas de emergencia social? Lo que sea suficiente para pasar el mal trago.

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