María, el pueblo de 1.400 habitantes donde ha tocado el Gordo dos veces

En el municipio de María, en la provincia de Almería, sus vecinos han sido agraciados hasta en tres ocasiones con la Lotería

Club de fútbol de Vélez Rubio (Almería), al que el mariense Félix Fernández compró los décimos agraciados en 2002.José Manuel Vidal (EFE)

Hay un pueblo donde no les extrañaría nada que el Gordo volviera a tocar otra vez. Se trata de María, un pequeño municipio de la provincia de Almería, situado a unos 1.200 metros de altitud y que apenas tiene unos 1.400 habitantes. Pese a su escasa población, hasta en dos ocasiones han descorchado botellas de champán en sus calles un 22 de diciembre y otra vez por un primer premio de la Lotería Nacional. La historia bien pudiera parecer un caso de blanqueo de dinero, pero lo cierto es que la suerte, ...

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Hay un pueblo donde no les extrañaría nada que el Gordo volviera a tocar otra vez. Se trata de María, un pequeño municipio de la provincia de Almería, situado a unos 1.200 metros de altitud y que apenas tiene unos 1.400 habitantes. Pese a su escasa población, hasta en dos ocasiones han descorchado botellas de champán en sus calles un 22 de diciembre y otra vez por un primer premio de la Lotería Nacional. La historia bien pudiera parecer un caso de blanqueo de dinero, pero lo cierto es que la suerte, o más bien los bombos, han girado del lado de los marienses.

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La primera vez que la Lotería de Navidad cayó en este pueblo de pintoresco nombre fue en 2002. Los números no procedían de una administración de este municipio almeriense, sino de otro cercano. Félix Fernández, de 52 años, se hizo con varios boletos de un club de fútbol de Vélez Rubio, a unos 15 kilómetros de María, y los vendió en el pub de sus familiares, el Tigre. Consiguió distribuir unos 30 décimos agraciados con el Gordo, el 08.103. "Es un revuelo muy grande y se comparte la alegría entre todos. Los dos primeros días apenas te lo crees, luego es cuando lo asumes y empiezas a pensar a quién le debes dinero", bromea Fernández, quien además de repartir la suerte entre sus vecinos se quedó con cuatro décimos para él.

Pero esa vez no fue la única. Dos años más tarde, los millones volvieron también a este pequeño municipio gracias al fútbol. Aunque en esta ocasión el sorteo no era el de Navidad, sino el primer premio de la Lotería Nacional. El 52.130, que continúan jugando semanalmente muchos de los marienses, alcanzó esta vez a un centenar de vecinos. El décimo se vendió, y se vende, en la peña del Real Madrid del pueblo. Fernández era entonces el presidente de la sede y consiguió otros "diez millones de pesetas". Pese a las remotas posibilidades de que a un ciudadano le toque la lotería por segunda vez, para Fernández la sorpresa fue la misma. "Ya no me quedaba apenas dinero de la primera vez que me tocó", ironiza. Entre los agraciados, se contaban aficionados del club blanco, familiares de estos últimos e incluso culés.

La última ocasión en la que el Gordo de Navidad escaló a la serranía de María fue en 2008, aunque el número procedía de una serie que se había vendido en Barcelona. Un grupo de amigos viajó a una localidad cercana, Santiago de la Espada (Granada), para recolectar setas, según sus familiares. Y aparte las setas, se hicieron con varios décimos agraciados de la cafetería que solían frecuentar, en la aldea de La Matea. Los boletos tenían el número 32.365, que unas semanas después salió en la bola del Gordo.

Ya sea por la suerte de sus vecinos o por ser un día especial, el caso es que María es un municipio donde sus habitantes hacen de la Lotería una más de las tradiciones de Navidad. Para los marienses el 22 de diciembre es un día para echarse a la calle, como lo son también las elecciones u otras fechas señaladas. "La gente suele comprar mucha lotería y más todavía con la crisis", explica Mari Deli Alcaina, de 45 años.

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El padre de Mari Deli, Antonio Alcaina, ahora fallecido, fue uno del grupo de amigos que en 2008 partió a por setas y volvió con 600.000 euros bajo el brazo. Entonces contaba 78 años. "Siempre iba a Santiago de la Espada a por décimos y nos regalaba uno a cada hijo, pero ese año fue un día que no llevaba dinero y cuando volvió, solo pudo hacerse con dos porque no quedaban más".

Aunque en 2008 solo algunos de los vecinos de María tenían décimos del Gordo, el resto de los vecinos participó de la fiesta. "Ese día el bar que tenemos se llenó de toda la gente del pueblo para celebrar que había tocado", relata Alcaina. Por supersistición o "por si acaso", quienes se topan con la relación de este pueblo con el azar siempre exclaman lo mismo: "¡Yo quiero un décimo de María!". Pero han pasado ya siete años y la suerte parece haberse olvidado de María, donde tantos millones ha repartido. "Ojalá caiga también mañana", suspira Alcaina.

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